Si bien siempre han existido, es en épocas de crisis donde proliferan realmente lo que yo llamo las «opciones milagro». Las opciones milagro son ideas, conceptos, proyectos por los que uno puede conseguir por muy poco esfuerzo algo que normalmente implicaría mucho tiempo y fuerza de voluntad (más algo de suerte). Estas opciones aparecen sobre todo en el mercado estadounidense, pero en España también las vemos pasar una y otra vez. A mi juicio las opciones milagro se suelen dividir en tres campos: la pérdida de peso, la obtención de dinero y la felicidad. Hoy voy a hablar de la pérdida de peso.
La pérdida de peso
Que alguna de las mujeres presentes con el más mínimo sobrepeso que no haya caído víctima de una dieta milagro levante la mano. Hay inmovilidad en la sala, excepto un brazo alzado de la mentirosa de turno. El problema con las dietas milagro es que algunas son peligrosas, y la mayoría suelen salir bastante caras. Nos prometen una pérdida de peso rápida, lo cual ya de por sí no es nada saludable, consumiendo una serie de alimentos del que nos aburriremos enseguida, acabando en el temido efecto rebote que culmina en una recuperación inmediata del peso perdido, con unos kilos más de propina. Ha habido algunas modas dietéticas que sí pueden ser efectivas si se siguen de manera inteligente, pero os aseguro que las que funcionan implican el mismo esfuerzo que la típica dieta hipocalórica prescrita por el médico. Al final, lo único que nos hace perder peso es consumir pocas calorías (o carbohidratos, si preferís otro tipo de dieta) y hacer ejercicio, teniendo cuidado siempre de estar ingiriendo las cantidades necesarias de vitaminas, fibra y etc.
Por supuesto aplíquese la misma ecuación a las máquinas fantásticas de teletienda o a las píldoras y geles variados que nos prometen un cuerpo de escándalo en menos de diez minutos. Desde luego una vez hemos caído en la trampa descubrimos que la máquina no funciona (o que no tenemos la paciencia suficiente para usarla con la perseverancia necesaria para que funcione), y surge la decepción. Cuanto mayor es la presión social por mantener un cuerpo digno del canon, más promesas surgirán en torno a la obtención de dicho cuerpo. Claro que una no siempre puede permitirse el gasto que supone adquirir todo tipo de máquinas y medicamentos milagrosos, así que siempre hay soluciones gratuitas: la bulimia es un buen ejemplo.
Es cierto que existen en el mercado suplementos que pueden ayudarnos a perder peso si seguimos una dieta y un régimen adecuado (personalmente recomiendo Alli, si bien no todo el mundo está dispuesto a sobrellevar los efectos secundarios, que son un tanto asquerositos). Las máquinas de ejercicios pueden ayudar, pero siempre es más recomendable comprar una tradicional bici estática o una máquina elíptica que la última gilipollez vibratoria de turno. Mi opinión es: si no lo tienen en los gimnasios, es posible que sea una tomadura de pelo.
¿Alli ya se vende en España, Charlotte? ¿O te lo traes de UK?
No, está ya a la venta en cualquier farmacia española. Eso sí, es bastante caro, un mes de pastillas te sale a unos 60 € aproximadamente, y sólo funcionan si uno se toma en serio lo de la dieta y el ejercicio. Pero sí que es cierto lo que aseguran, que de cada 2 kilos que pierdes por tu propio esfuerzo, usando Alli pierdes otro más.
el problema de pillarse una maquina (bici estatica, eliptica) es que el ejercicio repetitivo no funciona, tienes que ir cambiando el tipo de ejercicio, que sino el cuerpo se acostumbra. yo lo descubrí por la vía dolorosa, es decir, pasarme muchas horas en la misma máquina del gimnasio hasta que pillé un entrenador. las máquinas vibradoras van de coña…para hacer flexiones encima o sentadillas, estar de pie encima sin hacer nada más, poco hará.
y no puedo estar más de acuerdo contigo, he probado mil dietas desde la más tierna adolescencia, y la que funciona siempre es la hipocalórica. la disociada funciona pero tiene un efecto rebote peligroso de la ostia…
en qué consiste alli? qué lleva?
Marta, completamente de acuerdo, lo ideal es acudir a un gimnasio y seguir un programa variado, o practicar algún ejercicio que haga uso de los más músculos posibles, como la natación, por ejemplo.
Alli contiene un producto (no recuerdo su nombre ahora mismo) que hace que las enzimas que destruyen los lípidos en nuestro cuerpo permitiendo su absorción, funcionen a medio gas, digamos, por lo que una tercera parte de las grasas que tomemos no se descompondrán y no serán absorbidas por el organismo, siendo expulsadas junto con la materia fecal (de aquí mi referencia a efectos secundarios algo asquerositos). Por motivos obvios, sólo se recomienda a personas con sobrepeso y no sirve de mucho si no cortas las calorías ni haces ejercicio, ya que aunque acumules menos grasas, si no haces por perder peso no te va a servir de nada.
Las dietas bajas en carbohidratos funcionan bien para algunas personas. Yo recomiendo la Atkins, que seguí varios años, ya que ayuda a controlar el colesteral, el azúcar y la sensación de hambre. Además, dentro de este tipo de dietas es probablemente la que cuenta con más información. Eso sí, es una dieta compleja de la que hay que saber bastante para hacerla bien y que no sea nociva para la salud. Personalmente acabó resultándome aburrida y socialmente embarazosa (no sabes el corte que da explicarle a alguien que te ha invitado a comer a su casa que no puedes comer pasta ni arroz ni pastel de ninguna de las maneras). Llega un momento que te rindes. No es, para nada, una dieta milagrosa, exige tanto o más trabajo que una dieta hipocalórica.
Levanto la mano y no miento.
Mi peso nunca ha sido determinante para nada en mi vida. La gente en la que influía, estaba muy muy lejos de remotamente tenerme en su campo de acción.
He visto vomitar sangre, he visto comer bollicaos con electrodos en la tripa, he visto (bueno, me lo han contado) chicas hacer 400 abdominales y flexiones de brazos en mitad de la noche llorando sin poder detenerse ni queriendo y chicas que pasaban tanta hambre que se volvieron locas. Locas literalmente. Oyendo voces, cambiando el carácter y no teniendo suficiente alimento para el cerebro como para procesar ideas adecuadamente.
Yo he seguido alimentándome y haciendo ejercicio cuando me apetecía. He seguido ligando, incluso más que antes, encontrando trabajo… nada, sin diferencia.
El tema es que perder peso en esos casos normalmente significa perder masa muscular, porque se debilita el cuerpo de no recibir alimento. Eso no es adelgazar, eso es dejar de regenerarse, y es muy peligroso, lo más parecido a morirse sin morirse. Son los músculos y los huesos nuestro soporte y nuestro motor. Por eso cuando el peso vuelve, lo hace con unos kilos de más, los que perdieron nuestros músculos inmóviles e inalimentados, que en cuando encuentran de donde, crecen.
Nada como un poco de ejercicio. El esfuerzo no tiene nada de malo. Si lo que he dicho no os hace cambiar de idea, mirad las tetas de las modelos. No están caídas, son tetas jóvenes pero las llevan por el hombligo porque sus músculos están muertos de inanición y son de elástico.
Pd: aclaro que he bajado 9kg desde mayo. es un ritmo saludable. no es tan complicado. hasta yo puedo hacerlo.
Bueno, apneica, para algunas es más complicado que para otras. Perder peso suele implicar bastante esfuerzo para mucha gente. Con todo, estoy completamente de acuerdo con lo que comentas acerca del ejercicio, es la opción más saludable con mucha diferencia.
A diferencia de lo que comentas, yo sí he notado un cambio de actitud de los demás hacia mí según mi peso. La diferencia a la hora de ligar, por ejemplo, es brutal. Tú no te das cuenta porque siempre estás tremendísimamente buenorra hagas lo que hagas XD