Supongo que, de una manera u otra, la mayoría de nosotros recibe una educación moral. Puede ser religiosa o no, pero suele haber alguien o algo en nuestras vidas que nos dice «esto está mal» y «esto está bien».
El problema de la ética es que existe la noción de que no es funcional, que no sirve para nada aparte de para no acabar en la cárcel o en el infierno, según tus creencias personales. Realizar una buena acción, si es realmente desinteresada, no suele proporcionarte beneficios, más allá de la satisfacción personal. No sé si recordáis aquel episodio de Friends en el que Joey y Phoebe discuten acerca de la existencia de acciones realmente desinteresadas; en realidad toda acción parece ser interesada.
Una de las cosas que me horrorizaba de pequeña era que una de las críticas que recibía a menudo, por parte de profesores, amigos y familiares, era que era «demasiado buena». Esto no significa que anduviera con doce años ayudando a los sin techo, sino que mi predisposición a creer en la bondad natural de las personas me hacía quedar como tonta (la edad te espabila, pero no del todo). Pese a mi labia cínica, es una predisposición que aún mantengo, no porque crea realmente que las personas son buenas, sino porque necesito pensar que no soy la única que se ve afectada por principios morales, tal vez como defensa ante una realidad cruel e inhóspita.
No quiero decir con esto que yo sea una persona buena, en el sentido moral de la palabra. Intento hacer lo correcto, y muchas veces no lo consigo. Generalmente por omisión (creo que nunca he hecho nada con auténtica maldad), pero esa no es una excusa válida. Lo que me aturde y fascina es que muchas de las personas que conozco no lo intentan siquiera; o a lo mejor tienen un código moral totalmente diferente al mío. Supongo que depende de cómo estamos calibrados; a lo mejor para otras personas mi vida sexual, por ejemplo, resultaría repugnante, y a mí me resultaría inaceptable su costumbre de hurtar pequeños objetos en los supermercados. Sea como sea, la idea de que otra persona sufra me resulta repulsiva (a no ser, claro, que esto le excite sexualmente, ahí ya entramos en un terreno muy distinto pero mucho más divertido). Mi empatía es enfermiza: hay misiones del World of Warcraft que me cuesta llevar a cabo porque hay que matar a seres inocentes. Sin embargo estoy segura de que hay personas que se han visto afectadas negativamente por mis acciones, sin que yo me haya dado cuenta siquiera.
Con el tiempo, me he dado cuenta de que mi código ético tiene un significado muy diferente del que yo sospechaba. Cumplir el código me produce bienestar, me hace sentir que soy sincera conmigo misma, que hay cierta solidez en este universo de locos. Aunque a corto plazo mis decisiones puedan parecer estúpidas e ingenuas, hasta el punto de hacerme perder dinero, tiempo y aparentes oportunidades, a largo plazo me proporcionan una paz que no puede pagarse con dinero, tiempo ni oportunidad ninguna. A fin de cuentas es un código muy sencillo: no hagas daño, ni por activa ni por pasiva, a no ser que sea para evitar un daño mayor.
Al ser consciente de mi código, surgen otras preocupaciones. Soy consciente de mi hipocresía, ya que uno no puede aplicar el código para lo que le conviene, y no aplicarlo para otras cosas. Una de mis mayores preocupaciones, ahora y siempre, es el tema de la alimentación. Comer carne, y las connotaciones morales que esto tiene. No me malinterpretéis, no tengo ningún problema con comer carne. El ser humano no es precisamente herbívoro. Mi problema es con los métodos, la cría de animales en condiciones horribles sólo para proporcionarnos carne de ínfima calidad. Es algo a lo que llevo tiempo dando vueltas y sobre lo que hablaré más en profundidad más adelante. Con todo, si hay vegetarianos, veganos o flexíboros (creo que esa fue la palabra que empleó V. cuando hablé con él de este tema, y me hizo tanta gracia que me la apropio) flexitarianos (gracias, V., por la aclaración) en la sala, agradecería su opinión.
Otra cuestión, de la que ya he hablado aquí otras veces, es preguntarme qué exactamente aporto al mundo. No se trata sólo de no hacer daño, sino de aportar cosas positivas. Hay tanta mierda en el mundo, tantísima mentira y fealdad, que uno llega a sentir que su contribución es insignificante. A veces me siento así. Bueno, más bien casi siempre. Dije en su momento que quiero hacer pequeñas inyecciones de belleza, y lo sigo sintiendo, más que nunca. Ahí entra, por ejemplo, el Proyecto Poema, aunque me pregunto si realmente aporta algo que merezca la pena. Una mentalidad práctica diría que es absurdo dedicar tantas horas de mi tiempo a realizar algo que a lo mejor sólo proveerá a su receptor de una pequeña sonrisa. Sigo sin saber la respuesta, pero llevar a cabo la tarea me produce satisfacción, que es más de lo que puedo decir de algunas tareas que en teoría me son mucho más rentables.
Llevo un tiempo en el que no puedo parar de pensar. Pensar en serio, no darle vueltas a lo que echan esta noche en la tele. Pensar en mí, en lo que me rodea y en todo ese inmenso vacío que es mi desconocimiento y mi tendencia a ponerme en autopiloto. Algunos de vosotros ya sabéis que hay algunos cambios significativos en mi vida personal. Pues creo que esto va a ser un proceso largo y complejo. No os perdáis el próximo episodio.
P.D.: Creo que este es el post más largo que he escrito nunca, y sin embargo se me queda muy corto.
Flexíboro no, flexitariano. Y no, no me lo he inventado yo: http://flexitariano.org/
😉
Pues mira que cuando lo dijiste pensé que estabas de coña… La web es muy interesante y se acerca bastante a la opción que busco para mí. Muchas gracias por la referencia 🙂
A mí me dijo el otro día una compañera «qué buena eres», con un aire casi maternal. Los comentarios de esa clase a veces me molestan, la verdad. Yo también uso mucha verborrea cínica pero, en el fondo, no soy así. ¿Debemos sentirnos mal por eso? creo que no, aunque a veces cuesta. Con lo que me gustaría ser una femme fatale xDD
Freud hablaba de que no existen actos desinteresados (¿recuerdas a Ulises explicándolo en la facultad?), todo nos satisface de un modo u otro. Yo he aprendido a vivir con eso y he dejado de preocuparme por la razón de, por ejemplo, la filantropía. Si ayudamos a los demás es para alimentar nuestro ego, para que no nos llame la atención la conciencia. Ahí entra en juego la ética, claro.
No sé si estamos en este mundo para algo, y no sé si debemos plantearnos siquiera esa cuestión. Estamos y sobrevivimos como podemos, unos mejor que otros. Mi vida es muy imperfecta y muchas veces pienso en su función dentro de este caos llamado mundo. Y entonces recuerdo a la gente que me considera, según sus palabras, imprescindible, y dejo de preguntármelo durante unos maravillosos segundos de autocomplacencia 😉
En el fondo no creo que las femmes fatales sean muy felices, Mamen, pero qué gusto da verlas en fotos con poca ropa 😉
Hablas de valorar tu situación en el mundo respecto a tu valía para otros. Esta es otra forma de verlo, y además ayuda a ver que no somos sólo una gotita en el océano, sino algo mucho más importante. Con todo, aclaro que no estoy hablando de función (no tienes por qué servir para nada, ni creer en una especie de superplan del destino donde somos piezas de un rompecabezas inteligente), sino de propósito, es decir, algo que eliges por y para tu propia felicidad.
No te aconsejo NINGUNA opción vegetariana como finalidad ética. Ni de broma.
Además acabaras tratandote con veganos, y son un coñazo insufrible.
Lecturas recomendadas para no pensar que el nene simplemente es un puto borde al que le caen mal los veganos: «The vegetarian Myth», de Lierre Keith y todo Derrick jenses (que no te va a sentar nada bien, pero que le vamos a hacer).
Incidentalmente el nene ES un puto borde y le caen mal los veganos. Pero eso es como la figura de Conan en la monarquia: Otra historia.
Muchas gracias por la referencia, HK. A ver si consigo echarle el guante.
Y sí, lo de los veganos… uf. Es otra historia completamente diferente. El problema que tengo con los vegetarianos y veganos en general es que muchos son insufriblemente arrogantes acerca de sus opiniones personales.
Yo me voy a hacer frutariana.
Leerte en este post es como ser intromiso en un diario lleno de notas, colores y …. paz
Un saludo
guaaa!! me encanta el blog, siempre encuentro temas muy interesantes.
Me encanta como se generaliza sobre la opinión de los veganos y se meten todos en el mismo saco. Imagino que será fruto de falta de cultura por ese tipo de alimentación y respeto. Pero bueno, como se explica en este artículo de dieta flexitariana , la ONU hizo un llamamiento a Europa con la necesidad de reducir el consumo de carne, ya que es la primera industria contaminante, por encima de la industria textil.
Así que la opción flexitariana, que aunque no esté reconocida como tipo de dieta vegetariana, ya que también se consumos productos de origen animal, pero reduciendo su consumo, ayudaría a mejorar ese aspecto.
Más que nada porque nuestro planeta sea más sostenible y a ver si tardamos un poquito más en cargárnoslo.
Así que os animo a seguir la recomendación de la ONU y seguro tendremos un planeta y vida más saludable.