(Esta entrada pertenece a la lista de 80 ideas para un log de Tom Slatin, ideas que he ido lentamente exponiendo y contestando en este blog. Podéis ver el resto, o por lo menos las que me haya acordado de etiqueta, aquí. Algunas están desordenadas debido a que me salté un par sin darme cuenta y luego he vuelto a ellas).

Esto me recuerda a la famosa lista de «cosas que quiero hacer antes de morir» o «cosas que quiero hacer antes de los 30» y todo ese tipo de enumeraciones destinadas a darnos cuenta de lo que realmente queremos en la vida, para que dejemos de procrastinar y nos dediquemos, YA, a conseguirlas.

Nunca se me ha dado muy bien este tipo de listas. Antes era porque no hacía listas de cosas que yo quisiera hacer, sino de cosas que pensaba que eran las que debía querer hacer. Así, podía incluir puntos como «viajar a Japón» que, si bien es algo que podría ser interesante en algún momento de mi vida, no es una prioridad ni me imagino ahorrando en este momento para ello.

Y esa es la diferencia. Como estoy muy empeñada en hacer AHORA todas las cosas que quiero hacer, no tiene mucho sentido realizar una lista de estas, más que nada porque cualquier idea de algo que quiera hacer antes de morir es algo en lo que me pondría ya mismo, y mis días solo tienen 24 horas (y ahora que hace tanto calor, solo unas cuatro o cinco de ellas son aprovechables).

Ahora la lista es difícil porque no tengo del todo claro qué es lo que quiero, ahora que esos puntos en ese listado conllevan la responsabilidad de llevarlos a cabo. No siento la necesidad apremiante de ver grandes monumentos o accidentes naturales antes de morir, ni de aprender algún idioma o a tocar algún instrumento. Si realmente deseara tanto hacer esas cosas estaría haciéndolas. Es muy bonito tener una imagen abstracta, lejana, de algo que crees que debe de ser agradable. Pero cuando te pones a analizarlo, se trata más bien de encontrar qué cosas te apasionan realmente y no deseas abandonar esta existencia sin haberlas probado. Y eso conlleva, como ya he dicho, la responsabilidad de darles realidad. Mi lista auténtica, real, incluía cosas como «romper con mis adicciones» o «perder peso», algo en lo que ya estoy, así que creo que otra lista de cinco cosas que quiero conseguir antes de morir sería la siguiente:

  1. Hacer el suficiente dinero como para ser totalmente independiente llevando a cabo trabajos y tareas que me apasionan.
  2. Crear, compartir lo creado y recibir cierto aprecio y reconocimiento de los demás por lo creado (no incluir lo tercero sería mentirme a mí misma).
  3. Llevar a cabo una pequeña selección muy personal y privada de actos sexuales que todavía no he probado.
  4. Leer más libros, saber más cosas, conocer a más personas fascinantes.
  5. Sobrevivir a la depresión.

Como veis, está bastante alejado de la clásica lista de «ver el Taj Majal», «aprender swahili» y «convertirme en jugadora de curling profesional». Porque en el fondo cualquiera de esas cosas, de interesarme, estarían metidas dentro de algunas de los cinco puntos que he señalado en este post. Es solo cuestión de ponerse. Cuando empiezas a pensar que nada es imposible, te sorprende, de manera impactante, lo muy posibles que son muchas cosas. Y si puedo con el 5, ese enemigo que está siempre, como el péndulo de Poe, oscilando sobre mi cuerpo, puedo con cualquier cosa.

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