Mi abuelo, que era jefe de cocina de un hotel de lujo en Londres, siempre contaba la misma anécdota sobre el chili. Una vez se alojó en el hotel el embajador de México y mi abuelo se propuso hacerle un chili en condiciones (los ingleses lo hacen mucho, pero varía bastante del mejicano por las influencias hindúes y cosas así). Mi abuelo fue a la embajada y habló con varios profesionales hasta dar con la receta perfecta de chili para prepararle al ilustre invitado. Cuando el embajador lo probó, empezó a gritar exigiendo que le trajeran al cocinero que había hecho aquello (todo el mundo, obviamente, temblaba, esperándose lo peor). Con lágrimas en los ojos, el embajador le dijo a mi abuelo: «Es igualito al que hacía mi mamá». 


(Ya compartí esta anécdota en G+, pero pensé que merecía la pena dedicarle un post. La foto es del bar El Jardín, donde solemos tomar pintas a 1,50 € y tapas a 1 €. Todo delicioso).