Todos los años, lo mismo. Nos hacemos mil propósitos, los cumplimos durante un par de semanas y luego los abandonamos, hasta el año que viene. ¿Y esto por qué? ¿Por qué nos duran tan poco estas buenas intenciones, estos New Year resolutions famosos? Pues resulta que hay bastantes motivos, pero yo los resumiría en tres:

Porque no son realistas: Por alguna extraña razón tendemos a pensar que la llegada de un nuevo año lo cambiará todo; que seremos mejores: más fuertes, más disciplinados, más organizados. Caemos en la trampa del calendario, le otorgamos propiedades mágicas. Pero la realidad del asunto es que si intentaste dejar de fumar en septiembre de 2012 y no lo conseguiste, es muy probable que en enero del 2013 tampoco lo hagas, máxime si sigues el mismo método (que suele consistir en confiar en tu fuerza de voluntad, sin tener en cuenta que tu fuerza de voluntad puede fallar y que, en el momento en que falla, sueles rendirte).

Porque no son concretos: Somos ambiciosos, y abstractos. «Quiero comer sano», por ejemplo. ¿En qué sentido? ¿Cómo va a cambiar tu dieta, qué alimentos vas a comprar, qué recetas vas a utilizar? ¿Cuál es tu plan diario? Si nos guiamos por un acercamiento genérico de «ya veré lo que hago», hay muchas más posibilidades de fracaso: olvidaremos enseguida nuestra meta y con que surja el más mínimo inconveniente abandonaremos nuestros buenos propósitos.

Porque pensamos a corto plazo: Lo queremos todo YA. Si nuestro propósito es perder peso, o ponernos en forma, por ejemplo, nos imaginamos al cabo de dos semanas con el cuerpo de nuestros sueños. Cuando la realidad del asunto aparece (que conseguir ese objetivo lleva muchísimo tiempo y esfuerzo), nos desanimamos y nos rendimos.

¿Cómo solucionarlo? 

  • No te concentres en metas genéricas y abstractas, tipo «tengo que hacer más ejercicio». Tienes que desarrollar un plan de acción que sea sencillo, y ante todo práctico. Piensa en qué acciones puedes llevar a cabo todos los días que te acerquen a tu meta. Y piensa en cómo llevarías a cabo esas acciones en tus peores días, esos en los que no te apetece nada. Piensa siempre en tu momento más bajo, más vago, más ocupado, etc. Las acciones que planifiques deberías poder realizarlas incluso en esos momentos, sin un gran esfuerzo. Así, tendrás garantizado el éxito. Un ejemplo muy claro de esto es el proyecto 1 push up (una flexión). Al autor de ese blog se le ocurrió que iba a hacer una flexión al día, todos los días, sin excusa. Una flexión no cuesta nada. Claro que a la hora de ponerse a hacerla por lo general hacía bastante más… muchísimo más. Pero el saber que tu mínimo es algo casi ridículo, facilísimo, hace que te animes a llevarlo a cabo incluso en los días en los que menos te apetece (la misma filosofía es la que me ha permitido escribir todos los días, sin excusa, durante los últimos 33 días**). No pienses en lo que puedes hacer en tu momento óptimo, piensa en lo que puedes hacer en tu peor momento, en la peor de las situaciones.
  • Si ya has probado mil veces a conseguir lo mismo (ya sea dejar de fumar, de beber, adelgazar, hacer ejercicio…), va siendo hora de intentar enfocarlo de otro modo y cambiar de método. Es hora de identificar los patrones. Todos los años, desde que tenía unos 20, mi propósito para año nuevo era perder peso. No soportaba la idea de que al finalizar el año siguiente me viera con más peso que el anterior. Y todos los años, ocurría. Conseguía perder algo de peso durante el año, gracias a alguna dieta ridícula, y al final del año (sobre todo gracias a las fiestas navideñas), no solo lo había recuperado, sino que había aumentado. La única excepción a este patrón fue el par de años que perdí muchísimo peso por temas de salud. Esa no es una buena razón para perder peso, y lo pasé tan mal en aquel tiempo que ni siquiera tuve tiempo de alegrarme por el peso perdido. No tardé nada en recuperarlo en cuanto empecé a encontrarme mejor. Lo extraordinario es que, aunque me considero una persona inteligente, reincidía. Una vez tras otra, probaba cosas que sabía que no iban a funcionar. ¿Por qué esta vez iba a tener más fuerza de voluntad que otras? Por mucho que me deprimiera engordar cada año, era incapaz de salir de ese ciclo de eterno retorno.

¿Qué fue lo que cambió?

Un día decidí que iba a dejar de caer en la trampa de las metas a corto plazo. Si algo te importa lo suficiente, tienes que pensar en ello no solo con vistas a dos semanas, sino a cinco años. Tienes que aceptar que los resultados no serán rápidos. Así, empecé poco a poco a cambiar los hábitos, a modificar esas cosas que hacían que cogiera peso. Paso a paso, nada de hacerlo todo de golpe. ¿Lo primero? Disminuí de forma radical mi ingesta de alcohol (desarrollé hábitos y reglas para cuándo beber y cuándo no, y me funciona a las mil maravillas). Luego llegó la reducción del tamaño de mis porciones (de cualquier forma, descubrí que al dejar de beber mi relación con la comida también cambió bastante), y me concentré en diferentes formas de reducir la ansiedad que me impulsaba a comer de manera compulsiva. A eso le fui añadiendo el ejercicio, primero de forma mínima y luego ya más en serio. Y últimamente estoy descubriendo algo muy útil, llamado mindful eating* (alimentación consciente), de lo que hablaré más adelante con más tranquilidad.

Estas Navidades, peso unos 13 kilos menos que las Navidades pasadas. A pesar de las celebraciones, he seguido aplicando mis reglas y hábitos (con excepciones planificadas y contadas: Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo. Y aun en esos días todo ha sido bastante tranquilo, ya que ya no siento la necesidad de ponerme hasta arriba de comida y bebida). ¿El truco? Dejé de obsesionarme por cuánto quería perder y me concentré en la manera de perderlo. Antes, habría querido perder esos 13 kilos en apenas unos meses; ahora, no tengo prisa. Lo importante es disfrutar de la comida, darme pequeños caprichos de forma organizada y mantener los hábitos saludables. Ya no me aterra recuperar ese peso; sé que mientras siga con ciertas costumbres positivas, no tiene que pasar lo de antes: perdía y recuperaba, con más kilos que cuando empezaba. Lo que nos lleva a uno de los puntos más importantes:

  • No tengas prisa: Ya llegará. No pienses en lo que quieres para mañana, sino para el 2020. Trabaja, a diario, para conseguirlo. Ponte metas pequeñitas, que alcances con facilidad (perder un kilo en un mes no es complicado, y cuando lo consigas te sentirás orgulloso de ti mismo. Esa sensación de satisfacción hará que el mes siguiente sea más fácil. Y kilo a kilo se pierden muchos kilos, como puedo atestiguar).

¿Qué otras cosas creéis que nos influyen para no cumplir nuestros propósitos de año nuevo? ¿Qué creéis que debemos hacer para que nos duren? Si queréis una lista de propósitos de año nuevo un poco diferentes, sugiero estos buenos propósitos informáticos de Softonic. No obstante, considero que algunos, como el número 4, son irrealizables. O también podéis crear propósitos literarios, como sugiero en este artículo que escribí para Lecturalia.

——————————-
*Si tenéis enlaces a artículos en condiciones (más o menos serios, nada de palabrería New Age) sobre este tema que estén en español, pasádmelos y los incluiré también.
**Actualizado a 27/03/14: Básicamente he perdido la cuenta de cuántos días llevo escribiendo. Pero no he parado ni un día desde que empecé, allá por diciembre del 2012).

Imagen tomada de Cuánta razón. Si sabéis de quién es originalmente vendría bien saberlo para enlazarle.