Si hay algo que arruina la economía personal, sobre todo aquí en la costa donde pagar es un acto mayestático y digno de admiración, es el ciclo del impago. A mí no me pagan porque mi cliente está esperando a que su jefe le pague. El jefe de mi cliente no le paga porque está esperando a que el cheque con el que le han pagado tenga fondos. El cheque no tiene fondos porque el cliente de esta persona está pendiente de que su inquilino le pague el alquiler. El inquilino no paga el alquiler porque está pendiente de que le abonen una página web que ha diseñado para un discoteca. La discoteca no le paga porque tardan en concederle la licencia de apertura y todavía no hay ingresos. Y a su vez todo esto implica que yo tardo más de lo normal en pagar mis facturas, y así se forma un gran ciclo/círculo/espiral (como diría Barney) de impago y economía sumergida, por el que, a efectos prácticos, nadie ve un duro hasta finales de mes, donde comienza otra vez la misma línea de mierda y desesperación.

En algún lugar, algún sitio muy lejano, existe una persona que ha iniciado todo esto. Una persona que por pereza, desgana o mala leche, ha tardado más de lo debido en realizar un pago. Y cuando encuentre a esa persona va de cabeza a mi fosa llena de pinchos, junto a Dani Martín, la ex-Oreja de Van Gogh, Raquel del Rosario y Zaplana.

Leyendo: ¿Leer? ¿Eso qué es? Desde que tenemos Blue Dragon para la XBOX 360 me he vuelto analfabeta.
Escuchando: In my arms, de Kylie Minogue.