Los lunes siempre dan ganas de hacer algo diferente porque, qué remedio, los lunes son asquerosos. Sin embargo ha sido un día bastante normal, sin juergas ni nada extraordinario. No tengo problema con los domingos por la noche porque suelo afrontar la semana nueva con bastante ilusión, con ganas. Luego llega el lunes, estoy cansada, arrastro mi cuerpo hacia el paseo marítimo y a los diez minutos ya estoy resoplando, quedándome dormida en los bancos. Hoy estaba todo particularmente asqueroso porque se ha celebrado recientemente un torneo de paintball en la playa, y todo está lleno de vasos de plástico medio vacíos, capuchones de tinta fluorescente y basura variada. Iba escuchando una conferencia sobre Brahms (sí, es bastante más entretenido que ir escuchando música, curiosamente) y conseguí llegar justo a tiempo para terminarla, con frío, sueño y desidia generalizada (algo así como una clase a primera hora en la facultad). Es como si me hubieran chupado toda la energía antes siquiera de empezar. Comienzo a animarme sobre las seis de la tarde y me enzarzo en una búsqueda sobre la posible falsedad de unas cuentas de obsidiana que compré hace tiempo. Iba a subir un collar nuevo a Miss Cristal pero no quería hacerlo hasta estar segura de qué estaba hecho; al final me he contentado con hacer un par de pendientes.

Queda la sensación de que se ha hecho algo, pero no todo lo que se debería. Esa sensación me gusta acallarla con unas cervezas al final del día, pero qué vamos a hacerle, tendré que consolarme con Ishiguro, Sennett y la férrea determinación de concentrarme en la acción, no la potencia.

P.D.: ¿A alguien más le pasa que cuando se acuesta por la noche se le ocurren miles de cosas interesantes que contar en un blog, pero cuando llega el día siguiente y el momento de escribirlas, no se acuerda de ninguna?