Cuando uno se propone cosas, metas, objetivos, el acercamiento al nuevo propósito suele ser similar a aquel famoso episodio de South Park de los Gnomos Robacalzoncillos. La política de estos gnomos era la siguiente:
-Fase 1: Robar calzoncillos
-Fase 2: …
-Fase 3: Beneficios.
Como resultado, los gnomos se pasaban la vida robando calzoncillos, a la espera de unos beneficios que, que yo recuerde, nunca aparecían. Con las metas pasa algo parecido. Decidimos, por ejemplo, que queremos dejar de fumar. Nos tiramos a ello de cabeza, pendientes sólo del resultado de la meta (no fumar, estar más sano, ahorrar dinero, etc.), y sin pensar de manera realista en la metodología. Creemos que con fuerza de voluntad será suficiente (y lo que es más peligroso, que una vez alcanzada la meta, no necesitaremos seguir tirando de esa fuerza de voluntad para mantenerla). La fuerza de voluntad funciona los primeros días, pero en el momento en que la desidia, la ansiedad o la bajona nos asedian, cae ese cigarrillo.
Yo no fumo, y nunca he sido fumadora, pero mi actitud en este sentido era siempre el mismo con dos de mis metas principales: dejar de beber y perder peso. Eran mis propósitos de año nuevo, todos los años. Y todos los años conseguía cumplirlos… durante un par de semanas. Después, bebía más y cogía más kilos.
A día de hoy, y como resultado de un proceso que comenzó a finales de diciembre de 2011, he perdido casi 9 kilos. A excepción de un par de copas de vino tinto excelente, no he tomado alcohol en más de 4 meses. Y esas copas de vino no fueron un accidente, ni una recaída, sino una decisión premeditada que obtuvo buenos resultados, del mismo modo que he tenido días en los que he comido más de lo que debía, o no he hecho el ejercicio que debería, sin que esto afectara a mis resultados.
¿Dónde está la diferencia, dónde está el truco? Está, no tengo duda, en el hábito. Si convertimos un comportamiento en algo habitual, algo aceptable para el día a día, el esfuerzo es menor, se necesita menos disciplina y fuerza de voluntad, por lo que las posibilidades de conseguirlo son mucho mayores.
Para ello hay un punto de partida fundamental: ser realista y tener muy claro lo que quieres conseguir. No vale decir «quiero perder algo de peso y estar más sano». Tiene que ser «quiero perder doce kilos de manera saludable». Para ello tendré que alterar mi forma de vida. Tendré que analizar qué situaciones me ponen en peligro y tendré que evitarlas. Una vez conseguido esto, una vez desarrollados nuevos hábitos, no me da miedo volver a beber demasiado ni volver a coger peso. Sé que tengo que atenerme a una serie de reglas sencillas, que son para toda la vida. Y ante todo, no se puede tener prisa. Querer perder mucho peso de golpe, por ejemplo, es uno de los grandes errores más comunes que asegura que volverás a recuperarlos aun más deprisa.
Por supuesto esta es mi experiencia, y no tiene por qué ser válida para todo el mundo. Sin embargo sí que observo ciertos patrones en otras personas con sobrepeso, que coinciden con el que yo seguía: probar dietas rápidas que prometen grandes resultados, para fracasar en cuanto me encontraba en una situación que se salía de la norma (fases de estrés o ansiedad, vacaciones, etc.) o en cuanto me fallaba la fuerza de voluntad, para entonces recuperar el peso perdido y engordar más. He caído en este patrón una y otra vez, de manera que a lo largo de quince años había cogido, en total, más de 25 kilos (aunque reconozco que comencé con un peso seguramente menor de lo recomendable, no tanto por desnutrición sino por tener un metabolismo y unos hábitos muy distintos a los que desarrollé después).
Para no alargar mucho este post, seguiré hablando de ello en entregas. Quiero analizar cómo he llegado hasta este punto, primero porque probablemente haya cosas que pueda aprovechar para otras metas personales, y segundo porque es posible que a alguno de vosotros le resulte útil. Muchas de las observaciones os parecerán de cajón, y las habréis leído mil veces, pero lo curioso es que yo también, y hasta hace relativamente poco no me había dado cuenta de lo útiles que son, y de lo que realmente implican.
Puedes seguir leyendo sobre este tema en mi siguiente post sobre alcanzar metas y perder peso. A su vez, enlaza con un artículo anterior.
Me encanta leer esto. A mí me está ocurriendo más o menos lo mismo, y me encuentro fenomenal. Me sobran cinco kilos, pero no me preocupan mucho. Seguiré tu progreso con detenimiento 🙂
Respecto al peso es talmente así: fuerza de voluntad, para crearte el hábito y para mantenerlo, y concienciarse de que, efectivamente, la tienes que mantener toda la vida. Yo creo que la inmensa mayoría de los fracasos vienen de no comprender (o aceptar) bien esto último.
Y que lo digas, algo tan sencillo y sin embargo qué poco caso le hacemos… Ante todo es que no se nos ocurre que esos hábitos han de ser sencillos y encajar bien en nuestro ritmo de vida para que funcionen.