Tengo muchos recuerdos favoritos, y es difícil elegir, pero creo que siempre que intento evocar algún recuerdo en concreto, algún momento en que me sintiera muy muy feliz, acabo volviendo al mismo momento de mi vida.

No recuerdo si es exactamente de infancia o de adolescencia, a lo mejor para entonces ya tenía 13 ó 14 años, pero eso no importa. Estaba en Londres, con mis padres, y era mi cumpleaños. Para celebrarlo habíamos ido a la city para recorrer tiendas y comer fuera. Tampoco recuerdo si a esas alturas yo empezaba a estar ya fascinada por las tiendas de ropa discotequeras londinenses, en un tiempo en que en la Costa del Sol no existía ni un miserable Zara. Lo importante es que recuerdo con gran nitidez pararnos a cruzar una calle, en la zona de teatros de Londres. Mi padre señaló hacia un cartel gigante que anunciaba a bombo y platillo el musical Grease. Yo era muy fan de la película, y comenzaba a perfeccionar el bailecito que hace Olivia Newton-John al final cuando le canta a John Travolta aquello de «You betta shape up…». Viendo mi cara de fascinación, mi padre comenzó a hablar de lo popular que era el musical, y de lo imposible que era conseguir cualquier tipo de entrada, de lo caras que eran y etc. Siguió así durante lo que a mí me pareció un rato interminable (creo que ya habían cambiado las luces del semáforo y me preguntaba por qué no cruzábamos la calle), y finalmente terminó con un suspiro y un acelerado «así que menos mal que fui previsor y tengo las entradas compradas desde hace meses».

Esa tarde vi Grease en un teatro londinense. No recuerdo qué ropa llevaba, ni cuál era el nombre del teatro. En años posteriores lo del musical se convirtió en un lujo que a veces nos dábamos, y vi Starlight Express, Jesucristo Superstar y We Will Rock You. Ninguno de ellos podía compararse ni de lejos con la emoción de asistir a aquel primer espectáculo mágico, con la emoción de saber que alguien había conseguido mantener durante tanto tiempo el secreto de haber comprado esas entradas, sólo para darle a una chavalilla preadolescente uno de los mejores días de su vida.

¿Cuál es tu recuerdo favorito?