Hace poco descubrí un artículo de la web ReNest con un montón de fotos de los lugares, pequeños huecos de divinidad, donde escribían algunos de los grandes literatos. Personalmente me encanta mi nidito-dormitorio-oficina-taller donde hago absolutamente de todo, pero creo que una casetilla como alguna de éstas sería ideal para desconectar del mundo unas horas al día y dedicarse a escribir, escribir, escribir.
La caseta de Roald Dahl.
La caseta de Mark Twain
Interior de la cabina de George Bernard Shaw. La llamaba «Londres», para que sus empleados no tuvieran que mentir cuando dijeran «se ha ido a Londres».
Podéis leer el resto y ver las demás fotos aquí.