Networking.

Net (red) + working (trabajar/trabajando). Trabajarse una red.

Uf.

Siempre me suena a gente que se cuela por tu ventana por la noche para robarte el móvil y quedarse con tu agenda de contactos.

¿O eso son vampiros? Nunca me acuerdo.

Me suena a gente que me agrega a LinkedIn para poder llegar a gente a la que tengo agregada en LinkedIn.

¿Malo? No. Pero siempre me hace sentirme un poco… objeto. Como si solo fuera un medio para un fin. Como la chica a la que se le acerca el chico más guapo del baile y se ilusiona y solo era para preguntarle el nombre de su amiga. Aunque esa comparación no es aplicable porque nunca he sido de chicos guapos en los bailes y a mí me encanta decir los nombres de mis amigas, que suelen ser bonitos y te bailan mejor en la lengua que el guapo este pesao. Pero en mi cabeza sonaba bien.

Es fácil volverse un poco paranoica. Alguien te dice que le encanta tu blog y que eres lo mejor que existe bajo el sol desde que murió Freddie Mercury. En un 99% de los casos, el siguiente párrafo empieza con «quiero pedirte un favor». Eso es algo que nunca te cuentan del blogging, por cierto. Que cuanta más gente te lea más gente te va a pedir favores. Algunos son favores muy chulos, otras veces no. Os creéis que todo esto es jauja y champán y fiestas orgiásticas en castillos escoceses, pero no.

En el 1% de los casos, el segundo párrafo empieza con «he hecho esto para ti». Esa es la gente de quien suelo acordarme. Esa es la gente a la que intento echarle una mano, si puedo, aunque no me pida nada. La gente que te escribe cosas bonitas y te cuenta cómo les ha afectado algo que has dicho, o cómo han recomendado tu libro a sus amigos.

Eso es networking, amigos. Ser ese 1%.

¿Quieres que alguien con seguimiento comparta tu material? Más te vale que sea bueno, lo primero y más te vale compartir sus cosas, mencionarlo en tus artículos, lo segundo. Y aun así debes entender que esa persona no te debe nada ni tiene ninguna obligación contigo.

Se puede, además, hacer networking del bueno aprendiendo e inspirándose al mismo tiempo. ¿Cómo?, me preguntaréis, porque sois muy preguntones y es una de las cosas que más me gusta de vosotros (eso y vuestro cabello dorado, ondeando al viento, vuestros erguidos pechos y enhiestas figuras que me ciegan con su perfección y brillantez).

Para ello recurro a Altucher. Otra vez, sí. Tú no tienes ni idea de ello, Altucher, pero en España hay una bloguera/escritora/mercenaria de las letras muy pesada que no hace más que citarte porque, qué diantres, a veces dices cosas muy buenas.

networking para escritores

Altucher y leer un artículo al día

Altucher tiene un artículo llamado 10 Habits to be Happier and More Productive que suena a chufla, pero que precisamente procura salirse de los listados habituales de «haz más ejercicio y bebe dos litros de agua al día mientras sonríes a tu vecina y le das las gracias a Dios/Alá/Zeus/Annoia por haberte creado en este día lluvioso, cargante y aburrido de mierda».

altucher

Esto es lo que hago cada día. Encuentro el blog de alguien interesante. Leo un artículo que tenga por lo menos cinco o seis años.

Si es un buen artículo, le envío una nota que diga: «Ese era un buen artículo».

Los archivos de ayer son los secretos de hoy.

Porque la gente está muy ocupada y se olvida y nadie se leyó ese artículo, para empezar.

Así que aprendo algo nuevo a la vez que le mando una nota amable a alguien, y a la vez robo material para mí mismo para más adelante.

No se trata de robar, eso lo entendemos. Pero sí que podemos encontrar ideas muy buenas en artículos de hace tiempo, por la sencilla razón de que tratan temas que no nos tienen ya cansados a todos. Yo recomendaría leer artículos de todo tipo, uno al día. Lee sobre cosas que salen de tu sector, de tu área de conocimiento. De la combinación de ideas muy diferentes pueden surgir las ideas revolucionarias.

Lo mejor de todo, además, es que harás amigos por el camino. Si tu costumbre es agradecer a los demás su buen trabajo, si además tienes la consideración de enlazar a ellos y mencionarlos cuando escribes sobre algo inspirado por su artículo, mayores son las posibilidades de que estas personas se añadan a tu red. A tu red abierta, que es la que vale.

Pero recuerda, siempre: hazle un cumplido a alguien porque realmente lo sientas. No para conseguir algo. Lo que consigues debe ser un efecto secundario inesperado y agradable.

No es un método rápido que dé resultados inmediatos. Pero a la larga funciona, os lo prometo. Y os recuerdo que vuestras redes os inspirarán, impulsarán y darán vida como escritores, si vuestra intención es publicar y vender más de un solo libro. Yo diría que ese networking es uno de los ejes principales sobre los que se basa la promoción para escritores, sobre todo para los que nos lo guisamos todo nosotros.

Y, por supuesto, no todos los artículos que leáis tienen que ser míos. Mal que me pese, hay vida fuera de este blog.

Ná, retiro lo que acabo de decir. Solo os permito que abandonéis este blog para poneros a escribir.

¿Sabéis lo que ayuda mucho para ponerse a escribir? Una fecha de entrega.

Justin Jackson y el valor de las fechas de entrega

Jackson es otro de esos blogueros a los que sigo por lo bien que escribe y por lo prácticos que son sus artículos. A veces habla de cosas que nada tienen que ver conmigo (lanzamiento de productos informáticos, por ejemplo), pero siempre encuentro alguna perla de sabiduría en sus métodos que son fáciles de aplicar a nuestro mundillo de escritores y aspirantes a grandeza literaria (no os riáis; todos habéis ensayado vuestro discurso de aceptación del Nobel delante del espejo, todos).

Hace poco, habló de las estrategias que más éxito le habían proporcionado al lanzar su obra Marketing for Developers (márquetin para programadores), y también sobre su experiencia escribiendo y lanzando el libro. Le ocurrió algo que a todos nos suena: cuando apenas le faltaba un 10% para acabar la creación de la obra, no hacía más que procrastinar, como si le diera miedo lanzar por fin el producto. Y dice esto:

justin jackson

En cuanto me puse una fecha de entrega, todo cambió. Supe que cada día que pasaba me acerca más al lanzamiento. No podía permitirme desperdiciar días.

Planes vagos de lanzamiento como «lo lanzaré en algún momento el año que viene» no sirven. Pon una fecha en el calendario. De hecho, podría convenirte tener estas tres fases de lanzamiento:

  1. Amigos y asesores,
  2. Acceso beta.
  3. Lanzamiento oficial.

Para proyectos grandes, es buena idea dejar unos 3 meses entre cada fase. Los proyectos más pequeños podrían pasar de una fase a otra en 1-3 semanas.

Creo que es interesante aplicar esto a nuestro proceso editorial, sobre todo en lo que se refiere a corrección (no sé vosotros, para mí es la fase más pesada y en la que más tardo, con diferencia). Si publicas con una editorial tradicional, estas fases vendrán marcadas por tu editor, pero si la edición queda en tus manos, podrías considerar este proceso del siguiente modo:

  1. Tras una primera corrección propia, toca dar a leer tu libro a amigos y familiares. Dedica tres meses a presionarles para que terminen de leerte y a aplicar las sugerencias que te parecen más productivas (consejo: aplica aquello que más se repita de un lector a otro).
  2. Ahora es cuando tienes que pasarle tu obra a los profesionales: a tu lector profesional o por lo menos a alguien con conocimientos profesionales que pueda asesorarte. Tienes ahora tres meses para aplicar los cambios pertinentes y enviar la obra a tu corrector.
  3. Lanzamiento oficial. Obviamente antes habrás hecho tareas de promoción y preparación, pero sí, llegó, tienes una fecha definitiva en la que tu libro TIENE QUE SALIR AL MERCADO.

Verlo así, con días y tareas marcadas en el calendario, te facilitará mucho las cosas. He de reconocer que con Lectores aéreos fui muy desordenada en mucho de esto y es algo que estoy intentando preparar un poco mejor para mi siguiente libro.

Y como estamos hablando mucho de corrección y de mercadeo y todas esas cosas tan prácticas, reculo sobre mí misma en un impresionante ejercicio de natación sincronizada y miro ahora hacia dentro, hacia la percepción del creador de ficción. Para ello me ayudo del profesor González Quirós.

González Quirós y el cuestionario del escritor

José Luis González Quirós compartió en Nueva Revista (ya en el 2007) un cuestionario que suele pasarle a sus alumnos el primer día de clase. González Quirós enseña Escritura de Ficción a alumnos de Comunicación Audiovisual, y me aterraría tenerlo como profesor. Yo, que me autodenomino escritora (¡ja!), me quedaría en blanco ante algunas de sus preguntas.

Pero tiene razón al explicar por qué este cuestionario es importante. Las preguntas son un examen de conciencia para el alumno (solo en esas preguntas ya aprende uno más que en muchos talleres de ficción), además de una información valiosa para el profesor sobre cada estudiante y sobre las tendencias generales de cada promoción. Utiliza el cuestionario como referencia, para explicar más adelante lecciones de peso.

No estoy de acuerdo con todo lo que expresa, claro. González Quirós no puede evitar juzgar a sus alumnos por sus respuestas. Se lamenta, por ejemplo, de que muchos, cuando se les pregunta por sus cuentos favoritos, hablen de cuentos que él denomina «Disney», en vez de hablar de Cortázar, de Carver, de Poe. Se lamenta de que estos alumnos no hayan ido más allá de los relatos de infancia. Sé de dónde viene ese lamento. Pero lo de los cuentos de hadas toca una vena sensible para mí.

(Atención: parte pesada donde Gabriella habla de análisis literario. Si os aburrísteis con mi charleta sobre Lorca y la metáfora, esta parte os la podéis saltar).

alerta¿Que por qué elijo esta señal de alerta para ilustrar mi advertencia? Pues porque "cuidado: renos bailarines" siempre será mi señal favorita, ever.

Las narraciones que vemos blanquitas y adorables en los cuentos de Disney provienen, como sabéis, de cuentos mucho más oscuros, de narrativas a lo Andersen repletas de tragedia y tristeza. Personalmente creo que los cuentos infantiles suelen ser los que más verdad esconden, y digo verdad en el sentido de atávico, de real, de terrible. Poe escribió cuentos de terror espeluznantes, pero para mí no pueden compararse con cada paso que da la Sirenita con sus nuevas piernas, como andar sobre cuchillas. Los cuentos infantiles se transmiten porque esconden símbolos y signos universales, mensajes a veces didácticos, a veces consoladores, casi siempre crudos. La sirena se transforma, pierde su capacidad de hablar, ahora anda con dolor. Ya no es una niña, anda sobre tacones de aguja, no se le permite expresar todo lo que piensa, ya no canta. Siempre he pensado que el cuento de la sirena era un cuento sobre la menstruación, de la posterior pérdida de la virginidad (por no hablar del abandono) y, cómo no, del desamor más cruento.

Pero divago, divago demasiado. El cuestionario es largo y tampoco quiero reproducirlo aquí íntegro, pero os recomiendo que le echéis un ojo y penséis qué responderíais vosotros. Algunas de las preguntas dan mucho juego, como: «busque diez fórmulas ―puede limitarse a cambiar de adjetivo― para expresar con palabras distintas las ideas de ‘lector voraz’ o «¿qué es lo contrario de vender?». De nuevo, con esa pregunta de vender, estoy en desacuerdo con la respuesta que proporciona el profesor, pero lo bonito de estas cosas es que son subjetivas y ahí, en el corazón de la disputa, se esconde el creador de ficción en cada uno de nosotros. En ese sentido, el cuestionario cumple sobradamente su función: discutamos y entendamos nuestras propias perspectivas de demiurgos.

Quirós reflexiona, sobre todo, sobre el aprendizaje. En el mismo título del artículo se pregunta si es posible enseñar a escribir, y habla de la larga y difícil tarea de ascenso, la escalada para aprender lo mínimo en este arte complejo. Para ello cita a Julian Barnes:

julian barnes

Cada relato y cada novela es empezar de cero. Cada vez que escribo un artículo de blog, es como si fuera también el primero.

Aquí me tenéis, con mis deditos virginales sobre un teclado sin estrenar.

Termino hoy con otro concepto del que siempre andamos hablando, buscando, persiguiendo, narrando: el flow.

Goeke y qué es el flow

Si no sabéis lo que es el flujo (no, ese no, guarrillos míos) o flow, leed a Isaac, que lo explica muy bien. Pero volved pronto, porque encontré otra definición de este concepto que me pareció excelente, en un blog de productividad, de boca (o mano) de Niklas Goeke:

niklas goeke

Esto hace que la experiencia de juego sea más fácil. Una vez consigues progreso en el juego quieres seguir jugando. Crea estado de flujo, un término que creó Mihaly Csikszentmihalyi. El flujo es un estado donde tu nivel de habilidad y el nivel del desafío están a la par, por lo que nunca te aburres ni te sientes frustrado.

Goeke pone para ello de ejemplo el diseño de un videojuego: nos sumergimos plenamente en el juego cuando no nos resulta ni demasiado fácil ni demasiado difícil. Y la mejor forma de entrar en ese estado es hacer que tu cerebro le dedique toda su atención a una sola tarea. No multitarea, no. Unitarea, monotarea, Deja-de-jugar-al-Candy-Crush-a-la-vez-tarea.

estado de flowEscritor en estado de flow. Por desgracia, perdió 60000 palabras de novela cuando fueron arrastradas río abajo.

Si te cuesta demasiado concentrarte en algo, pregúntate si es que es demasiado fácil. ¡Desafíate, sube el nivel de dificultad! Si es porque es demasiado difícil, relájate, respira, e intenta dividir la tarea en partes más pequeñas y sencillas (lo que en el ámbito del lifehacking y similares se conoce como «comerse un elefante»).

Y si es porque estás rodeado/a de distracciones, ya va siendo hora de eliminarlas.

A no ser que tus distracciones sean niños.

Una advertencia: no está bien eliminar niños.

Podrías ir a la cárcel. Y te necesito aquí, leyéndome. Así ganamos todos. Yo me siento mejor y tú, con suerte, te motivas, me haces caso, apagas el ordenador y te pones con tu monotarea.

Venga, ya sabes lo que toca.

¿Ya estás escribiendo?

 


Nota: El chiste de los renos bailarines no es mío, lo confieso. Es de José Antonio Cotrina, rey de chistes malos y muertes tormentosas y estremecedoras de niños indefensos en libros juveniles. Sí, me repito: si vas a matar niños, procura que sea en una trilogía épica de fantasía dirigida a adolescentes.

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