Sí, sí, que hay que reciclar. Y sin embargo a veces se genera más contaminación, se gasta más energía, etc., en producir algo reciclado. Y a veces surgen cosas tan cutres, tan sumamente cutres, que te preguntas… ¿merece la pena? Un ejemplo claro son las bolsas hechas con envoltorios de caramelos y patatas fritas, con todo he encontrado un blog de varias personas que consiguen hacerlo con mucha maña, imaginación y, ¡sorpresa!, buen gusto:

 Sin embargo, ésta es una dolorosa excepción. Normalmente la gente acaba pagando una millonada por aberraciones como ésta:

Así que la próxima vez que os preguntéis qué pasa con los restos de las plantillas que usan para hacer suelas de goma para las deportivas, ya tenéis la respuesta. Hacen pufs horrorosos que ni Ikea sería capaz de venderte.