Un rato de la mañana de hoy se ha ido haciendo bocetos de abejitas para el próximo poema ilustrado. Reconozco que siento cierta lástima por las abejas. La única vez que me picó una, a pesar de la molestia, lo que realmente me daba pena era que por ello la abeja hubiese perdido la vida. Además, fue por mi culpa (me apoyé en ella sin querer). A lo mejor por eso me ha salido con cara tristona.