Uno de mis mayores problemas con el clutterfuck, como ya he mencionado, es deshacerme de regalos. No puedo evitar sentirme culpable al considerar que hubo una persona que sentía el suficiente afecto por mí como para molestarse en gastar dinero y tiempo en un presente que pensó que me podría gustar.

El principal problema con los regalos recibidos es que más del 50% de cosas que recibo no son cosas que me gusten especialmente, ni que me hagan mucha falta. Reconozco tener un gusto bastante especial, y hay algunas cosas que suelo dejar claro si me preguntan:

  • Si no sabes qué comprarme no me compres nada. De verdad que no pasa nada. En serio. Para mí es más importante compartir mi tiempo contigo en este día señalado (Navidad, cumpleaños, etc.).
  • Si vas a comprar algo sí o sí, que no sea bisutería ni libros. Lo primero, porque ya hago yo la mía y es la única que me suelo poner (por aquello de que he hecho alguna venta al llevar puestas mis propias creaciones y que la gente se interese por ellas). Con la excepción de anillos. No hago anillos y me encantan (y cuanto más grandes mejor). Gracias a porrones a los que me habéis regalado anillos, me encantan. En cuanto a los libros, es que ya tengo miles, y además tengo un gusto particular. Es muy fácil equivocarse (aunque por suerte los que se arriesgan suelen acertar; será que me conocen lo suficiente) o que usan mi lista de los deseos de Book Depository.
  • Tengo dos grandes vicios: Zapatos y ropa (una 39,5 y una 40-42, graciasss). Es casi imposible meter la pata aquí, en serio. 

Con estas directrices es fácil que los demás acierten (¡ojalá a mí también me lo dejaran así de claro!), pero eso no quita que incluso las cosas que en su momento fueran útiles y amadas hayan llegado a un punto de no retorno. ¿Con qué cara le digo yo a la persona que me ha regalado que voy a deshacerme de su precioso objeto, cuando en su momento fue algo tan valioso?

Creo que en este sentido ayudan las palabras de Dinah Sanders, que en su blog Discardia habla de cómo llevar a cabo de manera más fácil y eficiente esto del clutterfuck (aunque ella no lo llama así; habla de minimalismo y de cosas guais de esas):

«How can you part with unwanted gifts without considering it an insult to the giver? 

Give everyone permission not to be able to read your mind and give yourself permission to change. The intent of gift giving is to make someone feel good (and/or to repay a social obligation). Recognize the act and the intent. Perhaps keep the gift around for a courteous amount of time, but on no account lie excessively about how much you like things you don’t – you don’t want to set yourself up for a matching bad gift the next time. Once the necessary niceties have been observed enough to communicate your gratitude for the intent, you should part with unwanted gifts without guilt. Disposing of them may require more discretion than with other things – the yard sale which the giver is likely to attend is a bad method, but the bottom of your Goodwill bag covered by that shirt that doesn’t fit anymore is just dandy. Quietly get rid of it and if the giver asks about it later, say something about your appreciation of the occasion and their thoughtfulness, but that it just didn’t fit with your other things. 

Note: there are some gifts into which a great deal of hard work was put. For these, it is probably best to come clean and let the giver have the opportunity to take back their artistic efforts rather than sneakily disposing of it. Bite the bullet and say «I really appreciate your making me something so special. I am impressed by your thoughtfulness. Unfortunately, this painting just doesn’t fit with the rest of my decor/I don’t wear the color of this hand-knit sweater/I’m allergic to taxidermied animals…» Whatever. It might be a rough conversation, but it’s better than the «You gave away my masterpiece to Goodwill?!!!» one.»

Traducción (mía, hecha volando y no del todo exacta, pero ya os hacéis una idea): 

¿Cómo puedes deshacerte de regalos no deseados sin que sea un insulto para quien te ha hecho el regalo? 

Dale a todo el mundo permiso para NO leerte la mente, y date permiso a ti mismo/a para cambiar. La intención al dar un regalo es hacer que el receptor se sienta bien (o devolver un favor o cumplir con una obligación social, claro). Puedes conservar el regalo durante cierto periodo de tiempo de cortesía, pero no mientas en exceso acerca de cuánto te encantan las cosas que no quieres, puedes acabar recibiendo muchos más regalos de este tipo. Comunica tu gratitud por el intento, pero deshazte del regalo sin ninguna culpa. Ten discreción (no es buena idea, por ejemplo, venderlo en un rastro por donde pueda pasar el que te hizo el regalo), deshazte del regalo sin grandes aspavientos y si luego te preguntan por él simplemente asegúrate de que el donante entienda que aprecias su consideración pero que ya no tenías posibilidad de quedártelo.  

Nota: Hay regalos que implican creatividad y esfuerzo, y en este sentido sería mejor ser sincero/a con el donante y darle la oportunidad de recuperar su regalo en vez de deshacerte de él a escondidas. Hay que desarrollar buenas excusas: «Estoy impresionada por tu esfuerzo y por haber pensado en mí pero… este cuadro no va bien con mi decoración / este jersey no es de mi color / soy alérgica a los animales disecados». Puede que le siente mal, pero siempre será mejor que «¡cómo que has donado/tirado a la basura mi obra de arte!». 

Al final me quedo con la idea de que la persona que te ha hecho un regalo, asumiendo que no era por compromiso o algo similar, lo ha hecho con la intención de mejorar tu vida, de que seas un poquito más feliz. Por tanto, tiene todo el sentido del mundo que acabe aceptando que un regalo que ya no te aporta nada, que lo único que hace es ocupar espacio, pueda terminar en manos de otra persona que pueda darle un uso mucho mejor. Y si no, mala suerte. Yo por si acaso no voy a incluir regalos en mi galería pública de clutterfuck, por si las moscas.

P. D.: Hablando de regalos, hoy ha llegado uno atrasado de mis cumpleaños: Los cuatro tomos que me faltaban para completar mi colección de Sandman. Sobra decir que estoy bastante emocionada, y que probablemente me los zampe todos de una vez de puro deleite.

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Leyendo: Las correcciones, de Jonathan Franzen. Lo estoy disfrutando muchísimo, si bien su magnífica prosa hace que me sienta muy muy pequeñita.
Escuchando: Cosas agradables y tranquilas de fondo para trabajar: Chopin y Schubert sobre todo.

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Imagen de regalos de http://www.flickr.com/photos/runytry/ vía Flickr.