Hay una falacia ahí fuera, una mierda en la que muchos emprendedores (y escritores, y editores y cualquiera que se aventure en la oscura dimensión de vender un producto o servicio) hemos pisado.

La idea es que, en lo que a publicidad se refiere, si tiras suficiente dinero a una campaña o anuncio, venderás los suficientes productos.

Las reseñas de libros siempre han sido entidades independientes, animales curiosos y mitológicos que admiramos y tememos en la lejanía. Pero las reseñas son anuncios, también campañas de promoción (ya sea buena o mala) y, no, tirarles el suficiente dinero, o tiempo o esfuerzo, no resulta en ventas. Si fuera así, las grandes editoriales solo tendrían que apartarse un presupuesto concreto para promoción reseñística y repantigarse en sus metafóricas* butacas para ver entrar el dinero con todas las obras que sacan. Y sabemos que no es así como funciona la cosa.

He leído muchos artículos y he escuchado muchas impresiones de críticos, editores y autores que decían que no, que las reseñas no sirven para vender libros. Pero también he visto editoriales que funcionan, en gran medida, gracias a su excelente trabajo de promoción mediante las reseñas.

Lo chachipiruli de la pregunta «¿sirven las reseñas para vender libros?» es que la respuesta está determinada por muchos factores. Sí, sí, ya sabéis que todo lo que merece la pena en esta vida es complicado y oscuro y está envuelto en nieblas de incomprensión y mucha gente que grita diciendo que la única verdad es la suya. Vamos a meternos en materia, queridos lectores. Porque parte de esa complejidad es que la eficiencia de las reseñas depende (y esto seguro que no sorprende a nadie) del sector del libro reseñado.

No zampa reseñas igual un trekkie que un fan de taylor swift

Cada sector es un mundo y responde de forma diferente al tirón de las reseñas. Ahí van algunas de mis apreciaciones por lo que he podido leer y comprobar entre diferentes lectores y géneros:

Algunos sectores especializados, como la ciencia ficción, suelen tener lectores que otorgan gran valor a su criterio propio, por lo que un manojo de buenas reseñas no tienen por qué convencerles de nada (de hecho, he visto a lectores de ci-fi que han dejado de leer un libro precisamente porque las buenas reseñas les habían creado demasiadas expectativas. Nada echa atrás tanto a un lector de ci-fi como el hype).

-Por otro lado, en el sector juvenil la lectura tiene un papel inmenso de socialización. Hay una influencia determinante por parte de grandes presencias del booktube o del blog tradicional, hasta el punto de que no suele encontrarse una gran disparidad de opiniones (o por lo menos esa es mi percepción al comparar la crítica realizada en juvenil con la realizada en sectores de adulto). El consumo de libros es algo que se disfruta con pasión en este sector, pero también es un modo de acercamiento a otros compañeros lectores con intereses similares: lees sobre todo los libros que leen tus amigos, para poder compartir esa pasión con otras personas. Aquí las reseñas tienen mucho peso, sobre todo si llegan de mano de ciertos blogueros clave. No obstante, también es común un factor de seguimiento falso, por el que la blogosfera se llena de alabanzas hacia un libro que nadie está comprando, sobre todo si no tiene una gran visibilidad comercial (presencia en centros comerciales, facilidad de compra, disponibilidad presencial del autor, etc.). Mi ejemplo favorito de seguidores fantasma son todos los lectores entusiasmados y muy fans que se habían leído La canción secreta del mundo en versión digital… cuando ese libro todavía no existía en eBook.

En el sector de romántica, el lector o lectora de reseñas parece tener otro tipo de interés: me da la sensación de que no le importa tanto qué le ha parecido la obra a quien reseña, sino que prestan más atención al contenido de dicha obra, buscando saber si se adapta a sus gustos (y la romántica y la chick-lit juegan con fórmulas más que probadas: muchos lectores lo que quieren saber es si los libros siguen esas fórmulas y cómo lo hacen). De este modo, el seguimiento y conversión a ventas es muy distinto al de los sectores mencionados antes.

Rara es la vez que un libro sostiene sus ventas en reseñas (aunque en ciertos sectores, un número X de reseñas pueda asegurar un mínimo de ventas). Es algo a lo que le he estado dando muchas vueltas: ¿cómo «consumimos» las reseñas? ¿Nos empujan realmente a comprar?

¿Compramos más los libros más reseñados?

Ya he dicho que el asunto es muy complejo como para responder con un simple sí o no (tener un blog te vuelve bastante habilidosa en esto de cubrirte las espaldas, lo sé). Primero, tenemos en cuenta lo que ya he mencionado sobre el público al que se dirige una obra. Pero luego entra otro factor importantísimo, que es la visibilidad.

Un solo anuncio casi nunca te hará adquirir un producto, a no ser que sea el producto exacto que andabas buscando y que necesitabas. Lo que funciona es la exposición repetida, siempre que se haga de un modo no intrusivo (porque ahí entramos ya en el spam, lo que puede producir más rechazo que atracción). Si leemos cuatro reseñas que ponen bien un libro, que además es de un género y formato que nos interesa, y además lo vemos en primera plana en la librería que frecuentamos, las posibilidades de que lo adquiramos se multiplican por diez.

Hace algún tiempo, una lectora de juvenil me explicaba el complejíismo proceso que la llevaba a decidirse a comprar un libro: una combo de recomendaciones, reseñas, visibilidad y argumento que haría santiguarse al más veterano de los publicistas. Los adolescentes (como muchos adultos) tienen muy poco dinero para gastar en libros y pocas formas (legales) de acceder a ellos. Esto es algo que se nos olvida a los que llevamos un tiempo en el sector editorial: para nosotros los libros ya no son gastos imposibles (recibimos copias gratuitas para reseñar, ejemplares de cortesía de nuestras editoriales, nos tragamos manuscrito tras manuscrito… hasta el punto de que a veces ni nos paramos a pensar en comprarnos el libro que realmente SÍ nos apetece leer). Un adolescente puede comprar por impulso (sobre todo si se trata de un libro que leen sus amigos y quieren comentarlo con ellos), pero las obras que adquieren sin presión externa implican una elección consciente de entre cientos de títulos atractivos. Y esos cientos de títulos son los más visibles: aquellas novedades anunciadas por editoriales especializadas en libros de juvenil, que aparecen gloriosas y brillantes en montañas efímeras de libros en hipermercados, y en esa otra forma de anuncio, sí: las reseñas de blogs especializados.

Así que si eres escritor, da igual del tipo que seas, puedes dedicarle tiempo a conseguir reseñas, pero tus esfuerzos se verán multiplicados por diez si además cuentas con esa visibilidad extra. Si has publicado por la vía tradicional, más te vale tener tu obra distribuida a nivel nacional. Si eres autopublicado, más te vale haber trampeado, trasteado y muchas otras cosas terminadas en -ado, para que tu obra esté entre los más vendidos (y por tanto, visibles) de Amazon. La diferencia entre tipos de ventas es exponencial: los que venden poco no llegan a vender mucho más; los que venden mucho venden cada vez más. El efecto boca a boca, la mayor visibilidad del superventas y esa peer pressure que nos impulsa a consumir lo mismo que los demás lo harán todo.

La gracia está, claro, en que una de las maneras más comunes de llegar a la lista más visible de Amazon es tener muchísimas reseñas. No sé si habéis estado siguiendo el curioso caso de Aftermath, la nueva novela del universo Star Wars escrita por Chuck Wendig. La novela ha tenido muchísimos detractores, por una serie de razones en las que sería muy largo entrar (resumámoslo en tres palabras: estilo, canon, LGTB). Y ha sido invadida por un buen montón de indignados que se han dedicado a darle la mínima puntuación en Amazon, con la intención de bajarle la nota lo más posible y evitar que tenga más compradores.

Es desternillante, cuando lo piensas, porque tantísima nota negativa ha puesto la novela de Wendig en portada de Amazon, lo que le ha procurado muchísimas más ventas. Me imagino las lágrimas de frustración de Wendig ante tanto insulto y crítica negativa, mientras va de camino al banco a cobrar otro cheque de regalías.

¿Quiere esto decir que da igual si tus reseñas son negativas o positivas? No, claro que no. Pero sí puede ser funcional en determinados sistemas. Y, por el contrario, tener muchas reseñas de «OMG, este libro es la p**a p**a» no te garantiza ser un éxito en ventas, aunque sí puede significar que la vida útil de tu libro sea más larga que la del título medio (ya que el libro se sigue recomendando y disfrutando). Tampoco te garantiza nada aparecer reseñado/a en medios que antaño aseguraban un buen puñado de ventas, como prensa nacional, radio, televisión, etc. (a no ser que salgas en Sálvame). Ahora los prescriptores son otros, y suelen estar más en los blogs que en los diarios.

Y ya vamos (¡al fin!) a lo práctico.

conseguir reseñas

Creo que hay una conclusión clara de todo lo anterior: las reseñas son útiles cuando consigues muchas, y aun así no son tan útiles como crees (a no ser que tengas otras formas de visibilidad). Pero si quieres vender algo, si quieres que te compre alguien que no sea tu madre, vecino o profesor de guardería, las vas a necesitar.

Tras toda esta retahíla de reflexiones, he de confesar que no soy nadie para hablar. No he hecho ni de lejos todo lo que tenía que haber hecho para conseguir reseñas que le dieran visibilidad a Lectores aéreos, porque, sinceramente, aunque os parezca increíble, no me da tiempo a todo y porque sí, soy una cobarde. Me da vergüenza y miedo pedir reseñas. Con El fin de los sueños, la editorial se ocupó del tema e hizo un trabajo fantástico (Plataforma destina un número impresionante de libros a reseñas en blogs y creo que es una inversión que les compensa con creces). Pero la autoedición, como sabéis, es un monstruito muy diferente.

Para intentar compensar este pecado mortal, me he estado haciendo una lista de cómo conseguir reseñas, sacada de mi propia experiencia y de todo lo que he leído por ahí, y me gustaría compartirla con vosotros. No dejéis de añadir más ideas en los comentarios o de comentar vuestros propios resultados:

1. Pide directamente

Creo que este artículo del Libro del escritor resume muy bien el proceso ideal para solicitar reseñas de manera directa. Piensa que la búsqueda de reseñas es similar al acercamiento a un editor: debes presentar tu obra de la forma más atractiva posible y debes incluir información gancho (sinopsis, una breve presentación, etc.). Tienes que convencer al reseñador de que tu libro merece su tiempo y atención, (y todo eso sin quedar como un arrogante capullo y sin caerle mal). En términos comerciales, podríamos decir que este es un acercamiento a puerta fría. Los blogueros o críticos no te conocen y tienes que aplicar todas tus habilidades de marketing, todos tus esfuerzos por llamar su atención, para que tu libro se gane un puesto en su pila de pendientes.

El proceso del Libro del escritor es práctico: creas una lista de páginas de mayor a menor influencia, y vas tachando conforme te lleguen negativas, bajando por la lista. Obviamente, si eres autoeditado o si publicas en digital tus posibilidades son menores (hay tantísima porquería en estos sectores que los reseñadores, naturalmente, desconfían). Una buena presentación y un diseño profesional ayudarán mucho a convencer a los indecisos.

2. Sigue a reseñadores en Twitter

Esté método lo leí en Live Write Thrive. Lleva tiempo y trabajo, y no puedo abogar por los resultados a corto plazo, pero, como cualquier método que implique networking, probablemente tenga una alta rentabilidad a largo plazo.

La idea es que haces una búsqueda avanzada en Twitter de reseñadores (puedes buscar por palabras como booktuber, reseñas, blog, libros, etc.), y empiezas a seguir a los que veas que tienen un buen seguimiento (y que pertenezcan a tu sector, claro. De poco sirve seguir a un reseñador de terror si escribes infantil, a no ser que seas Santiago Eximeno). Creas una lista privada (es importante que sea privada, puede ser contraproducente que se vean en una lista llamada «gente a la que hacerle la pelota para que reseñen mi libro»), a través de la cual puedes ver lo que dicen y comentan entre ellos (para esto es recomendable usar algún programa tipo Tweetdeck). La cosa está en comunicar con ellos, entrar en sus conversaciones. Al fin y al cabo, si son de tu sector, hablarán de cosas que a ti te interesen y tendrás algo que aportar. Según Live Write Thrive, esto hará que se interesen por ti y que te pidan tu libro para reseñar.

¿Problemas con este método? Bueno, allá vamos…

Primero, no a todo el mundo le gusta que se le cuelen en las conversaciones en Twitter, sobre todo si tus habilidades sociales son nulas (acabas pareciendo un stalker peligroso). Luego, te sorprenderá descubrir que igual ni te contestan, sobre todo si son blogueros influyentes, porque si tuvieran que contestar a todos sus seguidores no tendrían tiempo para hacer todas las cosas que hacemos los bloggers, como salvar la galaxia o hacer crowdsurfing sobre las olas de nuestros fieles.

Segundo, nadie (o casi nadie) se va a interesar por tu libro solo porque hayáis conversado un poco en Twitter. Más te vale tener toda la demás parafernalia (una web profesional o un blog interesante, una cuenta de Twitter que sirva para compartir algo más que fotos de tu cocodrilo [aunque si tienes una cuenta en Twitter con fotos de tu cocodrilo, no sé qué haces perdiendo el tiempo intentando vender libros], etc.).

Hagas lo que hagas, si quieres algo, vas a tener que pedirlo. Y eso encaja con el siguiente método, que en general me parece el más útil de todos:

3. Crea una relación personal con personas influyentes

Odio la palabra influencers. En el fondo es así como se llama a personas que son nodos de redes comunicativas. Un influencer no es más que una persona que puede ampliar tu red, que puede ponerte en contacto con una cantidad mayor de personas de tu sector.

Por muy útil que sea para algunos, nunca voy a abogar por hacerse amigo de alguien para que promocione tu libro (y si lo hago, tenéis derecho a pegarme en la cabeza con un castor muerto mientras recitáis letras de Pablo Alborán. Prometo que no mencionaré ni una vez las palabras Convención de Ginebra, porque me lo habré merecido). Recordad, amigos escritores, que lo único que os distancia de los comerciales engominados de dentadura reluciente del mundo del libro es el respeto del individuo como persona, no como medio ni producto.

¿Debes buscar a reseñadores y bloggers influyentes? Puede. Puede que te caigan bien, puede que te caigan mal. Yo empecé a hacer una lista para seguir a reseñadores en Twitter y me di cuenta de que una cantidad asombrosa de ellos me dejaban indiferente. A pesar de movernos en sectores continuos, no teníamos mucho en común, y hay un límite de abreviaturas y hashtags que estoy dispuesta a tragar para que reseñen mi libro.

También me he dado cuenta, gracias a este ejercicio (y a tantos otros), de que mi público objetivo es pequeñito y delicado y fenomenal, pero no me importa. Ya el próximo libro será para un público más hambriento).

Creo que es más agradable y eficiente mirar más allá de listas de blogueros populares en Twitter. Busca a los blogueros que te caen bien, que te gustan. Cómete la vergüenza e interactúa con ellos. Y sí, llegado el momento, puedes preguntarles si considerarían reseñarte. Porque no son influencers, ni medios para un fin. Son personas cuyo trabajo admiras y compartes, y para ti sería un honor y una genialidad que leyeran tu libro. De esos ya me he encontrado unos cuantos, y estoy muy contenta por ello.

Y si dicen que no, no te enfades ni insistas. Ese contacto y esa amistad sigue mereciendo la pena.

4. Haz un llamamiento en tu lista de correo

Este es otro consejo que he leído mucho. Agarra tu lista de correo (porque te has estado currando una lista de correo, ¿verdad?) y diles a tus lectores que estarás encantada de ofrecer ejemplares de cortesía a aquellos que se comprometan a reseñar tu libro en su blog o web de reseñas. Ah, sí, también te recuerdo que vas a necesitar tener muchos ejemplares de cortesía.

También tengo sentimientos encontrados respecto a esto. Puedes acabar regalando una gran cantidad de libros (y si son ejemplares físicos, eso implica un gran gasto, ya sea para ti o para la editorial) a personas que posiblemente ni te reseñen, o que hablen de tu libro en blogs o webs con diez visitas diarias. En mi caso, mi libro es digital y, aunque tengo una lista bastante grande, recibí mensajes solo de un pequeño puñado de personas interesadas en realizar reseñas. Podría también haber ofrecido ejemplares de cortesía para reseñar en mis redes sociales, pero tampoco quería restarle valor al libro en sí ante personas dispuestas a gastarse el precio de compra (que, por cierto, es bajísimo: solo 3 euros).

5. Regala libros a mansalva

Esta táctica es eficiente sobre todo para aquellos que ya tienen unos cuantos libros en el mercado y tienen pleno control sobre sus obras (es decir, autoeditados). Puedes contactar con todos los reseñadores que encuentres y también con todos tus seguidores: regálales libros con la única condición de que te puntúen en Amazon, Goodreads y similares (pero sobre todo en Amazon). La visibilidad obtenida puede darle un buen empujón a tus demás libros, lo que en teoría resulta en mayores ventas.

¿Cuál es el problema con esta táctica? Es útil si tienes un prestigio y calidad probada, pero eso de regalar libros está tan visto ya, hay tantos libros gratis, que muchos lectores se dedican ya a descargar y descargar y no leerse ni la mitad de lo que tienen en el Kindle. Hay más probabilidades de que lean libros físicos, que todavía tienen ese peso de elemento sagrado (por muy mala que sea la portada) con el que nos hemos criado, pero el coste para ti o para tu editor será difícil de asumir. Esta estrategia, por tanto, puede funcionar para autores con cierta trayectoria, o para novatos con mucha paciencia y con la vista puesta en la meta muy lejana, autores a los que les interesa más conseguir lectores que compradores. Esta es una estrategia que deberá acompañarse de una entrega grande a dichos lectores: una presencia atractiva en redes sociales, un networking intensivo en todo tipo de convenciones y encuentros, etc., etc., etc.

Pero entonces, ¿qué nos recomiendas, Gabriella?

Ya veis, no hay una solución definitiva. Estas son cinco vías que pueden funcionar (o no). A la larga, vistos los resultados obtenidos por otros autores, considero que estas dos podrían ser las más productivas en lo que se refiere a la búsqueda de reseñadores:

  • Ofrecerles un producto muy atractivo (edición de lujo, edición física acompañada de buena presentación y sinopsis) a personas con un amplio espectro de influencia (reseñadores con muchos lectores), para conseguir pocas reseñas en lugares de gran alcance, u
  • ofrecer productos de bajo coste para ti (eBooks de cortesía, por ejemplo) a muchísimas personas, a cambio de que te realicen reseñas en Goodreads y, sobre todo, Amazon, lo que ampliará la visibilidad de tus libros. Este es un sistema que le funciona muy bien a autores como S. J. Scott, que llega a regalar TODOS sus libros a los que pertenecen a determinada lista de correo, con la petición de que valoren sus libros a cambio. Al ofrecernos estos libros a los que estábamos en su lista de correo normal, lo único que tuvimos que hacer fue decirle que nos apuntábamos a la lista exclusiva. Así, Scott sabía que somos lectores que abren y leen sus emails, y por tanto somos lectores dispuestos a interactuar y a apoyarle. La estrategia le funciona admirablemente bien.

También puedes combinar los cinco puntos enunciados: «cortejar» a reseñadores, que ya te conocen porque has interactuado con ellos en Twitter y en otros medios; a la vez regalar libros estratégicos a tus seguidores para conseguir esa visibilidad que necesitas.

¿Entendéis ahora lo que dije más arriba de que no he tenido tiempo de buscar reseñas? Lo sé. Vosotros estáis en las mismas: mantener un blog, escribir, leer y encima intentar ingresar algo de dinero con que alimentar a tus muy hambrientos gatos y novio no es para débiles.

Yo soy un poco débil y un poco cobarde. Así que si queréis leer y opinar sobre mi libro, solo tenéis que decírmelo (ahí tenéis el formulario de contacto). Si os comprometéis a puntuarlo, yo os lo regalo, en serio.

Decidme: Gabriella, tengo un blog de reseñas, o de restauración de micromachines, o no tengo blog pero luego me voy a Amazon o a Goodreads y digo cosas como «este libro apesta tanto que hasta en el Congo se están poniendo pinzas en la nariz» o «este libro está bien, salen palabras» o «este libro es lo mejor que me ha pasado en la vida desde que mi novia decidió que las mujeres también molaban». De paso, dame el email de tu novia. Es para regalarle también mi libro y que lo valore. Para nada más, lo juro.

Pensad en la de listas y listas de tuiteros influyentes y de influencers blogueros a los que ya no tendré que enviar patas de jamón ibérico. La de tiempo que ahorraré para poder traeros más y más artículos sobre escritura, creación, productividad y cocodrilos.

Y ahora me vuelvo a mi agujero. Hay muchos de esos artículos que escribir, muchos libros sobre los que informar, muchas novelas que acabar y un escritor-novio hambriento que acaba de quitarle la comida a mi gato**.

Mirad, ahí van los dos, peleando por un palito de cangrejo falso.

 


*O no tan metafóricas. Alejo Cuervo, por ejemplo, tiene un trono de hierro hecho de espadas que pinchan. Y Cristina Macía tiene un sofá mágico hecho de la melena de pegasos multicolores y de las lágrimas de fanboys: os lo digo yo, que he estado en su casa.

**Iba a poner una foto de mi gato para rematar el chantaje emocional, pero entonces veríais que tiene una gran barriga y diríais que es mentira lo de que esté hambriento. Y sí, seguimos con el gran misterio de dónde está alimentándose este gato para tener esa barriga, que en casa come menos que el público de primera fila de la pasarela Cibeles.

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