Hoy me apetecen magdalenas de esas monísimas de colorines, las que los estadounidenses llaman cupcakes y los británicos, fairy cakes (es genial ese nombre, «pastelitos de hadas»). Pero por un lado estoy contando las calorías y por otro… bueno, por otro ni siquiera me gusta mucho el dulce. El antojo extraño está ahí, así que lo he satisfecho haciendo un collar que me recuerda a los pastelitos de colores y a Kirsten Dunst en la película de Sofia Coppola, con ese vestuario rococó en tonos suaves: