Hace unos cuantos años, la popular escritora anglo-americana Taylor Caldwell invitó a la duquesa de Windsor a un almuerzo a la que también estaban invitadas otras quince personas.

El secretario de la duquesa llamó a Caldwell para preguntarle qué tipo de transporte la recogería. Caldwell respondió que su marido iría a recogerla en su coche. El secretario respondió: «Lo siento, sra. Caldwell, pero su marido es judío, y la Duquesa no se relaciona socialmente con judíos».

A esto respondió Caldwell: «Pues dígale a la duquesa que yo soy calvinista, y los calvinistas no nos relacionamos socialmente con prostitutas».