El miedo es uno de mis mayores enemigos, así que por lo general me preocupo más de lo que debería por cosas sin importancia. En este sentido, ha habido muchos momentos en los que daba por sentado que determinada decisión resultaría en desastre, aunque luego no fuera así. En el fondo, muy en el fondo, sabía que era la decisión necesaria, pero joder qué seguridad tenía de que todo iba a salir mal.

Ha habido varios momentos definitivos en este sentido, algunos más privados que otros. Me quedo con la noción de que todos los caminos son los correctos, todas las decisiones son las acertadas (qué remedio). Pero sí que es cierto que tiendo a anticiparme de manera negativa a las reacciones de los demás y al resultado de mi propio trabajo, por ejemplo, tal vez como mecanismo de defensa ante dicha posible reacción negativa. Soy hipersensible y tiendo a darle demasiada importancia a lo que los demás piensen de mí, así que cualquier reacción negativa me afecta bastante. Esto, a su vez, conlleva que huya de cualquier tipo de conflicto (sobre todo desde que no bebo y ha desaparecido mi pequeña vena violenta), lo que por un lado me proporciona paz pero por otro permite, a veces, que otros se aprovechen de la situación. Me alegra poder decir que con el tiempo soy cada vez más consciente de este defecto e intento ser lo más asertiva que puedo, restándole importancia a las opiniones ajenas; pero por otro lado también me evita entrar en discusiones bizantinas y sin sentido, por lo que puede ser un defecto muy útil.

Es complicado hablar de un solo momento en que todo salió bien, frente a las posibilidades adversas. El año pasado en general fue ese momento: el cierre de una empresa, una ruptura sentimental intensa, el abandono de los antidepresivos, iniciar una dieta por enésima vez, dejar de beber… (sí, soy de hacerlo todo de golpe). En ninguno de esos casos sabía qué me iba a encontrar, y sospechaba, con razón, que el periodo de duelo sería muy largo, tanto que a día de hoy todavía no ha terminado por completo. ¿Ha merecido la pena? Sí. ¿Ha salido todo bastante mejor de lo que me esperaba? Desde luego.

Ahora sólo queda aquello de hacerse millonaria, vivir en la casa de mis sueños (hablo de modo literal, he tenido visiones, medio dormida, de un saloncito ideal), adoptar más gatos y encontrarle editorial al poemario nuevo, no necesariamente en ese orden. Suena complicado, pero he conseguido cosas mucho más difíciles.

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Leyendo: Her Fearful Symmetry, de Audrey Nieffeneger.
Escuchando: El eco de alguna serie de época británica que están viendo en el piso de abajo.




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