A veces me vienen amigos y conocidos que tienen algún tipo de afición o profesión artística y me miran como si fuera una especie de alienígena del espacio exterior.

Entrecierran los ojillos y ya sé lo que se aproxima.

«¿Y a ti cómo es que te sigue tanta gente en redes sociales?».

Mi respuesta inicial es sentirme muy ofendida. ¡Porque hay mucha gente a la que les gustan mis libros y mis artículos, claro! ¿Cómo pueden poner eso en duda? ¡Menudo descaro!

Y ellos ponen esos ojillos en blanco y muestran su mejor cara de: «Ya, lo que tú digas, que desde que superaste los siete mil seguidores en Twitter te has vuelto de un creído insoportable».

Solo que no dicen eso, porque escojo a mis amigos por su educación y comportamiento respetuoso, entre otras cosas (por desgracia, a fecha de hoy todavía no puedo controlar lo que piensan. Sigo en ello). Tienen mucho cuidado de no decirme a la cara lo mal que me ha sentado la fama; prefieren hacerlo a mis espaldas, mientras niegan con la cabeza y recuerdan tiempos mejores, en los que no los invitaba a fiestas multitudinarias en mi mansión de Beverly Hills ni los llevaba de paseo en mi limusina de tres plantas con chófer y minibar.

redes socialesRegalías de mi último libro

Es que es culpa mía, es culpa mía por no saber escuchar.

Tengo que aprender a fijarme mejor en lo que me preguntan en realidad. Fijaos en que la pregunta es «¿cómo tienes tantos seguidores?» frente a «¿qué puedo hacer yo para conseguir seguidores?«.

Si escuchara mejor, contestaría a la primera pregunta en vez de a la segunda. Porque contesto a la segunda y ellos en realidad no querían esa respuesta, así que yo hablo un rato hasta que me doy cuenta de que están mirando a otro lado y su atención ahora está fija en una mosca especialmente atractiva que se frota las patitas en la lámpara más cercana.

No puedo culparlos demasiado, porque, sí, esa mosca es bastante más interesante que yo, y porque eso es mucho mejor que los que asienten con energía y me dicen que vale, que muy bien, que muchas gracias, y que luego vuelven a sus redes sociales y siguen haciendo exactamente lo mismo de siempre (con los mismos resultados de siempre).

Preferiría, supongo, que fueran sinceros y me dijeran: «Pero es que todo eso que tú haces es demasiado trabajo. Además, seguro que a mí no me funciona, porque (insértense veinte excusas diferentes aquí)».

Por lo visto, conseguir mil seguidores (o diez mil, o cien mil) es algo que ocurre cuando chasqueas los dedos y te secuestran y te presentan a una logia ultrasecreta formada por tuitstars, Facebook influencers y starlets de Instagram, donde vas pasando una serie de pruebas de habilidad mágica hasta que demuestras que eres digno/a de tener mil, diez mil o cien mil seguidores en las redes de tu elección.

arrasar en redes socialesY esta noche, amigos, tenemos a Carmen, la escritora de romántica-gore que nos asegura que en sus libros puedes ver a sus personajes fornicando del derecho... ¡y del revés!

Hay muchos cursos sobre cómo utilizar las redes sociales. Lo curioso es que mucha gente quiere tener más seguidores (y lectores potenciales), pero sospecho que pocos están dispuestos a hacer todo lo que se indica en esos cursos. Todos siguen esperando ese chasquido milagroso.

Al final todo esto de los seguidores se reduce a un solo principio, a un «truco» que, por desgracia, está lleno de trabajo y, sí, esfuerzo.

Que sea un truco no implica que sea mágico, ni fácil. Funciona, eso sí.

El informa-yo y el comunicador

Hace algún tiempo leí por primera vez sobre la diferencia entre meformer e informer, que, si no me equivoco, proviene originalmente de un estudio de la Universidad Rutgers. Sí, en Nueva Jersey se hacen otras cosas que no son crear realities realmente malos u ofrecer viviendas más baratas y mejores pero que no están en Nueva York.

redes socialesLo reconozco. Todo lo que sé de Nueva Jersey lo aprendí de Futurama.

La mayoría de nosotros empezamos en las redes sociales utilizando un perfil personal. ¿Recordáis la primera vez que os hicisteis una cuenta en Facebook? ¿Recordáis vuestras primeras publicaciones? Probablemente fueran de carácter personal, porque, sí, era una cuenta personal. Hablabas de cómo te había ido al día, te quejabas de alguien que se te había colado en la cola del supermercado, comentabas el último titular político de moda o compartías un vídeo de gatitos o una foto de unos tacones que te habían enamorado.

Eras, como la mayoría de los usuarios de esa red, un meformer (de me+informer), un informa-yo. Informabas a los demás de cosas sobre tu vida y compartías contenidos de tu interés. Probablemente te comportabas del mismo modo en Twitter y en cualquier otra red (excepto Instagram. En Instagram, de hecho, triunfas si eres un meformer a lo grande y con una buena cámara).

El problema llega cuando tienes que salir del ámbito personal y entras en el profesional o en el artístico (o ambos a la vez). Como no has hecho ningún curso especializado, ni nadie te ha indicado lo contrario, sigues manteniendo tu mentalidad de informa-yo, intentando que otros se interesen por tus productos, servicios o creaciones, y no entiendes por qué no obtienes respuesta.

Yo tardé mucho en cambiar esa mentalidad. No recuerdo cómo ni por qué modifiqué mi forma de actuar en redes, pero mirando atrás veo una diferencia clarísima de resultados. Y, sin embargo, nadie me hace caso cuando intento explicar lo importante que es ese cambio.

Bueno, miento. Ha habido un puñado de alumnos y clientes que me hicieron caso, modificaron radicalmente su acercamiento a las redes sociales y ahora hay editoriales que se pelean por ellos. LITERALMENTE. En serio, esto es verdad. En algunos sectores os sorprendería lo pendientes que están algunas editoriales de algunos autoeditados si tienen el seguimiento adecuado.

Y todo es porque entendieron ese cambio necesario. El paso del informa-yo al comunicador.

Informar no es lo mismo que comunicar

En el estudio del que os hablaba, se diferenciaba entre meformer (informa-yo) e informer (informador). El informador es alguien que no solo comparte contenidos propios, sino también contenidos que pueden tener interés para otras personas, lo que añade un gran valor a su persona social en línea. No es sorprendente ver en ese estudio que los segundos obtenían mejores resultados que los primeros.

Algunos de mis alumnos, amigos y clientes dieron ese paso, pero se sintieron frustrados cuando vieron que no conseguían nada espectacular. Esto es porque habían pasado de informa-yo a informador, pero no a comunicador.

Y es en el comunicador donde está el seguimiento.

¿Qué diferencia al informador del comunicador? El que informa se limita a compartir contenidos de valor para su público objetivo, sin más. El comunicador busca, ¡oh, sorpresa!, comunicación. Y ya sabéis cómo va esto de la comunicación:

Emisor-Mensaje-Receptor

No tiene más. Pero la mayoría de nosotros, cuando compartimos contenidos que creemos que serán de interés para nuestro público objetivo, hacemos esto:

redes sociales

Emitimos un mensaje y este es recibido por alguien. Cualquier contenido: ya sea un artículo, una imagen, una infografía… Y ya.

¿Pero qué pasa cuando hacemos esto?:

redes sociales

Cuando no nos limitamos a darle al botón de compartir sin más, cuando buscamos una interacción válida con nuestro público, ese público responde. Y la atención que obtenemos es mayor, por no hablar del empujoncito que dan todas las redes sociales a publicaciones que obtienen respuesta activa, ya sea en forma de comentarios, compartidos, me gustas, +1… lo que sea. En Facebook, por ejemplo, es la diferencia entre que vean tus publicaciones un 2% de tus seguidores y un 30% (o más, si eres REALMENTE bueno).

Vamos a ver los tres casos (informa-yo, informador y comunicador) con ejemplos de Twitter, pero en realidad sirven para cualquier red:

El ejemplo del informa-yo

redes sociales

¿Qué tipo de respuesta puede tener este tuit? ¿Es verdad que tengo una contractura y me espera otro día dolorido? Pues sí, es verdad.

¿Y de qué sirve, exactamente, que yo comparta esto, aparte de desahogo personal? Tal vez obtenga algún comentario de consuelo y ánimo, pero, creedme, si hago esto todos los días, a todas horas, la gente se va a cansar muy pronto. Además, los mensajes positivos siempre obtienen mejores resultados que los negativos en los que se refiere a seguimiento en línea. No digo que tengas que convertirte en el unicornio feliz de la calle Feliz que vive en el número 7 de las Maravillas, pero andar todo el tiempo quejándote y protestando tampoco te va a llevar a ningún lado. Todos tenemos nuestras contracturas y nuestros días de mierda, no estoy aportando absolutamente nada al mundo con esto.

Ese sería un ejemplo claro de informa-yo. Vamos ahora con el tuit de informador.

El ejemplo del informador

Como mi blog está orientado a escritores y lectores, suelo compartir contenidos que van a ser interesantes para ellos, ya sean propios o ajenos. Por ejemplo, voy a compartir un artículo de Alejandro Gamero para La piedra de Sísifo, sobre un tema muy chulo: una librería escocesa te ofrece ser librero durante unos días. El tuit de un informador a secas sería más o menos así:

redes sociales

Como veis, me he limitado a copiar el título del artículo, tal cual, y a poner el enlace. Tal vez haya quien pinche, ya que el título está bien hecho y es llamativo, pero así, a solas, ¿no os parece el típico tuit automatizado?

El ejemplo del comunicador

Ahora vamos a crear un tuit de comunicador. Veréis qué diferencia:

redes sociales

He añadido la imagen que incluía el artículo original (si hubiera sido una imagen rotulada, con el título del artículo, habría sido aún mejor) y he procurado mencionar a la persona que lo escribió (así sabe que lo he compartido. Esto es genial para ampliar tus redes de conocidos y amigos en el sector. Además, creo que es importante destacar quién ha escrito un artículo por encima de la plataforma que lo/la publica. El mundo está lleno de plataformas inmensas cuyos redactores no los conoce ni su madre, y me parece una pena).

¿Cuál de esos tres tipos de tuits creéis que conseguirá más atención? Acabo de publicar ese tuit y ya está generando movimiento. No es que yo sea especialmente chachipiruli: es que he dado con un contenido que despierta curiosidad e interés en mi público de Twitter y he intentado transmitirlo de manera interactiva (usando una pregunta) y visualmente atrayente.

Por supuesto, no tenéis que usar el mismo tono ni hacerlo de la misma manera. No tenéis que usar una pregunta: podéis usar un comentario reflexivo, personal, citar algo que os guste del artículo… Es solo un ejemplo para explicar la diferencia entre esas tres formas de comunicación, y para que se entienda cómo esa tercera forma es la que, poco a poco, puede hacer que otros se interesen por lo que tienes que decir. También hay que tener en cuenta que tus mensajes dependerán de tus objetivos.

Qué buscas de las redes sociales

Parto de la base de que buscas seguidores en redes sociales por alguna razón concreta, no por el simple orgullo de chulear de números (aunque hay gente para todo. Si ese es tu objetivo, fabuloso, pero igual estás en el artículo equivocado). Si eres escritor, estas razones suelen resumirse en:

Quieres vender libros. Aquí me parece que lo responsable es hacer la advertencia habitual: la gente no entra en redes sociales a comprar libros, entra para entretenerse. Las redes sociales llevan a una conversión directa muy escasa. Lo que vas a conseguir es a más gente que entre en ese embudo ya mencionado, que cada vez más gente sepa quién eres, que visite tu plataforma y que, sí, en la parte más estrecha del embudo, acabe comprando tu libro. Pero no sirve de nada una gran presencia en redes si no sabes a dónde dirigir a tu público.

Quieres promocionar tu marca. Ya he hablado de lo que opino sobre la marca personal y cómo podemos utilizarla de una manera ética y artística, consecuente. Las redes sociales son el máximo escaparate para que tus lectores potenciales comprendan quién eres y cómo escribes, para que cada vez conozcan más y mejor tu trabajo.

Quieres conseguir clientes. Muchos escritores complementan su trabajo creativo con servicios relacionados con la lengua y literatura. Las redes sociales son una manera fantástica de establecerse como experto en un sector (y sobre todo si ofreces consejo y ayuda a personas que lo necesitan), sobre todo si se complementan con una página web bien hecha y un blog que ofrezca información útil.

Quieres tener más posibilidades de publicar. Desde que tengo este blog y desde que me muevo de forma activa por redes, he recibido varias ofertas de editoriales (grandes y pequeñas) para publicar con ellos. En mi caso, como sabéis, me considero una autora híbrida y solo publico de manera tradicional si veo que me compensa en relación con la autoedición, pero para autores que busquen un contrato típico editorial, una presencia poderosa en redes es un arma muy efectiva. No lo digo solo por mí: como ya he mencionado antes, sé de autores a los que les ha funcionado bien en ese sentido.

Quieres conocer a tus lectores. Vale, esta puede que sea una razón más emocional que práctica (aunque conocer a tu público objetivo también es muy útil a nivel práctico), pero ¿quién no quiere recibir ánimos y feedback positivo de sus lectores? Claro que caerá algo de alimentación negativa, pero a la larga os prometo que compensa. Nada hay cuando estás con la inseguridad y la bajona como interaccionar con aquellos que leen tus chorradas.

También ayuda saber qué tácticas concretas de promoción funcionan y cuáles solo sirven para irritar a los demás. Teniendo todo esto en cuenta, vamos a ver un último apartado: qué podemos preguntarnos antes de publicar en redes para sacarle el máximo rendimiento a nuestra interacción:

Algunas preguntas que ayudan

Antes de publicar cualquier cosa en redes sociales, tal vez convenga hacerse las siguientes preguntas:

  • ¿Está esto dirigido al público que me interesa?
  • ¿Qué valor tiene para ese público (informativo, utilitario, entretenimiento, estético…)? Un contenido útil siempre funciona mejor que uno meramente informativo. Uno que despierte curiosidad funciona mejor que uno meramente entretenido. Por desgracia, a nivel estético más te vale ser muy bueno y visual para generar interés.
  • ¿Estoy creando interacción? ¿Estoy buscando una respuesta de mi público?
  • ¿Estoy aprovechando al máximo el formato del que dispongo (piensa si has incluido una imagen, si necesitas un hashtag, si has mencionado a las personas directamente involucradas…)?
  • ¿Cómo voy a contestar a las personas que interaccionen conmigo? (Esto es más importante de lo que parece. En breve espero publicar un artículo orientado específicamente al manejo de conflicto y crítica negativa en el mundo virtual, pero la respuesta a lo positivo es crucial también: ¿puedes mantener el diálogo? Sobre todo cuando estés empezando a crecer, es fundamental contestar a todos los comentarios e intentar crear un poco de debate).
  • ¿Dónde voy a compartir esto? No todas las redes son iguales: algunos contenidos son mejores para Facebook, otros para Twitter, otros para LinkedIn y otros para Google+. Cada red tiene sus horarios, su frecuencia de publicación aconsejable, sus formatos de imagen y mil detalles más. Por eso creo que es mejor lidiar solo con una red para empezar, hasta entender bien cómo funciona y cuánto tiempo te quitará, antes de meterte en ocho distintas.

Creo que contestando a estas preguntas puedes eludir fácilmente cualquiera de esos temidos errores que andamos cometiendo siempre los escritores en redes sociales, además de sacarle muuucho más provecho a tu tiempo dedicado a estas herramientas.

Cuando planifiqué temas para las publicaciones de estos meses por venir, pensaba escribir un artículo con mis lecturas del 2016, como hice el año pasado y el anterior. Pero he pensado que este artículo que os traigo hoy, este tema, podía ser bastante más útil. Mis lecturas del 2016 (con sus reseñas) podéis verlas en Goodreads. Allí subo casi todo lo que es lectura de ocio (no suelo incluir lecturas de trabajo, para presentaciones, etc.).

Y reconozco que me siento un poco tonta con este artículo sobre redes. Estoy hablando de algo que igual os parece simplón y evidente (¡y efectivo!), pero todos los días veo a personas que intentan usar una estrategia de contenidos para dar a conocer sus blogs, libros, proyectos y etc., y que siguen anclados en la perspectiva del informa-yo.

No seas un meformer, querido o querida.

El mundo ya está lleno de gente que se queja de sus contracturas.

Ouch.


Nota: Por si alguien no se había dado cuenta, lo de la mansión y las regalías es mentira. Por favor, comprad mis libros para que pueda tener, por lo menos, una piscina donde organizar fiestas decadentes. Por ejemplo, si eres escritor, puedes comprarte este para corregir tu libro. O, si tienes ganas de cachondeo, puedes pillarte este de fantasía cómica, que tiene dragones y ratones parlantes y magos muy ridículos. Más cosas aquí.