«If you’re going to try, go all the way. Otherwise, don’t even start. This could mean losing girlfriends, wives, relatives and maybe even your mind. It could mean not eating for three or four days. It could mean freezing on a park bench. It could mean jail. It could mean derision. It could mean mockery–isolation. Isolation is the gift. All the others are a test of your endurance, of how much you really want to do it. And, you’ll do it, despite rejection and the worst odds. And it will be better than anything else you can imagine. If you’re going to try, go all the way. There is no other feeling like that. You will be alone with the gods, and the nights will flame with fire. You will ride life straight to perfect laughter. It’s the only good fight there is.»
— Charles Bukowski (Factotum)*
En los comentarios del post anterior, Cocó mencionó algo que me trae a la mente una de las distinciones principales que veo a la hora de dirigir nuestras aspiraciones y, por qué no, existencia. Frecuentemente se nos habla de qué función tenemos en la vida, es decir, para qué estamos aquí. Es posible que esto tenga mucho que ver con un contexto social de influencia judeo-cristiana, que nos presenta como parte de un plan infinito construido por una entidad superior (ojo, que no estoy acusando a nadie de deísmo, sólo intentando analizar de dónde viene esta necesidad de sentir que servimos para algo). Como parte de nuestra actitud frente a nuestra propia y limitada mortalidad, es un alivio inmenso sentir que estamos aquí para cumplir una función, y cuanto más importante, mejor. A todos nos encanta que en la narrativa, sea cinematográfica o literaria, los personajes descubran que están destinados, que cada uno de sus actos tiene un sentido lógico, una finalidad. Lamentablemente, la vida real nos demuestra, una y otra vez, que si tenemos alguna función, ésta no está muy clara. Y siempre está la terrible sospecha de que dicha función no existe y, peor aún, nada tiene sentido. Y caemos en el siempre preocupante terreno del nihilismo.
La pena del nihilismo es que tiene muy mala fama. Tendemos a pensar que, con la ausencia de principios trascendentes, de fundamentos que van más allá de la vida y la muerte (tales como tener un sentido, o una función), no hay razón en absoluto para estar aquí. Personalmente, apuntaría que esa es una razón maravillosa para estar aquí.
Si no hay fundamentos, si no hay funciones, somos libres. Confusos, perdidos, sí, pero libres. Cuando pienso en el nihilismo tiendo a desviarme hacia su aspecto más nietzscheano, el que nos habla de un nihilismo activo, positivo, vitalista. Si no hay nada, puedes empezar a construir las cosas como te dé la gana, como si construyeras tu propia casa. Desde luego ésta se te puede caer (no nacemos sabiendo construir casas), pero siempre tendrás el orgullo de haberla hecho tú mismo, y siempre puedes volver a empezar (está claro que hablo desde la perspectiva del ateísmo, para una persona agnóstica puede que varíe la cosa un poco, y para una persona creyente será, seguramente, muy distinto).
Lo mejor de todo, a mi juicio, no es ver la casa terminada, sino construirla. Y aquí es donde entraría mi noción de propósito, entendida no como función, sino como comportamiento. Mi propósito, mi meta, no es tal, ya que nunca llegaré a dicha meta. No tengo un para qué, ni un por qué. Tengo un cómo. Mi propósito es la manera, aquello que yo elijo, que nadie elige por mí. Mis planos para la casa. Considero importante resaltar que no tiene por qué ser mi modo mejor ni peor que otros. Para muchas personas lo importante es la función, para otras cobra vital importancia el propósito, y frecuentemente ambos conceptos se entremezclan. Creo que lo realmente indispensable es pararse a pensar en cuál es el de cada uno y cómo podemos sacarle el mayor provecho posible.
Y aquí es también donde entra con tanta importancia el sistema ético. Es un método fabuloso para que la casa no se caiga, una especie de cemento metafórico y moral. También podría llamarse sistema de coherencia. En cualquier caso es la masa que la mantiene pegada y entera. No hablo sólo de sistema ético como definir lo que es Bien y lo que es Mal (con la ausencia de fundamentos trascendentes, este tipo de concepto no tiene sentido), sino de pauta de comportamiento y coherencia personal. Y en mi caso particular, el comportamiento constructivo y sincero es el que me sirve de cemento, aunque sólo sea un cemento arquetipo, platónico, que intento emular mezclando arena y desechos, porque si hubiese alcanzado ese arquetipo imposible no estaría aquí, escribiendo en un blog, sino perdida en África alimentando a niños, o en la Antártida salvando ballenas.
Mi propósito es disfrutar del camino. No sé si cambiará, seguramente con el tiempo se irán modificando los detalles, pero dudo que pueda alterarse mucho en general. ¿Cuál es el tuyo?
*Si vas a intentarlo, ve hasta el final, de lo contrario no empieces siquiera. Tal vez suponga perder novias, esposas, família, trabajo y quizá la cabeza. Tal vez suponga no comer durante tres o cuatro días, tal vez suponga helarte en el banco de un parque, tal vez suponga la cárcel, tal vez suponga humillación, tal vez suponga desdén, aislamiento. El aislamiento es el premio. Todo lo demás es para poner a prueba tu resistencia, tus auténticas ganas de hacerlo, y lo harás, a pesar del rechazo y de las ínfimas probabilidades. Y será mejor que cualquier cosa que pudieras imaginar. Si vas a intentarlo, ve hasta el final. No existe una sensación igual. Estarás solo con los dioses, y las noches arderán en llamas. Cabalgarás la vida hasta la risa perfecta.
Y si todavía tenéis ganas de leerme después de todo esto, aquí tenéis algo mucho más ligerito: un artículo sobre brujas literarias en Lecturalia.
el mío, hoy por hoy es que me llegue mi carta. Eso por un lado, por otro lado…
pues
ni idea…
vamos
pero ni el por qué, ni el cómo, del cómo puedo tener una ligera idea…
y me preocupa que sea una falta de madurez, como alguno que otro opina
Teniendo en cuenta que tengo tu poema delante ahora mismo, Jorge, y que estaba planteándome cambiar algún verso para no resultar ofensiva, creo que te conviene tratarme bien 😀
No creo que tenga nada que ver con la madurez. Pregúntale a un señor de 80 años cuál es su propósito en la vida y es posible que tenga incluso menos idea que tú.
Brillante reflexión (como la anterior). Mi propósito particular en la vida, por ejemplo, es aprender. Lo que me apetezca y cuando me apetezca. Me di cuenta hace algún tiempo. Ahora sólo tengo que encontrar la manera de que me dejen 😉
(lo digo porque es un propósito en forma de «cómo», tal y como explicas arriba)
Fantástico propósito, Jafma. Para mí también está muy arriba en mi escala de valores personales. Y si no te dejan, ya sabes, ¡oblígales! 😀
Ohhh, te he dado un motivo para un post, alabada seas 😀
Me gusta el concepto de propósito. Si Machado decía que no el camino se hace al andar no voy yo a contradecirlo. Ya que estamos aquí, ¿por qué no nos entretenemos, por ejemplo, aprendiendo? Creo que en eso coincidimos muchos contigo, JAFMA 🙂
*Sobra el «no» delante de «el camino», claro.
Pocas cosas hay tan gratificantes 🙂
Ups, a ver si voy a haber encontrado una verdad universal… Naaaaaah. Los banqueros y los políticos no están aquí para aprender XDD