Cuando trabajas en cosas que te gustan, o que te intrigan (o ambos), no es trabajo, es ocio, es diversión. Últimamente parece que trabajo en cosas muy interesantes, con ganas sólo de poder relajarme retomando otros trabajos. No todos dan dinero (muy pocos lo hacen). El dinero es, sin duda, una recompensa muy satisfactoria, un plus de lo más motivador. Pero esa fuerza bruta que te impulsa a levantarte por las mañanas, esa curiosidad malsana que bulle con furia en tu interior, que se sobrepone a todo tipo de impedimentos, que vence a la fatiga que asalta de vez en cuando, triplicando el peso de la gravedad (and that’s another story), esa fuerza es el motor que te hace agarrarte al tiempo como si fuera combustible, acción y enemigo en conjunto.

Los fines de semana no existen, y ni siquiera he probado el Diablo III. Lo dicho, distraction is boredom. Boredom is distraction. Apenas tengo vida social, porque la que tengo la determino y elijo y está repleta de personas que de alguna extraña manera consiguen romper la estúpida barrera de vacío que existe en mi corazón.

Podría vivir mil años y no sería suficiente.

El 2 de junio estaré en la Feria del Libro de Madrid. Luego, tal vez regrese a casa unas semanas para desintoxicarme de tanta tontería y escribir alguna entrada racional en el blog, donde podría hablaros, por ejemplo, de una sesión maravillosa de fotos que hicimos en La Línea de la Concepción para Miss Cristal (en cuanto regrese de Madrid tendré ocasión de editar las fotos y terminar de prepararlas para la página de Facebook y la tienda de Etsy). Que el tiempo no os devore mientras tanto.

(En la foto, la mesa de venta de Miss Cristal en una merienda-tienda de lo más elegante que tuvimos en La Línea, con té y pastas y una vista de primera del Peñón de Gibraltar. También me regalaron una Barbie inspirada en Klimt y un amigurumi del pequeño pony Confetti, juntarse con Cocó es lo que tiene).