Cuanto más tiempo paso delante del ordenador maquetando, editando, corrigiendo, estrujándome los sesos y peleándome con las facturas, más me duele la cabeza y más necesito desconectar dedicándome a cosas manuales que no exijan pensar demasiado. La multitud de collares y pulseras que adornan mi salón lo atestiguan, como si la necesidad de crear algo hermoso a la vista superara la necesidad de crear algo hermoso para el intelecto. Llevo unas semanas pensando en las maravillas del cristal soplado y en lo que me alucinaría tener toda la maquinaria necesaria para poder crear yo directamente mis cuentas de cristal y no tener que comprarlas a otros. Por supuesto esa maquinaria es cara de narices así que por ahora sólo me queda fantasear. Ahora mismo todo hace ruido dentro y fuera de mi cabeza. Dejadme dormir, necesito dormir en condiciones, estoy agotada y cebada de desilusión.

El día 17 de abril recito en Granada gracias a las buenas personas de Ciudad Poética. Y entre el 18 y el 27, si todo va bien, andaremos por la Feria del Libro granadina. El poemario sigue incompleto pero por lo menos el 17 podré estrenarlo ante un público, lo cual siempre ayuda para calibrar reacciones y demás.