Tras treinta días de esfuerzo (y falta de esfuerzo) personal, durante los que intenté curarme de algunos malos hábitos y adquirir algunos buenos, evalúo mi progreso:

Muchos altibajos, por supuesto. Los días de vacaciones y los fines de semana tienen bajones por mi alcoholismo festivo impenitente, veremos si puedo solucionarlo en los próximos 30 días. Por otro lado, puedo afirmar que he adquirido por lo menos un hábito positivo (hacer un mínimo de ejercicio, por lo menos cuatro veces a la semana), y por otro lado he dedicado mucho más tiempo a la lectura de lo que suelo permitirme.

Sea como sea es posible que mi rutina diaria se vea severamente modificada a partir de la semana que viene, si las cosas van según lo planeado. Ya veremos.