Benedetti fue uno de los primeros autores que desvió mi atención de los clásicos y los románticos, junto a otros como Huidobro y Octavio Paz. Era grande, y vivió un tiempo extenso y artísticamente pleno, por lo que no siento mucha pena. Ojalá pueda decirse lo mismo tras mi muerte: no siento pena por su muerte, porque su vida mereció la pena.
Así que recurro a lo que suelo recurrir en momentos de agridulzura. Toma suricatas. Todo es mejor con un suricata, o dos.
Sí, no siento pena por su muerte. Siento pena por el amigo perdido. Y me pongo a leer y a recordar.