Ha sido un día duro, me estoy resfriando y mi cerebro está convencido de que lo único que merecería ahora mismo la pena sería un buen vaso de Rioja. Es complicado esto de decirle, una y otra vez, a mi cerebro que no tiene razón. Hay momentos en los que realmente sientes que la vida sin alcohol es un aburrimiento tremendo.

Por lo visto algunas personas generan más endorfinas con el alcohol que otras, por lo que se acentúa el sentimiento de «recompensa» (o eso dice este estudio). Cuando estás a dieta, no bebes y la persona con la que te apetece follar está a unos mil km de distancia, la vida se hace muy aburrida, indeed.

Y sólo llevo 18 días. O más bien, ¡he conseguido no beber durante 18 días!