Y aquí estamos, 2011. Y una gran Nochevieja, un buen principio de año, una pequeña (o gran) reestructuración de pensamiento. Todavía estoy haciendo listas de todo lo que quiero hacer. Por lo pronto el alcohol quedó abandonado incluso antes de que terminara el 2010. Escuchar, pensar, hablar a veces. Ahora que el sol sale mirar al mar merece más la pena que nunca. Quiero quedarme aquí, en este paraíso de siestas y turistas, pero mi yo exterior quiere salir, demostrar que ha hecho algo más con su vida. Me pregunto si esto es felicidad, a pesar de los arranques depresivos y la indecisión y la separación. No necesito mucho, sólo un gato, un libro y un barco a lo lejos que llame a las gaviotas.

Y una conexión a internet, por supuesto.