Me costó publicar 70 trucos para sacarle brillo a tu novela, porque quién era yo para escribir un libro de corrección, si ni tengo asiento en la RAE ni . Pero me encontraba una y otra vez con los mismos fallos cuando trabajaba con escritores.

Muchos de estos fallos eran cosas pequeñas relacionadas con las típicas reglas de ortotipografía, pero otros… otros partían de cuestiones más profundas.

Cualquiera puede explicarte la diferencia entre deber y deber de, por ejemplo. Todo el mundo tiende a quedarse en estos detalles. Dónde va esta tilde, qué hago con este gerundio, pongo aquí coma o punto… Alzamos las manos con indignación si vemos una pobre mayúscula mal puesta.

escribir mejor
Algunos temas mejor ni sacarlos

Es mucho más fácil apuntarnos todas esas reglas en vez de intentar comprender algunos funcionamientos básicos de nuestra lengua. Las reglas están en los libros de gramática y ortografía: lo otro no suele estar (o está escrito en un lenguaje incomprensible para humanos).

Tal vez precisamente porque son funcionamientos tan básicos y profundos no les prestamos atención. Son ideas que, cuando las asimilas de verdad, cambian tu forma de escribir para siempre.

Son ideas que no basta con conocer: hay que entender su porqué para que funcionen. He intentado explicarlas en el vídeo de hoy y espero haberles hecho justicia. Ahí las tenéis:

Sobre los niveles de sentido y cómo usarlos

En el vídeo hablo de la necesidad de presentar al lector una cosa a la vez, por lo menos a nivel formal. Esto no quita que podamos presentar muchas cosas a la vez a nivel de significado.

Si cogemos una palabra, por ejemplo vaca, tendremos un significante (esas letras que forman la palabra vaca) y un significado (la imagen mental o concepto de vaca que aparece en nuestro cerebro).

Jugar con los niveles del significante es… es mucho lío. Distorsiona la comunicación. Si en vez de vaca te escribo vbakah o vaca, te estoy complicando la vida. De eso he hablado en el vídeo: de los problemas del exceso y el desorden en los significantes y sus estructuras. Puedes jugar, sí, pero con mimo (y sin saltarte reglas básicas de comunicación… o el mensaje no llegará).

Pero si escribo: «Qué mal me cae la vaca del quinto», tu cerebro empieza a hacer chiribitas. Intuyes que no estoy hablando de un animal, sino de tu vecina con sobrepeso. Asumes que con «quinto» me refiero al quinto piso del edificio. Se encienden cosas en sitios distintos. No entraré en por qué nos encantan las metáforas, las sinécdoques y todo eso (eso daría para tres vídeos más), pero este «ruido» en vez de distorsionar crea música de la bonita (siempre que se haga bien, claro).

Además, hay más niveles aún en esta muñeca rusa particular. Tal vez te parezca que mi frase peque de gordofobia o que sea sexista. Hay componentes culturales e ideológicos que dotan de aún más significados a esta comparación entre un ser humano y un animal herbívoro.

escribir mejor
¿La del quinto, Marisol? ¿La que roba paquetes de Amazon y aún no ha pagado la derrama de noviembre? Sí, me ofende profundamente tu comparación, Gabriella

Tenemos problemas a la hora de lidiar con muchas palabras y conceptos desordenados y compuestos, pero solemos asignarle un solo significado a la vez a las cosas. Así que cuando nos presentan palabras, frases o libros enteros con múltiples niveles de interpretación… ¿oyes eso? Es el sonido de mil lectores disfrutando, de críticos literarios de todo el planeta tocándose en sitios prohibidos.

Esto nos proporciona mucha libertad para jugar con niveles de significado. Siempre que haya coherencia y el significado funcione dentro de nuestros parámetros comunicativos (lengua, cultura, sociedad, etc.), aumentará la riqueza de nuestro texto. A menudo, se diferencia a los escritores excelentes de los mediocres porque los primeros añaden sentido y los segundos solo añaden palabras.

Es por esto por lo que muchos teóricos ponen a Quevedo por delante de Góngora. Que no es que Góngora no jugara con el significado, pero la brevedad y exactitud de su contemporáneo daban mayor impacto a su trabajo.

Es cuestión de gustos, vaya, pero servidora siempre será del bando conceptista.

(Dijo ella, pese a tantos y tantos artículos kilométricos en este blog).


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¡Hasta la próxima!

Nos vemos el viernes que viene. ¡Sé amable con el mundo y llena nuestras pantallas y páginas de literatura espléndida!

Créditos

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