Aunque tengo intención de probar diferentes técnicas a lo largo de estos 30 días de prueba, durante estos primeros días me centraré en las formas básicas, que ya expliqué en su momento en el blog, y que podéis ver aquí, pero copio y pego lo más básico:

Aparentemente es muy sencillo. Ponte en una postura cómoda (la más recomendable y sencilla es la de medio loto, sentado, con la pierna derecha cruzada sobre la izquierda, la espalda recta y las manos apoyadas en las rodillas. Habitualmente suele dejarse la mano abierta, con el pulgar casi rozando el dedo índice o el corazón: esta es la manera de darnos cuenta si nos quedamos dormidos, ya que la mano se cerrará y sentiremos el roce del pulgar contra los dedos). Asegúrate de estar en un lugar donde estés a gusto, sin ruidos ni luces molestas. Si te cuesta mantener la espalda recta, como a mí, mucho tiempo, puedes apoyarte contra una pared. Cierra los ojos y no pienses en nada. Si llega algún pensamiento, descártalo suavemente (no lo rechaces de golpe, simplemente déjalo fluir, que no permanezca; como si le dijeras «ahora mismo no eres importante, ya hablaremos luego»). Parece fácil, ¿verdad? Pues no lo es. Personalmente me resulta mucho más sencillo por la mañana, después del paseo matutino, porque no tengo gran cosa en la mente. Por la noche me resulta muy dificil.

Respecto a la respiración, los que empiezan pueden simplemente realizar una respiración normal, lenta. Para aquellos que tengáis cierta familiaridad con la respiración diafragmática o abdominal, ésta es la más recomendable, si bien yo suelo evitarla si medito a primera hora ya que me deja demasiado relajada para trabajar a pleno rendimiento. 

Para empezar no tienes que dedicarle mucho tiempo. Tres o cuatro minutos diarios serán suficientes, puedes ir alargando el tiempo de meditación conforme vayas acostumbrándote al ejercicio; algunas personas necesitan dos horas diarias, otras necesitan cinco minutos. 



Añado, respecto a la cantidad de tiempo necesaria, que tras un par de sesiones uno ya empieza a calibrar cuánto necesita dedicarle. Hay días en los que alcanzar un estado de serenidad es casi imposible, y ahí se necesitará más tiempo. En otros, sin embargo, en menos de 5 minutos ya estoy viendo florecillas y unicornios.


En cuanto a mi primera sesión de este periodo de 30 días, ha sido nefasta, me ha sido totalmente imposible concentrarme ni conseguir ningún tipo de paz. Pero es que meditar con fiebre no es la mejor de las maneras, ya que el cerebro funciona de formas extrañas y obtusas. A ver si durante el día de hoy el paracetamol se porta y puedo avanzar un poco.