Esta mañana cuando he ido al supermercado he tenido una ilustrativa conversación con la carnicera (lo cual es algo raro, teniendo en cuenta lo horrorosamente antipáticas que son las empleadas de mi supermercado local, será que han cambiado de plantilla). Yo había estado hasta las tantas en una insalubre combinación de trabajo y descargas de The L Word, y a la una y media de la tarde estaba recién levantada, con las sábanas pegadas, el pelo revuelto y los ojos entrecerrados. Tras varios errores (confundir alas de pollo con muslos de pollo, pedirle chuletas cuando lo que quería eran costillas), le digo a la chica «perdona, es que estoy medio dormida». Ella, que obviamente se había levantado bastante antes que yo, me dice: «¿estás medio dormida?» y yo, sin pensar, contesto: «sí, es lo que tiene trabajar de noche». Pensé que la cosa quedaría así, pero no contaba con haber topado con la única chica simpática en todo el mal-folleo generalizado granadino. «¿Es que trabajas en un hotel?», me pregunta, con el habitual desparpajo de aquellos que no saben meterse en sus asuntos. Mi respuesta, también poco pensada y en tono neutro fue: «No, trabajo desde casa».
Tan pronto di la respuesta me di cuenta de mi garrafal error. ¿Quién trabaja desde casa, de noche?
Pues sí. Y es que este pueblo es tan pequeño que pronto sabrá todo el mundo (y mira que somos pocos, y muchos nos conocemos) que soy puta.
La culpa es de Víctor, que desde que trabaja en un pub de noche, me tiene el horario cambiado.
*Hablando de Víctor, pasaos por Tanto gilipollas… (si es que no venís de allí), que hay un artículo acerca de La Caixa que suscribo completamente. Hijos de puta.
**Y hablando de rumores infundados… No tengo 42 años. Mi columna en Tierras de Acero se llama así porque es la respuesta a todo. ¿Es que nadie lee ya a Douglas Adams?
Cosas peores hemos escuchado, querida Charlotte. Tú no te preocupes por lo que piensen los del pueblo 🙂
Ya ya… vamos, que cosas peores habéis escuchado sobre mí, juasjuas.
¡Ahora todo el pueblo va a saber que confundes las alitas del pollo con los muslos! ¡Te van a dar gato por liebre en la carnicería!
Ya estoy viendo mañana a la carnicera soltándote con retintín eso de «¿muslo o pechuga, reina?».
Mejor le dices directamente «¡Sí, soy puta, y qué!», porque ahora la verdad ya no te la creen, eso fijo.
A mi esos pequeños marrones no me pasan, porque por la mañana estoy dormido, pero no hablo. Gruño. Y todo el mundo me parece gilipollas. Luego ya, a medida que va cayendo la tarde…
Pues anda que no lo he pensado, lacofi, estoy por colgarme un cartelillo que diga precisamente eso. Igual, quién sabe, me saco un sobresueldo.
Pero mira lo bien que te ha venido para el post nuevo, jeje.
Na, no te preocupes, son las cajeras, las cotillas, las carniceras lo tienen más limitado…
Lo que me parece un error táctico es que puntualices lo del 42. Con el gusto que da al ego que, con cara de asombro admirado, te digan sistemáticamente eso de «increible, pareces muchísimo más joven». Que se basen en datos incorrectos es irrelevante: sentar, sienta bien. 😀
Yo también lo considero un error, pero supongo que todo se debe al cierre de un ciclo. ¿Va a continuar «42» en la nueva etapa? Pregunto.
Pues si te soy sincera… no tengo ni idea 🙂
Buena anécdota, amiga. No he podido evitar reírme.
Me parto, me partoooooooooo, a ver cómo arreglas el entuerto, si es que piensas arreglarlo. XDDDDDDD
Ná, el otro día volví allí y no veas las miraditas. Pero no pasa nada, que una está orgullosa de su profesión, juas.