Todo esto empezó porque me pidieron un prólogo.

No soy muy amiga de los prólogos. Los prólogos y yo tenemos una relación parecida a la relación entre la protagonista de una comedia romántica para adolescentes y su némesis rubia y popular. No suelo leerlos hasta terminar el libro (¿y si hay alerones feos… digo… spoilers de la obra?) y no suelo escribirlos para otras personas. Un prólogo es una responsabilidad, al fin y al cabo. ¿Y si el libro es malo, engañoso o aporta información mal documentada? Es tu nombre el que está ahí, apoyando y aprobando la obra.

aprender a contar historiasDe algunos prólogos me arrepiento más que otros

Ana González Duque me pidió que escribiera un prólogo para su libro nuevo, Cómo monetizar tu blog de escritor. Con Ana, por suerte, sabía que podía escribir un prólogo con mucha tranquilidad, preocupándome solo de no usar (casi) palabrotas. Pocas personas tienen su habilidad para producir de manera periódica contenidos útiles, que además han pasado por el filtro valioso de su propia experiencia. Es fácil hablar de la teoría: pocos hablan de la práctica, de aquello que ya han verificado. Y pocas personas comparten su experiencia con tanta generosidad.

Antes de escribir esto que leéis que, por cierto, es ese mismo prólogo mencionado (pero con menos símiles de comedias románticas y menos portadas de Chuck Tingle), me tuve que leer el libro, como es lógico y normal. En él, Ana habla de un tema que conoce bien: cómo sacarle rentabilidad a tu blog si eres una persona cuya ocupación principal es escribir (o si te gustaría ser una persona cuya ocupación principal fuera escribir). Toca, además, una cuestión que poco se menciona: escribir no es solo escribir ficción y la creación de contenidos de no ficción puede ser una ayuda tremenda para los que también le damos a eso de la literatura. Escribir no es solo crear novelas.

Así que ahondemos más en eso de crear contenidos, sean literarios o no. ¿Cómo influye la creación de contenidos en nuestro trabajo artístico?

Arte y mercadeo no son agua y aceite

Al principio, yo era como esos escritores que dicen que el arte es lo primordial y que no puede mancillarse con el sucio dinero, ¡y mucho menos con el (sucísimo) mercadeo! Lo que yo no sabía (y lo descubrí mucho después) es que el famoso marketing puede ser divertido. No soy, precisamente, una autora que escriba para todo el mundo, así que he tenido que ingeniármelas de mil maneras para a) encontrar mi público y b) llegar hasta él, intentando mantener siempre mi respeto por el lector y por mis propias creaciones.

Siempre asociamos marketing a vender de forma mentirosa y pesada, con intenciones aviesas. Lo que yo descubrí (y creo que Ana también) es que vender no tiene nada de malo si se resume en lo siguiente:

Ofrecerle un producto o servicio a una persona que desea o necesita ese producto o servicio.

Por supuesto, no es lo mismo vender un libro que vender una consulta de dentista. La facilidad de venta siempre depende de la necesidad (lo que en el mundillo del mercadeo se conoce como dolor) del consumidor. Un dentista solo necesita anunciarse una vez, al igual que un cerrajero. Si me duele una muela o si he salido de casa sin las llaves, recordaré enseguida que hay un dentista o cerrajero disponible. Sin embargo, tendré que ver muchas veces (y en situaciones muy concretas) un libro para tener el impulso de compra.

aprender a contar historias-Y es una historia inolvidable que no te dejará indiferente.
-Vale, con esta van 622 veces, ya solo te faltan 18 para que lo compre.

Esto es malo, sí, es una caca como una montaña de grande. Pero también nos enseña a ser más ingeniosos e imaginativos que otros sectores. Nos enseña que es la emoción personal (más que la pura necesidad de un dolor de muelas o una casa cerrada) la que dirige la compra, por lo que la relación con el lector es más importante que nunca.

Cuando aceptas esto, cuando aceptas que los libros, por muy buenos que sean, no se venden solos, descubres que vender y promocionar pueden ser procesos muy creativos. De hecho, cuando dejé de vender y promocionar como hacían los demás (ay, esos «compra mi libro» en grupos de Facebook…) y me decidí a enfocarlo como hacía con mi escritura (con humor, imaginación y ganas de experimentar), los resultados cambiaron bastante. ¡De repente, la gente quería leerme! ¿Y no es eso estupendo?

La clave está en tu contenido

Ana habla en su libro de formas distintas de las que disponemos para sacarle rentabilidad a nuestra escritura, escribamos ficción, no ficción o diccionarios de klingon. Como ella ya habla de todo eso de manera sucinta y amena, con sus ejemplos claros, a mí me gustaría insistir en otra cosa, que va muy unida a todo esto.

Dicen por ahí que el contenido es el rey (y que probablemente el SEO sea la reina… aunque algunos aseguran que ahora la reina es el SMO, la optimización de redes sociales). No importa, no importa. Da igual cuánto SEO aprendas, dan igual todos los truquitos que te sepas sobre cómo moverte en redes: si tu contenido es malo, aburrido o engañoso, vas a tener problemas. Un blog es una de las herramientas más poderosas que puedes tener como escritor, pero de poco sirve si ahí lo único que demuestras es que no sabes… eh… escribir.

aprender a contar historiasCompra mi livro

En un encuentro de marketing digital en el que estuve hace algún tiempo, un experto en AdWords me dijo algo que se me quedó clavado: «No intentes vencer al SEO. Google siempre va un paso por delante ti. Por mucho que intentes gustar a Google, siempre valorará la calidad del contenido por encima de todo. Si intentas engañarlo con atajos y artimañas, sin cuidar la relevancia de tu contenido… bueno, allá tú. Google tiene un equipazo de los mejores programadores del mundo optimizando su algoritmo día a día. ¿Tú qué tienes?».

Tal vez no lo dijera justo con esas palabras, porque yo tengo cierta tendencia a la exageración y a lo dramático (y me encanta la palabra artimaña), pero este es mi prólogo y me lo teatralizo como quiero.

También me dijo otra cosa que viene bien recordar. Si no sabes lo que quiere tu público, pregunta. Pregúntales por email, pregunta mediante encuestas o formularios. Muchas veces te mentirán, ojo, porque en realidad poca gente sabe lo que quiere. Pero es un buen sitio para empezar.

Problemas comunes por los que nadie se queda en tu blog

Desde luego, la manera en que te presentes es importante. He visitado buenos posts que he abandonado enseguida porque eran palabras blancas sobre fondo oscuro. He abandonado blogs que tardaban demasiado en cargarse. Pero la buena escritura sobrevive, aun así… o por lo menos la que interesa a tu público. Cuando empecé a escribir sobre la atribulada vida del autor y la creación literaria, tenía una web horrorosa, pero las visitas comenzaron poco a poco a crecer. El diseño, el SEO, el SMO… son importantes, ¡casi cruciales!, pero nunca tan importantes como lo que cuentas y cómo lo cuentas.

Un buen artículo es todo un arte. No se trata solo de que sepas escribir, sino de que sepas escribir de una manera que convenza a tu público de que siga leyendo. Recuerda que vivimos en una nueva economía de la atención: si no captas a tu lector en el primer par de segundos, se marchará. Con frecuencia veo a blogueros que se preguntan por qué no obtienen conversión y lecturas pese a un diseño perfecto, con su formulario de suscripción perfecto, con sus palabras clave perfectas y toda esa pesca (perfecta). Entiendo muy bien su frustración, pero me temo que es inevitable. Estas son las razones más comunes que encuentro:

  1. Una mala redacción. Ortografía pésima, muchas erratas, mala gramática, oraciones larguísimas llenas de subordinadas, barroquismo exacerbado, etc.
  2. No decir nada, en realidad. Si me leo mil palabras donde no tengo ni idea de qué querías contarme, tenemos un problema.
  3. Copiar, copiar y copiar. No hablo de hacer un copipega de otro blog (aunque también lo he visto), sino de copiar ideas, formatos o incluso formas de redactar. Nadie necesita leer cinco veces lo mismo. Las tendencias son útiles, pero solo hasta cierto punto. Y el contenido perenne a la larga da mejores resultados (y menos trabajo de reciclaje) que un contenido que caduque cada par de semanas (a no ser que la función de tu blog sea anunciar noticias o gestionar tendencias).
  4. Falta de personalidad. Si me das buenos datos y tu información es válida, estupendo. Pero si quieres que compre tus libros… ay, necesito algo más.
  5. Demasiada personalidad. En ocasiones, por intentar copiar el tono de otros blogs en vez de intentar desarrollar poco a poco la voz propia, encuentro artículos que son esperpénticos, forzados.
  6. Búsqueda de polémica como cebo. En mi experiencia, tras años y años de moverme en la blogosfera, los blogs que intentan atraer visitas mediante críticas malintencionadas o salseo del facilón acaban muriendo poco a poco. La polémica atrae a cierto tipo de lector y genera un ambiente de malestar donde suele ser complicado crear fidelización.
  7. Falta de comunicación. El protagonista es el lector, no tú. Esta es la razón por la que no tiendo a seguir cuentas de Instagram donde cada foto es un selfi. Eso será funcional para cuentas destinadas a personas interesadas en tu bonita cara, pero si tu público objetivo es el lector de misterio, vas a tener que crear contenidos que puedan interesar a un lector de misterio (y no hay capas de maquillaje ni boquitas de pato que puedan cambiar eso).
aprender a contar historiasPor favor, Horacio, para. Solo te avergüenzas a ti mismo.

La narración no es solo para tus novelas

Supongo que todo esto se resume en que bloguear también es un arte, con sus patrones, modas y reglas no escritas. Atrás quedaron los días de exposición-nudo-desenlace, como nos enseñaron en el colegio. Ya nadie tiene paciencia para la exposición. Métete de cabeza en el nudo, habla de tú a tus lectores, conversa con ellos con la intención de entretener y aportar valor. Engánchalos con cliffhangers, usa símiles que inspiren, ponte en su lugar y piensa en qué te gustaría leer. Esa forma de crear es parte de tu aprendizaje como narrador. Léete el libro de Ana de cabo a rabo (¡no te olvides de complementarlo con El escritor emprendedor!) y une todas sus fantásticas herramientas a tus capacidades narrativas.

Porque la buena noticia es que el storytelling, como lo llaman ahora, el arte de contar historias, se usa con gran éxito en la escritura persuasiva y en los blogs.

¿Y acaso no empezaste tú a escribir porque querías contar historias?



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