Se acerca peligrosamente el 2011 y, por supuesto, llega la hora de nuevos retos, metas y propuestas. Tras el éxito de algunos de mis retos personales el año pasado, éxito que se vio truncado por ciertos cambios (de lo cuales me he dado cuenta que el más significativo a la hora de llevar retos a buen término es el cambio de entorno), me veo con ánimos de volver a empezar.

Siempre pensé que sería más fácil llevar una vida ordenada en casa de mis padres, frente al habitual caos que suele reinar en mi vida con V., por la sencilla razón de que V. fomenta la persona caótica que soy, debido a que sus frecuentes arranques de inspiración, sobredosis de ideas y amor por la indecencia en general se parecen tremendamente a mi propia inclinación. No sé si V. ya era caótico antes de conocerme, si yo he sacado su lado caótico o si él ha exagerado el mío. Sin embargo, V. siempre es muy consciente de las cosas que son importantes para mí, por lo que llevar cierto régimen respecto a horarios de sueño, ejercicio y dieta era mucho más fácil de lo que habría pensado, sencillamente porque su apoyo es siempre total (todavía recuerdo los múltiples escondites en los que guardaba sus botellines de cerveza cuando yo estaba haciendo esos 30 días abstinentes; o más bien no los recuerdo porque conseguía que acabasen en lugares que nunca hubiese imaginado). Sin embargo, mis queridos padres son harina de otro costal. Su maravillosa actitud laissez-faire que tan bien me funciona cuando paso con ellos temporadas cortas ahora está resultando ser difícil, y la casa paterna está siempre llena de manjares exquisitos, buenas botellas de vino y está ubicada de manera, por decirlo sin alargarme demasiado, incómoda, para cualquiera que necesite un gimnasio o simplemente una zona transitable. Todo esto resulta, como os podéis imaginar, en desastre.

El problema principal es que mi mente está en modo «transitorio». Ni ON ni OFF, sino una cosa intermedia. Como todo es una situación no definitiva, no sé muy bien qué hacer ni qué expectativas tener de nada. Tengo algunas ideas acerca de lo que quiero pero no están muy perfiladas ni sé muy bien cómo llegar hasta ellas, y la indecisión me mata. No sé cuál es el siguiente paso, y el siguiente paso es siempre muy importante para mí.

Así que a lo mejor lo más importante ahora mismo es empezar de nuevo. Recolocar mis metas, por lo menos las que tengo claras, aquellas que se refieren a salud y mejoría personal. Sólo tengo que superar Nochevieja para empezar otra vez (y lo de Nochevieja va a ser más difícil de lo que parece).


Leyendo: A Lion Among Men (la tercera parte de Wicked).
Escuchando: La banda sonora de Scott Pilgrim, en mi cabeza.