Tengo que decir que, en esto de las redes sociales, los escritores somos unos tonticos.

(Algunos agitáis los brazos indignados al leer esto; alzáis el puño y me juráis violencia; otros se acuerdan del aspecto de su timeline de Facebook y asienten, deprimidos por lo que está ahí fuera).

No, no son solo los tuits constantes de «compra mi libro», los mensajes privados automatizados, los dibujos en la mugre del coche que indican, claramente, un enlace a Amazon. No, no es solo eso.

No es solo que no sepamos mantener una imagen coherente, que no sepamos compartir, que no sepamos comunicarnos con eficiencia (lo cual, por otra parte, es normal, teniendo en cuenta que nos pasamos la vida encerrados en una habitación, delante de un ordenador, en vez de salir por ahí y conocer a gente en carne y hueso, y aprender a socializar como seres humanos).

Es que publicamos a lo loco todas nuestras chorradas y esperamos, ¡abracadabra, pata de cabra!, recibir la atención adoradora del público lector que merecemos. Y estamos bien convencidos de que merecemos, aunque sea, un poquito de atención (¡solo un poquito!).

Como me temo que no puedo solucionar los Problemas Grandes del mundo, pensé que podría empezar por intentar solucionar los pequeños. Y me agarré el libro The Art of Social Media, de Guy Kawasaki y Peg Fitzpatrick, y me puse manos a la obra. Vamos a ver si, por lo menos, podemos cambiar algo este gran barullo de gritos y grafiti en que hemos convertido los autores nuestras redes sociales.

Por si no os suenan los nombres, Fitzpatrick es una bestia parda de la comunicación en plataformas sociales y Kawasaki es el señor que te convenció de empezar a comprar productos Apple, allá en los 80. Además, ahora es el encargado de marketing de Canva, una de mis aplicaciones favoritas.

¿Qué he sacado de este libro? Demasiado, la verdad. No es largo, pero tiene condensada una cantidad increíble de información útil. Así que he decidido quedarme con los consejos que mejor podemos aplicarnos los que realmente necesitamos que nos hagan caso en este mundo de promoción saturada: nosotros, pobres escritores desconocidos. Y es que en la escritura no importa cuán bueno seas, si quieres que te lea alguien aparte de tu madre y ese tipo tan raro que te manda emails guarros a las tres de la mañana, te va a hacer falta un poquito de ayuda de las redes sociales.

Leed el libro entero si podéis, porque no tiene desperdicio. Pero podemos empezar por aquí. Este es un resumen de los mejores puntos del libro, con mis comentarios al respecto. ¿Tenéis lápiz y papel, tableta, archivo de notas, Evernote o un boli y una mascota blanca y tranquila a mano?

15 trucos

1. Conviértete en alguien reconocible y fácil de encontrar

No te sirve de nada estar en LinkedIn, Pinterest, Instagram y Twitter si en cada sitio tienes un nombre diferente y si no conectas unas plataformas a otras. Yo diría que además es útil usar la misma foto (o variantes de la misma) en todas las plataformas, para que, si te buscan, puedan reconocerte con facilidad.

Acuérdate de enlazar en cada una de tus plataformas a tus demás cuentas, a no ser que tengas cuentas que no actualizas o que no tienen ni el perfil rellenado. Eso no sirve de nada. Cada plataforma es una responsabilidad: mantén activas tus cuentas o deja de enlazar a ellas (o, directamente, elimínalas). Y sí, yo también tengo que hacer limpieza en unas cuantas. (Os recuerdo aquello de que más vale una sola cuenta bien llevada que hacer el chorra en ocho redes sociales distintas).

Kawasaki recomienda seleccionar nombres neutros para tus cuentas. Sí, es posible que dentro de unos años te arrepientas de haberte puesto @comep*llas49 en Twitter, por increíble que ahora te parezca. Lo mejor es, dentro de lo posible, utilizar tu nombre real o el pseudónimo con el que suelas trabajar (y esto último no sé si recomendarlo, que los pseudónimos pueden cambiar con el tiempo) en todos tus perfiles. Porque…

2. Los perfiles son importantes

Muchas veces, por pereza, no rellenamos la información en nuestros perfiles de cuentas sociales. No es necesario dar información que no nos apetezca, pero la gente es cotilla, y ayuda poner textos breves acerca de a qué nos dedicamos y por qué nuestros libros son el mejor invento que existe desde que alguien le untó mantequilla al pan tostado.

La razón es similar a por qué es importante tener una sección tipo «sobre mí» en tu página web. Repito: la gente es cotilla y quiere saber algo de tu vida, quiere saber si compartís intereses. Cuando busco gente a la que seguir en Twitter, solo me fijo en aquellos que dan alguna información en su página de perfil. La sensación que proporciona un perfil vacío (y no hablemos ya del «huevo» predeterminado como imagen) es que no utilizas apenas la cuenta. Y nadie quiere seguir a cuentas inactivas.

Ofrece además la imagen que quieras que se asocie contigo. Si quieres que te tomen por una persona seria, profesional, refléjalo con tu foto, ten una web con dominio propio y usa colores apagados. Si quieres que te tomen por una persona transgresora, utiliza frases originales y colores chillones. No tienes que convertirte en algo que no eres; simplemente intenta ser coherente y mostrar tu personalidad también con tu información y diseño. Es mucho más fácil recordar a la escritora Lucilla Powers, autora de poesía a la que le encantan el rosa y los vestidos, que a dhjhsjfyy56MUERte, que tiene una perrita de foto de perfil y una bañera llena de sangre como imagen de fondo, y que igual te comparte tuits sobre tenis que sobre las hambrunas en Crastennia, capital de Júpiter occidental. Bueno, igual eso sí sería digno de recuerdo, pero no sé si de seguimiento en Twitter.

3. Recicla tu trabajo

Antes publicaba mis artículos nuevos en mis cuentas sociales y ya; me olvidaba del tema y pasaba al siguiente, porque a veces puedo ser así de inútil. Cuando vi que tenía ya muchísimos textos acumulados, me pregunté, ¿por qué no compartir estos artículos con gente que lleva menos tiempo siguiéndome, que seguro que no los conoce? Así, se matan dos pájaros de un tiro: aprovechas contenido viejo para estar siempre en movimiento, y por otro lado te sirve para dar un repaso y poner al día información que se haya quedado obsoleta o que sea incorrecta.

Eso sí: no estés siempre publicando lo mismo, sobre todo si llevas poco tiempo moviéndote en redes y tienes pocos textos o ideas que compartir. Si compartes varias veces el mismo artículo, procura enfocarlo de forma diferente o muestra imágenes distintas.

Este mismo concepto puede usarse para recuperar libros o relatos viejos. Coge textos tuyos publicados hace tiempo, recorta los párrafos que más te gustan, y compártelos con una imagen bonita (acuérdate de especificar claramente de quién es la imagen, o usa un banco de imágenes gratuito o de pago).

Si eres una persona organizada y práctica (es decir, si no eres yo), puedes crearte una hoja de Excel con todos tus artículos y/o textos, indicando en qué fechas has compartido cada cosa (y la respuesta obtenida), para evitar repetirte mucho, asegurarte de compartirlo todo de manera ordenada y ver qué artículos funcionan mejor que otros.

4. Encuentra contenidos que interesen a tus lectores

Para que te compartan tienes que compartir. Y para que te sigan tienes que tener algo que ofrecer más allá del enlace a tu libro. ¿Pero dónde encontrar tantas fuentes de información y cosas chulas?

Tengo que reconocer que me ha llevado mucho tiempo compilar una lista y un sistema que me permite encontrar la información que más me gusta, pero cada persona tiene curiosidades e intereses diferentes: vuestro sistema será muy distinto al mío. Apúntate a las listas de correo de tus blogueros favoritos y a las de los periódicos y revistas que te proporcionen una mayor cantidad de información útil; añade a marcadores todo lo que veas que te llame la atención; crea listas con personas en Facebook y Twitter que suelan compartir enlaces de calidad. No pierdas el tiempo parándote a leer cada cosa sobre la marcha (¡no caigas en el agujero de Internet!), mándala a Instapaper o a Pocket y lee cosas sueltas en los ratos libres. Presta atención a los grupos de LinkedIn de tu sector, crea círculos y colecciones especializadas en Google+. También puedes realizar búsquedas especializadas. Los hashtags son sobre todo útiles para buscar ciertos temas en Twitter y en Google+.

Sí, calidad ante todo. Personalmente no comparto artículos muy breves, llenos de publicidad y poco trabajados; no comparto cosas copiadas de otras fuentes; no comparto artículos sobre temas de los que ya estoy aburrida; tampoco comparto textos con muchas faltas de ortografía o erratas. Tampoco suelo usar servicios de publicación automatizada, ya que me gusta personalizar cada mensaje. Soy exigente, sí, pero creo que eso da buenos resultados. No comparto nada que no me gustaría leer a mí.

¿Que esto lleva mucho tiempo? Oh, sí. Muchísimo. Y por eso lo hace poca gente. Por eso destacarás si consigues hacerlo bien.

5. Mejora tu propio contenido

Si tienes un blog y escribes artículos o reseñas, recomiendo estas cuatro preguntas de George Orwell, que Kawasaki cita en su libro:

  1. ¿Qué estoy intentando decir?
  2. ¿Qué palabras expresarán lo que quiero decir?
  3. ¿Qué imagen o recurso lo hará más claro?
  4. ¿Es esta imagen lo bastante fresca como para tener efecto?

Con imagen Orwell se refiere a símiles y recursos parecidos, pero si lo tomamos de manera literal también es útil. Decide de qué quieres hablar, encuentra las palabras adecuadas y la imagen adecuada. Esto sirve tanto para artículos de 8000 palabras como para mensajes introductorios a contenido ajeno al compartirlo en Facebook.

¿Pero qué es lo que hace que tu contenido sea atractivo? Kawasaki lo resume en cuatro puntos:

  • INFORMACIÓN. ¿Qué ha pasado? ¿Cuáles son los datos?
  • ANÁLISIS. ¿Qué significan esos datos?
  • UTILIDAD. ¿Cómo puedes ayudar a tus lectores con esos datos?
  • ENTRETENIMIENTO. ¿Cómo puedes hacer que esos datos sean más interesantes/divertidos?

Obviamente, cada medio pone más énfasis en un punto u otro. Un periódico no debe entretener, debe informar (aunque puede darse una información de manera amena, pasarse de la raya le resta profesionalidad). De un blog o columna de opinión se espera algún análisis, alguna perspectiva personal. En una web o blog de escritor, los textos que mejor funcionan, claro, son aquellos que cumplen en alguna medida estos cuatro requisitos.

6. Piensa en qué interesa a tu público

Aunque tus intereses son importantes y dicen mucho de ti, debes pensar con detenimiento en qué le llama la atención al público que quieres atraer. Mi público son lectores y escritores, por lo que suelo compartir enlaces y textos relacionados con la lectura, los libros y la escritura. También me interesan mil cosas más, pero no suelo compartirlas tanto, porque no entran dentro de las categorías del público al que me interesa atraer.

No tengas miedo a compartir contenidos directa o indirectamente relacionados con tu público. Si te interesa atraer a lectores de ciencia ficción, sí, puedes compartir noticias de ciencia y astronomía; si te interesa atraer a lectores de romántica gótica, sí, comparte esos versos de Byron y ese corsé siniestro.

Pero no compartas treinta tuits seguidos sobre el partido de fútbol de anoche, ni interminables posts de Facebook sobre los mocos de tu niño de dos años ni tu visionado completo de Master Chef, a no ser que tu público sean aficionados al fútbol, madres angustiadas o gente a la que le gusta ver cómo se insulta a otras personas en público.

7. Personaliza lo que compartes

No se trata solo de compartir contenidos ajenos y propios. Un enlace a secas no le dice nada a nadie. Si publicas o compartes un enlace, una imagen o texto en las redes sociales, explica por qué te gusta y cuál es su tema. Cuando me retuitea alguien en Twitter, por ejemplo, sonrío agradecida a mi benefactor. Si además se molesta en decir unas palabras con el enlace, hay muchas más probabilidades de que mire su perfil, que lo siga, que me interese por su trabajo.

Además, así te aseguras de que toda la información llegue a buen puerto. Hoy mismo publiqué en Facebook una convocatoria para autores a los que entrevistar en la web, y llevaba adjunta la hoja Google donde inscribirse. Varias personas muy majas compartieron mi estado de Facebook, pero no añadieron ningún comentario ni explicación. Por la sencilla razón de que Facebook para estas cosas a veces es un poco tontolaba, solo aparecía el archivo de Google: quien lo vea no sabrá a qué viene ni para quién es, por lo que la información crucial se pierde. Asegúrate siempre de compartir bien cualquier dato y de darle tu toque personal.

8. Sé agradecido

redes sociales

Es de todos bien sabido que imágenes como estas no sirven de nada en las redes sociales. El único “gracias” que vale es el que acompaña a una pata de jamón ibérico, a una botella cara de vino o a un ingreso en cuenta bancaria. ¡Es cierto, lo prometo!

Conforme crece tu blog o cuenta social, cada vez es más difícil agradecer absolutamente todos los shares, likes, compartidos, +1s, etc. (además de que puede quedar un poco cansino incluso para el que te comparte). Pero asegúrate de agradecer a aquellos que se toman la molestia de ir un poco más lejos: realizar un comentario inteligente, reflexionar sobre lo que han compartido, etc. Si alguien publica contenido que te gusta, asegúrate de decírselo. Del mismo modo, si has encontrado contenido realmente bueno, acuérdate de hacer una mención a la persona que te lo ha sugerido o proporcionado.

Kawasaki no habla de esto, pero yo creo que además hay que ser agradecido a un nivel más profundo. Es un tema sobre ética de navegantes sobre el que tengo pendiente escribir algún artículo. Muchos blogueros, por ejemplo, pagan sus gastos de servidores y etc. con publicidad o pequeños servicios; al igual que muchas páginas web. Sé que andamos todos muy apretados, pero si alguien me ofrece contenidos de calidad que me son útiles, intento recompensarlo de alguna manera, ya sea pinchando en su publicidad, realizando una donación o comprando alguno de sus productos. Eso no me proporciona ninguna recompensa inmediata, pero los creadores de contenido lo agradecen, es un granito más de arena en su desierto y es algo que me gustaría que los demás también hicieran por mí.

Hay miles de maneras de agradecer las cosas chulas que se nos proporcionan a diario de manera gratuita. Incluso la piratería me parece útil si por lo menos intentas compensarla un poco recomendando activamente los libros que te han gustado. No seas de esos que toman lo que les sirve, lo usan para sus propios fines y encima se ríen de los que intentan devolverle algo al creador.

9. Sé visual

Si tienes un blog o web, asegúrate de que tus textos lleven imágenes grandes incorporadas para que puedan acoplarse automáticamente a las publicaciones en redes sociales; si compartes contenido ajeno, busca la imagen correspondiente del artículo o texto para decorar tu share.

Está más que comprobado que en las redes sociales se pincha y comparte mucho más en enlaces o textos que llevan imágenes. Simplemente llaman más la atención. Y si lo haces para tus propios textos, procura hacerlo también para los demás, aunque solo sea de vez en cuando. Te agradecerán la molestia.

Evita también los grandes bloques de texto en sitios como Facebook, LinkedIn, Google+… Separa las ideas en parrafitos para que queden claritas y fáciles de leer. Y no nos cuentes tu vida (a no ser que seas, no sé, reportero de guerra o cazador de tiranosaurios), sé conciso y ofrece solo la información necesaria.

Un apunte: recuerda que las imágenes pertenecen a sus creadores. No uses para tus artículos imágenes que no sean libres de derechos. Yo admito que de vez en cuando uso imágenes ajenas para ilustrar algo en Twitter, pero me aseguro siempre de enlazar a su autor. Hay una diferencia entre compartir el trabajo de otros y usarlo para tus propios fines.

10. Encuentra títulos irresistibles

Para mí esto ha sido clave. En el último año, diría que ha sido la herramienta que más ha hecho por el crecimiento de este blog.

Os dirán mil veces que las listas están muertas. Me lo dijo un experto en SEO el año pasado, de hecho, y los artículos con formato lista siguen siendo los que más visitas me traen al blog, con diferencia. Creo que las listas tardarán bastante en morir. ¿Por qué? Porque las listas son fáciles de leer de un solo vistazo: enseguida vemos si nos merece la pena leer el artículo o no. Nos ayudan también a organizarnos mentalmente, es más fácil asimilar la información y recordarla.

Y si las listas son largas, ya… El artículo que mejor ha funcionado en este blog es el de 69 ideas para una productividad sobrehumana.

No solo las listas funcionan. Sirve cualquier titular que despierte la curiosidad del lector (el típico clickbait de «Nunca adivinarás que le pasó a esta señora de 82 años mientras lavaba el baño»). Una advertencia: con ese tipo de titulares «cebo», más te vale que la respuesta sea sorprendente de verdad. Sí, puede que 8000 personas quieran saber qué le pasó a esa anciana, pero os aseguro que si la respuesta es «le quedó muy limpio», vas a tener a 8000 personas muy cabreadas.

También funcionan bien, por desgracia, los titulares negativos o destinados a infundir miedo («10 cosas que hay en tu dormitorio que podrían matarte»). Personalmente no me parecen del todo éticos, pero allá vosotros y vuestros diablillos particulares.

11. Encuentra la frecuencia adecuada para cada plataforma

Twitter no es Facebook, Pinterest no es Instagram. La visibilidad de un enlace en Twitter, por ejemplo, es muchísimo más corta que en Facebook. Hay muchas ratios diferentes de cuánto deberías compartir en cada plataforma, y cuánto de ese contenido debe ser tuyo y cuánto ajeno. Por lo general, encuentro que una proporción de un texto tuyo por cada dos ajenos suele funcionar bien, siempre claro, que tus textos sean algo más que el ya mencionadísimo «¡compra mi libro!».

Estas son las frecuencias de publicación recomendadas por Kawasaki. Los primeros números son los recomendados para un uso periódico de las redes sociales. Los segundos son para gente que ya tiene cierto seguimiento y quiere crecer con relativa rapidez (además de ser más o menos el límite en que la gente te empieza a gritar y escupir):

  • Facebook: 1-2 veces al día (3-4).
  • Google+: 3-4 (8-10).
  • LinkedIn: 1 (4).
  • Pinterest: 6 (10-12)
  • Twitter: 8-12 (25).

¿Cuál es el mejor momento para publicar contenido y para compartirlo? Hay muchas teorías al respecto, pero dependen de cada país y de cada sector. Personalmente encuentro que las horas más fuertes son entre 9 AM y 2 PM y de 7 PM a 10 PM (con picos sobre la una y las ocho de la tarde) pero igual vuestra experiencia es distinta. Aquí, y en miles de laboratorios llenos de vasijas burbujeantes y arañas radiactivas, la experimentación es vuestra amiga. O es con vuestra amiga, aquella maravillosa noche en la residencia de estudiantes bajo la fría luna de invierno, pero esa ya es otra historia muy diferente.

12. Programa, dentro de lo posible

Está claro que si quieres mantener el ritmo indicado ahí arriba y llegar a todos tus seguidores (probablemente tengas unos cuantos en el otro hemisferio), no puedes pasarte el día con la alarma puesta para correr a colgar el enlace de turno. Programas como Tweetdeck, Buffer o Hootsuite sirven para programar tus publicaciones en las diferentes redes sociales. Facebook, además, te permite programar las publicaciones en tu página profesional, lo que viene muy bien para preparar por adelantado la publicación de textos y enlaces en tu página de autor.

Como ya he comentado, hay quien gusta también de programar ciertos «compartidos», de manera automática. Si hay blogs o webs que te encantan y que sabes que siempre ofrecen material a la altura, puedes hacer que tu red social publique automáticamente cada artículo nuevo, en cuanto salga (Twitterfeed es un buen ejemplo). Muchas redes te ofrecen asimismo la posibilidad de publicar tus enlaces no solo en dicha red, sino también en otras que tengas enlazadas. Personalmente no es una opción que me atraiga, por lo comentado sobre la personalización, pero sé de autores a los que les funciona bien.

13. Mucho cuidado con los trols

Un apunte fundamental que hace Kawasaki es que es más importante quién te ve contestar que la persona a la que le estás contestando. Muchos lectores y seguidores te juzgarán según cómo respondas a determinados comentarios. Así que aquí hago tres anotaciones importantes:

  1. De entrada, da el beneficio de la duda: Lo malo de comunicarse por escrito es que no percibimos el tono, y cosas que suenan ofensivas y críticas pueden ser humorísticas o afables. En esos casos, prueba primero a contestar con educación, de manera neutra, y observa la reacción de la otra persona. En un porcentaje elevado de los casos responderá con amabilidad y te darás cuenta de que has malinterpretado su comentario inicial.
  2. Solo tres rondas: Ante trols, haters y críticos sin razón, Kawasaki aplica también la regla de tres: permite un comentario ajeno, una sola respuesta tuya y otro comentario ajeno de vuelta. Si ese tercer comentario sigue siendo molesto o, simplemente, no aporta nada a la conversación, mejor dejarlo ahí y que la cosa no escale.
  3. Esta es mi casa y no tengo que aguantar tonterías. Sí, básicamente funciona así. Si alguien insulta, hace un comentario realmente ofensivo o algo que te parece completamente inapropiado, tu cuenta/plataforma/web es tu cuenta/plataforma/web y que no te remuerda la conciencia en absoluto al bloquearlo, ignorarlo o eliminar su intervención. Recuerda que los comentarios ofensivos hacia otros que participan en la conversación también cuentan. Es tu responsabilidad ofrecer a tus lectores un sitio cómodo y seguro donde puedan intercambiarse ideas sin llegar a la sangre. Lo dicho: aquí venimos a aprender y compartir, no a peleas de patio de colegio. Para eso ya hay webs de sobra.

Para saber más sobre los trols en general y su comportamiento, recomiendo este artículo de Lis Roselló.

14. Ninguna red es tan potente como el IRL

IRL (In Real Life) es la red más poderosa que existe. Ya puedes ser un superusuario de Twitter: tus mejores contactos y amigos/clientes/lectores te vendrán a través de los encuentros en persona. Lo he comentado mucho en el blog y vuelvo a decirlo: si podéis, acudid a convenciones, congresos y demás saraos de vuestro sector. No solo haréis networking del chulo, del que no parece sacado de un manual para robots psicópatas, sino que os lo pasaréis pipa hablando de todas las cosas que os interesan. NADA te da una sensación más real de lo que ocurre en tu sector y cómo funcionan los procesos editoriales que hablar con otros escritores, editores y demás fauna literaria.

Hay algo que a mí me ha venido genial siempre, a pesar de mi horrible timidez: saber otro idioma. Sácale brillo a tu inglés. La gente acudirá a ti para que eches una mano con los invitados de fuera (TRUE STORY). Así, sin quererlo, acabas tomando algo con Ramsey Campbell y Melinda Gebbie; acabas traduciéndole el menú del día a Tim Powers y te llevas de vermú a Jasika Nicole. El valor de echar una mano con el idioma, sobre todo cuando hay comida y bebida por medio, es inmenso. Una amiga mía se ha ganado ya a varios grandes dibujantes de cómic mediante el sencillo método de preocuparse por que no pasen hambre (nada alegra tanto a un dibujante de cómic o a un escritor que el que les traigan algo de beber o comer mientras andan firmando). Puedes pensar que porque la gente es famosa e importante no necesita que les echen una mano. ¡Gran error! Habla y trata a la gente como si fueran seres humanos.

¿Se acordará alguna de esas personas que he mencionado de mí? ¡Por supuesto que no! No se trata de conocer a gente famosa por conocerla y poder soltar nombres de forma idiota como acabo de hacer yo, sino de poder charlar con personas que han vivido cosas realmente interesantes y de las que puedes aprender una buena barbaridad.

No te obsesiones con buscar a los «peces gordos», que de todas formas están hartos de que se les peguen los pesados. La gente pequeña e interesante de hoy se transforma en gente muy grande de mañana. Si nunca hubiera ido a aquella primera hispacon de Getafe, hace muchos, muchos años, no habría conocido a quien hoy es mi pareja y compi de escritura.

Cualquier tipo de networking, creo yo, debería hacerse porque admiras y te interesa alguien, no porque tengas ganas de echarle mano a su agenda de contactos (y a veces tengo la sensación de que ese es el único objetivo de LinkedIn).

15. Las redes sociales son para socializar, así que socializa

Interacciona con otras páginas de Facebook, intercambiad promoción la una de la otra en vuestros muros. Contesta a los que comentan tus tuits, participa en conversaciones interesantes. No puedes esperar que la gente te haga mucho caso si te limitas a escupir contenido sin invitar a nadie a la conversación virtual. Ya tendrás tiempo de ignorar emails y menciones cuando seas tan sumamente popular que ya te resulte imposible.

No olvides, además, conversar y aprender de los que están dos peldaños por encima de ti. Por favor, no hagas mucho caso de los consejos de las personas que tienen bastantes seguidores menos que tú. Pueden darte buenos consejos sobre escritura, sobre lecturas, sobre cómo cambiarle el aceite al coche o cómo combinar colores en los trajes tweed, pero si un huevo con 30 seguidores te dice que en Twitter lo estás haciendo fatal, no le prestes demasiada atención. Si te lo dice Juan Gómez Jurado, igual sí es para pensárselo.

Y lo más importante de todo esto…

Hay mil tácticas y técnicas y métodos para conseguir más seguidores en todas las redes sociales. Sí, algunos dan resultados a corto plazo, pero recuerda que siempre debes pensar a larga distancia. Como escritor, tú más que nadie deberías saber que esto es una maratón. En ese sentido, te aconsejo que te alejes de maniobras que tengan una ética cuestionable, que no sean sinceras ni vayan de frente, como utilizar cuentas clónicas para atrapar más seguidores, crear cuentas falsas para dejar reseñas a tu propia obra en Amazon y cositas por el estilo.

Al final, son tus fans, fieles y lectores a muerte los que te van a vender libros, no miles de personas que ni siquiera saben quién eres. Claro que puedes comprar seguidores en Twitter, ¿pero de verdad quieres a diez mil personas que ni siquiera hablan tu idioma, o que no sean aficionadas a la lectura? Si una solución parece demasiado fácil y rápida para ser de verdad, probablemente no sea de verdad.

Seguir todas las indicaciones de este artículo, desde luego, te quitará MUCHO tiempo. Doy fe de que son eficientes; por lo menos para crecer en redes sociales y alcanzar un público amplio. Saber vender tu libro a ese público amplio ya es otra cuestión y dependerá de otros factores, como el tener un producto adecuado a los gustos/necesidades de tus seguidores, tener puntos de venta accesibles, una buena distribución, etc. Ten en cuenta que la gente no compra libros simplemente porque el autor les cae bien. Todo esto te pondrá en el punto de mira: en tus manos está aprovechar las miradas con algo irresistible.

Cierro con las cuatro reglas con las que Kawasaki, a su vez, cierra su libro. Cita las cuatro enseñanzas de Don Miguel Ruiz, a las que añade la quinta de su hijo, Don Jose Ruiz. No soy yo muy de neochamanismo, pero sus consejos sirven requetebién para comportarnos en esto de la autopromoción y las redes sociales:

  1. Que tu palabra sea impecable (nada de faltas de ortografía, nada de contradecirse. Cumple con lo que dices que vas a hacer y moléstate en redactar bien).
  2. No te tomes nada de forma personal (porque solo los emoticonos te ayudan a saber si ese comentario iba por donde crees que iba).
  3. No des nada por sentado (nada está escrito en piedra [excepto las cosas que están grabadas en piedra] y mucho menos las supuestas «reglas» del marketing).
  4. Hazlo todo lo mejor que puedas (la promoción es importante, pero sin un buen contenido no te sirve de nada).
  5. Sé escéptico, pero aprende a escuchar (y recuerda todo lo que puedes aprender de otros, gracias a las redes abiertas).

Recomiendo unir este artículo al que tengo dedicado a la construcción y promoción de blogs de escritores. Haciéndolo bien y con paciencia, se pueden vender más de 7000 unidades de un libro autoeditado o se puede tener un libro con 603 seguidores en Goodreads cuando todavía faltan meses para su publicación, por poner los dos primeros ejemplos que se me han venido a la cabeza de personas que se mueven con gran eficiencia en las redes.

Tal vez eres un escritor que recuerda lo importante: que aquí veníamos a escribir. Por desgracia, y hago mucho hincapié en esa desgracia, si quieres que te lean, las cosas han cambiado. Las editoriales hacen lo que pueden, pero no podemos depender de que una editorial nos promocione a la antigua usanza, porque esa antigua usanza muchas veces no funciona. El contenido ya no vale por sí solo, por muy bueno que sea.

Si quieres escribir, escribe. Eso es, sin duda, lo más importante. Y cuanto más escribas, cuanto más te esfuerces, mejor lo harás.

Pero si quieres que te lean, te vendría bien empezar a aplicar algunos de estos consejos. No solo para vender, sino para que los lectores puedan llegar a ti y descubrir las maravillas que tienes para ofrecerles.

Porque tienes maravillas, ¿no es cierto?


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