Todo el mundo menos yo, por lo visto. Hasta la persona menos interesada por la lectura y la escritura te admitirá, sin vergüenza ninguna, tener varios poemas en el cajón, o tal vez hasta un libro publicado. Y sin embargo, a la hora de preguntarme a qué me dedico, o cuáles son mis aficiones, escribir nunca está en mi respuesta.

Supongo que cuando me preguntan por mi profesión, lo primero que menciono es la edición, ya que es aquello por lo que cobro. Si me empujan mucho, a lo mejor menciono lo de la bisutería. Lo sé, soy mi peor comercial. Pero hay cierta timidez que me impide hablar tranquilamente de aquello que es, a nivel laboral y artístico, lo más importante para mí. No es modestia, ni nada por el estilo, es simplemente que doy por sentado que a mi interlocutor no le interesará en absoluto saber que escribo, y mucho menos leerlo.

No me puedo definir como escritora, y no sé por qué. Cobro por escribir artículos. Tengo un libro de poesía publicado (dos, si contamos el que está en Ediciones Efímeras, pero para muchas personas, me temo, sólo los libros en papel son válidos). Me invitan de vez en cuando a recitales. La poesía es mi gran y terrible monstruo devora-vida. A lo mejor por eso no la menciono, será que le tengo demasiado respeto, o tal vez miedo. O porque al hablar de «escritor» siempre me imagino a un señor que vive de lo que escribe, ya sea vendiendo tropecientos libros y/o impartiendo talleres, conferencias, etc. No soporto asociar la seriedad de un oficio a esa imagen de persona que se anuncia a bombo y platillo como artista, sobre todo cuando el 90% de lo que se escribe es mierda (y si no, preguntadle a Sturgeon).

Y las connotaciones de «poeta» son peores: persona viciosa, alcohólica, depresiva, egocéntrica. En ese sentido creo que va a ser que sí, que no soy escritora, que soy poeta; pero asociarse a la Poesía, aunque sólo sea lingüísticamente, me parece una gran herejía. Sin embargo ahora todo el mundo es poeta, o escritor, o artista. Algunas cosas puedo decirlas. Puedo decir soy mujer, porque hay pruebas científicas que lo demuestran. Puedo decir soy teórica de la literatura, porque hay un diploma inmenso chachiguay que lo atestigua (y aun así me cuesta). Puedo decir, por ahora, aquello que me es tangible. Tal vez algún día pueda extender la mano y decir hola, soy Gabriella, y soy poeta. Sospecho que ese día dejaré de escribir.