Me hace bastante gracia la reacción de la gente que conozco cuando se entera de que celebro San Valentín. ¿Vosotros celebráis San Valentín?, me preguntan con cara de sorpresa. Sé que me esfuerzo por mantener una imagen alternativa, chicos, pero a menudo descubres la percepción que tienen los demás de ti y no deja de asombrarte.

Sí, yo celebro San Valentín, y Navidad. Celebro Navidad porque es una excelente excusa para juntarse con la familia, decorar la casa de velas y pascueros, y comer cosas que normalmente no comería. Y celebro San Valentín porque es una excusa para hacer algo especial con mi pareja, y pasar unas cuantas horas de babeo amoroso explícito. No me gustan las flores, no me van los bombones (a no ser que sean Godiva, claro), y los corazones rojos me producen urticaria. Y estoy de acuerdo con los que dicen que es una fiesta comercial, y que el amor debería demostrarse todos los días, no en una fecha concreta.

Pero… seamos sinceros. ¿Realmente nos acordamos de decirle a nuestra pareja lo mucho que importa para nosotros todos los días, o tenemos un detalle con él/ella? Para mí San Valentín es una excusa, una manera de decir «uy, hoy tengo que ser especialmente detallista, y compartir un buen rato que generalmente no tengo oportunidad de compartir». Y en nuestro caso, al vivir separados, esto tiene más importancia de lo que podría parecer.

Eso sí, huid de los menús especiales de «enamorados» y de celebrarlo el día en sí. Nosotros lo celebramos en sábado, comimos a precios normales lo que nos dio la gana, y fuimos muy felices indeed.