Hace un tiempo mi querida Violante me pasó un meme en el que tenía que enumerar cinco manías que tuviera, y le contesté diciendo que me era imposible ya que no recordaba ninguna manía en particular que yo sufriera. Sin embargo, desde entonces, he sido consciente de mi inmensa cantidad de manías particulares, y entre ellas, algunas muy inocuas como echarme agua en la cara después de lavarme las manos o beber exactamente siempre tres sorbos a la vez del vaso que esté usando (ésta la notó mi padre, yo ni siquiera sabía que lo hacía); hay otras más problemáticas como mi fijación con dejar la puerta del cuarto de baño abierta cuando acudo a este, probablemente debida a la lamentable cantidad de veces que me quedé encerrada en servicios ajenos cuando pequeña (pero esa, como diría Bastian, es otra historia). Y la más problemática de todas para mí, oh terrible anglosajona de complejos rituales y paranoia social, es mi nombre (nombre que, por otro lado, queda ya patentemente obvio que no es Charlotte).
Y es que mi nombre no me gusta nada. No es sólo porque sea el femenino de un nombre masculino, ni porque suene extranjero, lo que desde el colegio ya me marcaba con el estigma (uys) de la diferencia, sino porque es mi nombre y sospecho que a ninguno nos gusta nuestro nombre dado, aunque acabamos por acostumbrarnos a él. Pero lo peor son los apelativos cariñosos. Se trata de un nombre largo y, claro, a la gente le da por acortarlo, con las más nefastas y horrendas consecuencias, ya que un nombre que ya de por sí no me gusta mucho al acortarse se convierte en una pesadilla nominal. Aún peor es cuando este apelativo te lo dan y no sabes cómo decirle a la persona en cuestión sin parecer completamente ridícula que esa denominación no te gusta (sí, lo siento, Tobías, tú tuviste que sufrirlo por mail, je).
Y hay algo incluso más terrible. Hay un nombre secreto, otro apelativo que nace del nombre original, con el que he crecido, el que se usa para nombrarme en mi familia más ínitima. Este apodo se ha extendido a mi círculo más cercano de amigos, apenas un puñado de personas que conocen este nombre y lo usan. El problema surge cuando alguien de fuera de este círculo escucha a alguien del círculo usar este apelativo y cree que, lógicamente, él o ella también puede usarlo. ¿Cómo explicarle a esa persona que se trata de un nombre exclusivamente familiar, y que surgido de su boca suena extraño, fuera de lugar y, sobre todo, un exceso de confianza?
Algún día hablaré de mis manías con el espacio personal. Por hoy basta de neurosis sin sentido.
Anotado: llamarte por tu nombre entero 🙂
A mi el mio me parece tambien de lo mas ridiculo…
A mí no me gusta mi nombre. Siempre uso nicks por eso (o diminutivos), Charlotte siempre me dice que no me pega 😛
Por cierto, ¿ves como sí tienes manías? Yo doy fe de varias de ellas, de casi todas mejor dicho.
Te pongas como te pongas, yo pienso seguir llamándote como en Mundodisco. 😛
Ah, pero es que ese nombre mola mucho, Gorinkai, jeje.
Pos chica, a mi tampoco me gusta mi nombre… no creo que le guste a nadie. Cuando mi jefe me empezo a llamar Cat yo era la persona mas feliz del mundo!
Yo, como soy una tía tan original, tampoco siento simpatía por el mío.
Eso sí, que te crees que no nos hemos dado cuenta, aunque no podamos usarlo por no ser de la family, entre otros, ¿cuál es el nombreeeeeeeeeeeeeeeeeee? XDDDDDDD
PD: A mí Gabriella sí me gusta, fíajte tú.
A mí tampoco me gustaba hasta que leí en la biografía del abuelo patillas que él no se lo cambió por cabezonería y al final le salió bien, porque todo el que se aprendía su nombre luego lo recordaba con facilidad.
Desde entonces empecé a valorar el tener un apellido raro que nadie sabe pronunciar bien a la primera.
Lo del nombre es un hecho probado, posiblemente solo comparable al gusto de las personas de pelo rizado por el pelo liso y viceversa. A mi el nombre de Chrome, por ejemplo, me encanta y a ella tampoco le gusta mucho.
A mi el mio me disgusto hasta, mas o menos, los 19 años. El hecho de que recuperara el gusto por el al mudarme a un pais de perros barbaricos que no saben pronunciar la jota, igual que yo no se bailarla, me hace pensar que era una de estas cosas de rebelion juvenil que se pasa. Ahora estoy bastante feliz con el, me gusta y le tengo cariño, pero…
…tambien es posible que la razon por la que a la larga le haya cogido cariño sea la mania de las personas de referirse a mi por motes y nicks de internet. Ya incluso amigos muy cercanos me llaman simplemente «HK» y mi nombre parece que solo lo usan Chrome y cuatro personas mas.
Y ya sabemos que la blancura de la mano hace brillar la moneda.
Pues a mí mi nombre me encanta. Aunque sea compuesto. Aunque la gente acabe llamándome «Víctor Manuel» (no hay cosa que más odie).
Claro que no siempre fue así. Incluso me lo quería cambiar. 😛
Pues a mí mi nombre me encanta. Aunque sea compuesto. Aunque la gente acabe llamándome «Víctor Manuel» (no hay cosa que más odie).
Claro que no siempre fue así. Incluso me lo quería cambiar. 😛
A mí el mío también me gusta, aunque siempre me lo pervierten y terminan llamándome José Manuel. Lo entendería si no fuera porque:
a) Conozco a más Juan Manueles que José Manueles, por lo que no entiendo la confusión: si fuera al revés sí podría entenderlo;
b) Juan Manuel es infinitamente más bonito que José Manuel; y
c) Hay gente que tiene clarísimo mi diminutivo (Juanma) pero luego se hacen la picha (o el chichi) un lío cuando tienen que llamarme por el nombre completo.
Es mi pequeño estigma; pero, por lo demás, estoy contento con mi nombre.
Me acabo de acordar de que hay un diminutivo de mi nombre que me encanta. Lo usa a veces Francisco Fernández y lo usaba un cliente por e-mail. Se trata de llamarme por mi inicial. Me parece precioso.
Violante: Es que no te pega. Te pega algo exótico, como Violante, Melpómene o algo parecido. Algo romámtico y de ensueño (como tú :P).
Juan Antonio: Ahora que lo pienso, ¿a ti cómo te llaman? Porque Juan Antonio es larguillo…
Francesita: Je, Cat mola muy mucho. Y te va bastante bien.
Pily: No te preocupes, aunque es alto secreto, seguro que a Cat y a Violante se les escapa en la Hispacon (de aquí a que termine seguro que todo el mundo me está llamando así, y yo subiéndome por las paredes).
Fran: La verdad es que tu apellido es peculiar, pero es genial, a mí me encanta.
HK: Es curioso cómo a veces absorbemos tanto el pseudónimo que llegamos incluso a olvidar el nuestro propio. Yo el mío lo he recuperado por trabajo, pero es como si perteneciera a otra persona más seria, más real, alguien que no soy yo.
Víctor y Juanma: Creo que sufrís el «Síndrome del nombre equivocado». Creedme, yo también lo sufro. Nueve de cada diez se debaten entre «Graviela», «Graciela» y «Daniela». Que no es tan difícil, coño.
Pos ami sinceramente no me gusta mi nombre para nada Tamara un nombre mas soso ke soso ke no me pega x eso prefiero yamarme x mi mote ke es Curly xk yo kreo ke sy demasiado alegre km pa tener un nombre tan soso y luego pa rematar un apellido cn el ke toda la gente se mete y me insulta gracias a el es el famoso apellido Gil x el ke te yaman Gilipollas aunke ya una persona se acaba acostumbrando pero sobre todo mi nombre es el mas soso del mundo y encima mas cuando al cura se le antoja yamarte María Tamara ya la termina de arreglar….aunke mi nombre entero y real es Tamara Molina Gil
Yo me llamo Demis (se pronuncia con tilde en la E no en la I) y hay cosas que odio, la gente que no sabe pronunciarlo y dicen Denís, la gente que dice Demís, la gente que piensa que es un apodo, la gente que me habla Demis Russou y la gente que me dice Damian
PERO JAMAS ODIARÍA MI NOMBRE
es tan original y particular, no conosco a nadie con el mismo nombre y suena con tanta elegancia… yo estoy enamorado de mi nombre
y me causa gracia cuando lo convinan con otras cosas como… De-mis venas
De-mis bolas (esa no tanto, pero igual causa gracia)
Demis (acuerdensé «Démis»)