No, no es que el Sr. Gaiman tenga pensado morirse pronto, ni haya publicado oficialmente su testamento, es sólo que en una reciente entrada de su blog reflexionó sobre los peligros del legado literario.

Según Neil, uno nunca sabe la trascendencia que puede tener su obra; y aunque esta no alcance notoriedad ninguna, nunca sabe en qué manos va a acabar aquello que ha parido con tanto cariño, ilusión y/o desprecio y sacrificio.

Propone una muestra de un testamento literario (obviamente válida para los EEUU, no sé si lo sería en España, desde luego para empezar habría que traducirlo al español o al idioma del Estado pertinente) para proteger aquello que es nuestro y que, desde luego, querríamos que sólo acabara en manos de determinadas personas.

Curioso. Me pregunto cómo funcionarán los testamentos literarios en España con aquello de las dos terceras partes para los hijos y etc. ¿Habrá que pagar impuestos? Y si es así, ¿cómo se paga un porcentaje a Hacienda de algo literario? ¿Tendrán mis sobrinos que componer sonetos para los señores de la fiscalidad?