En estos días de calor extremo parece que todo cuesta el triple. Así que el clutterfuck de los últimos días os lo presento de modo muy limitado, y además con fotos de la cutrecámara del móvil, ya que mi hermano me ha secuestrado la Canon con su correspondiente tarjeta de memoria:

Día 10: Una montañita de bikinis viejos que o están hechos polvo o me quedan pequeños. Ha servido para darme cuenta, además, de que no tengo ya bikini, solo un par de bañadores de cuando hacía natación. Echo bastante de menos la piscina y nadar, pero con mi pelo teñido es casi imposible por varias razones (entre ellas dejar la piscina en plan Psicosis). Hmmm. ¿Cómo era aquello de que para presumir hay que sufrir?.

Aquí falta la foto que pondré en cuanto me devuelvan la tarjeta.

Día 11: Un neceser viejo lleno de cosas que ya no uso: guantes, pinzas viejas y un largo etc.

Día 12: Este clutterfuck es bastante significativo. Se trata de una colección de libros en miniatura que tengo desde que aprendí a leer. Y les tengo bastante cariño, claro. Pero entre su estado lamentable y el darme cuenta de que ni los he mirado en los últimos 20 años empiezo a pensar que es absurdo conservarlos. Conejitos fuera:

Actualizando con vuestro clutterfuck: Teléfonos móviles antiguos.
Otras cosas de posible interés:
-En Lecturalia he publicado un par de artículos sobre palabras intraducibles. Es un tema que me encanta y espero que os gusten.
-Por primera vez desde diciembre he cogido peso este mes en vez de perderlo. Demasiados cumpleaños (en serio, ¿es que se ha puesto todo el mundo de acuerdo para cumplir años en agosto?), celebraciones, viajes y excepciones, por no hablar de lo que cuesta mover el culo con este calor. Me avergüenza mucho decirlo pero parte de todo este proceso es admitir que la he cagado y el hecho es que me siento algo decepcionada conmigo misma. Ahora toca espabilar y acabar con tanto exceso, algo que sé que en mi casa no es nada complicado pero que con los viajes se convierte en una trampa letal. A final de mes andaré por Vitoria y por Santander y tendré que andarme con mucho cuidado. El problema está, como siempre, en salirse de la rutina. Los entornos diferentes, la dificultad para comer bien cuando estás fuera del hogar, las «malas» influencias: todo se pone en mi contra. Pero me viene bien como aviso para planificarme mejor e intentar controlar por adelantado lo que comeré durante esos días fuera. Es complicado cuando te ponen cosas como esta por delante (comida sana y no muy calórica, lo sé, pero a eso añádele los perritos calientes del día siguiente, las patatas fritas del posterior, etc., etc., etc.) , pero conseguiré superarlo: