No todos los días Cátedra le publica un libro a un amigo tuyo.

Bueno, he de decir que a mí me pasa más que a la media. El año pasado salió Historia y antología de la ciencia ficción española, con la intervención de mi admirado Fernando Ángel Moreno, y este año le ha tocado a Antonio Calvo: historiador, amigo y contador profesional de chistes malos. A todos se nos cae la baba con nuestros amigos (o debería. Si no se te cae la baba con tus amigos, es que no molan tanto como los míos. Búscate amigos nuevos), así que me perdonaréis este arranque de orgullo y satisfacción.

No pude resistir la oportunidad de utilizar mis maléficos tentáculos de influencia para traeros una entrevista relámpago a un estudioso, culto y nada refinado caballero que se dedica a escribir sobre aquello que a pocos más se les ocurriría, como impostores y trasvestidos en la España del siglo XVIII.

Así es, alguien tenía que hacerlo y Antonio es uno de mis superhéroes favoritos. Tengo además el excelso honor de poder decir que, cuando salió el libro, su querida esposa se lo leyó a la vez que El fin de los sueños. Si eso no es amor y amistad en un gran dos por uno histórico-literario interdisciplinar, yo no sé qué más puede serlo.

Pero dejemos la exaltación afectiva un rato y vamos a meternos en materia.

¿Qué era esto de las entrevistas relámpago? Tengo una lista muy larga de preguntas cortas (ahora mismo va por 94 preguntas y subiendo). De allí, usando random.org, selecciono una secuencia de quince preguntas aleatorias, que le entrego al entrevistado o entrevistada. Este (o esta) elige diez de esas preguntas y responde con frases también breves. Al final, hay una pregunta extra que podrá aprovechar para hablar un poco más de sí mismo/a o para vengarse de la entrevistadora (es lo justo). Hace dos semanas entrevisté a Víctor Blanco y podéis ver todas las entrevistas publicadas hasta ahora en este enlace.  O si vais con prisa y queréis ver lo mejor de todas las entrevistas hasta la fecha, podéis ver el recopilatorio que hice de las primeras 47 entrevistas. Y ahora, vamos a hablar un poco del entrevistado de hoy:

Antonio Calvo (Granada, 1979) es historiador y doctor en Historia por la Universidad Complutense. Es autor de cuatro libros, el último de ellos: Impostores: sombras en la España de las Luces (Cátedra, 2015).

(En serio, esta es toda la bio-bibliografía que me ha mandado).

Un consejo que sin duda me agradeceréis algún día: nunca juguéis con Antonio al Trivial. De nada.

ENTREVISTA relámpago A Antonio Calvo

antonio calvo

1. ¿Qué es lo más divertido que te ha pasado por ser escritor?

Divertida, una vez que ha pasado el tiempo, fue aquella presentación de uno de mis libros a la que fueron cuatro personas. ¡Tres de ellas eran mis padres y mi hermana! Afortunadamente, las cosas han mejorado. Ahora cuento también con mi mujer.

2. ¿Con qué música escribes (si escribes con música)?

El silencio es necesario a veces, pero en otras ocasiones me bloquea. Suelo escuchar música instrumental. Mi músico favorito es Mike Oldfield, y reconozco que uno de sus discos “menores”, The Songs of Distant Earth, es el que más me inspira para escribir. También suelo recurrir a otros como Tubular Bells II o Amarok, pero son tan buenos que me despisto.

3. Si escribieras una novela de ciencia ficción, ¿de qué iría?

Como historiador aferrado al documento y al libro, la ficción es mi asignatura pendiente. Me estoy planteando adentrarme en ella, pero siento vértigo por el miedo a no tener a lo que agarrarme. Pero lo voy a intentar. En el siglo XXII, la globalización y el capitalismo han convertido a la mayoría de los hombres y mujeres en grises clones consumistas. No hay carisma, ni encanto, ni sex appeal. Un grupo de científicos no alienados decide rebelarse ante la situación y mandar a uno de ellos a estudiar a Christina Rosenvinge. En cuanto la máquina hizo “chas” y el protagonista apareció a su lado, decidió que nunca volvería al futuro.

4. No puedo vivir sin…

… el humor absurdo. Soy de la escuela Monty Pyton, Faemino y Cansado, y Cía. (si todavía no seguís a “Un puñado de idiotas” en Facebook, ¡hacedlo!). Cuando no puedo hacer juegos de palabras, por estar en un contexto serio o por tener que expresarme en otro idioma, soy medio yo. Cuando puedo ser “yo entero”, hay que tener mucha paciencia conmigo.

5. Tu plato estrella

La cocina es uno de mis buenos propósitos para este curso. El día que quiero “lucirme” hago tortilla de patatas, así que ya ves que el margen de mejora es bastante amplio. Quiero empezar con las croquetas. Se aceptan recetas…

6. Si te condenaran a muerte, ¿qué pedirías de última cena?

Supongo que un pan con una lima no vale, ¿no? Sin duda, magdalenas, ¡me pierden! Probablemente, la condena se debería a múltiples asaltos a furgones blindados de panaderías y bollerías.

7. ¿Qué es lo más ridículo que has hecho por amor?

No exactamente por amor, pero sí para evitar un conflicto con una antigua novia. Estábamos hablando en un bar y en un mal gesto le derramé su bebida por encima. Para más inri me entró la risa y ella, lógicamente, se enfadó. No se me ocurrió otra solución mejor que echarme mi bebida por encima también. ¡El absurdo surtió efecto! Nos reímos mucho.impostores antonio calvo

8. ¿Podrías tener una relación sentimental con otro escritor o escritora?

De hecho, la tengo. Marian es también historiadora. Es una suerte estar con alguien que entiende tan bien las incertidumbres y las frustraciones del oficio. Creo que ella es la escritora de la pareja, puesto que tiene una relación mucho más “literaria” con la escritura.

9. ¿Recuerdas cuál fue el primer libro que leíste?

El primero, primero, creo que fue Fray Perico y su borrico, mi libro favorito de la infancia. Lo releí muchas veces. Hay otro libro, que he comentado con mucha gente y parece que nadie más tuvo: Héroes en zapatillas, que tenía un cómic y un pequeño texto sobre cada uno de los personajes históricos y mitológicos sobre los que hablaba (de aquellos polvos vienen estos lodos).

Como adolescente, la culpa de que hoy día sea un atribulado historiador dieciochista la tiene el buenismo ilustrado de Un soñador para un pueblo de Buero Vallejo.

10. ¿Has escrito alguna vez desnudo?

La verdad es que no, yo soy más de pijama. Si no quedase feo llevarlo a las bibliotecas y los archivos, creo que saldría más de casa para escribir…

Por otra parte, ¿qué ventaja tiene lo de escribir desnudo? Quizá no le vea la utilidad porque escribo sobre Godoy y Napoleón, en lugar de sobre la Rosenvinge.

Pregunta extra (seleccionar opción y contestar):

a) El entrevistado se inventa una pregunta, la hace y se responde a sí mismo.

b) La pregunta la hace el entrevistado a la entrevistadora.

c) Ya he terminado, deja que me vaya a mi casa. Por favor.

Antonio elige la b) y me pregunta: Gabriella, ¿qué opinas del nuevo Quijote con el castellano actualizado? ¿Aberración o acierto? Y, por consiguiente, ¿sueles escribir desnuda?

Es evidente que esta respuesta no será breve. Ay.

No es algo en lo que me haya parado a pensar mucho, si te soy sincera. De entrada me horroriza tanto como esas versiones que han salido de Shakespeare con emoticonos, en lenguaje Whatsapp. Se dice que muchos renuncian a leer El Quijote porque les parece demasiado difícil. A mí no me gusta el Quijote. Y no lo leo, y ya está, y no se tiene que morir nadie. Hay muchos otros libros difíciles y fantásticos que leo y que he leído.

Pero si me hubieran enseñado a Cervantes como me enseñaron El mercader de Venecia, con pasión, con amor, con mimo, explicando poco a poco cada frase, estoy segura de que tendría una actitud diferente. Sé que todos los alumnos que pasan por las clases de Juan Carlos Rodríguez en la Universidad de Granada salen enamorados del Quijote. Mervyn Smale, profesor de Literatura Inglesa en la misma facultad, hizo que yo me enamorara de Shakespeare y de muchos más. No lo digo porque sea literatura inglesa. Hay muchos grandes de la literatura en nuestro idioma que me fascinan. Simplemente coincidió que fue en una optativa de Inglesa donde encontré a ese profesor apasionado.

No creo en «adaptar» aquello que consideramos difícil, porque en esa dificultad está su belleza. Joyce cuesta horrores, pero más me horrorizaría que alguien le cambiara una coma al Ulises. Y Cervantes es difícil y hermoso, independientemente de que yo lo elija o no para pasar horas de lectura.

Dicho esto, es costumbre ya desde hace años producir textos algo resumidos en literatura inglesa para que los más jóvenes puedan leer a Dickens, por ejemplo, sin tirarse de los pelos, y por lo que sé ha dado buenos resultados. El tiempo dirá si esta iniciativa sirve para atraer lectores al Quijote original o si será un síntoma más de una peligrosa tendencia a rebajar el listón del arte en vez de educar a los receptores para que aprecien la belleza de lo complejo.

Y no, no suelo escribir desnuda. Me parece una falta de respeto hacia mis personajes. A ver cómo se van a concentrar en hacer cosas grandiosas y tomar decisiones que podrían cambiar el mundo con dos tetas pequeñas y blanquitas colgando sobre ellos. Pobrecicos, qué susto.


Muchas gracias a Antonio por sus respuestas. ¡No os perdáis la próxima entrevista!

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