Este artículo no es sobre cómo hablar en público de manera profesional y óptima. No es sobre cómo mejorar tu estilo, dominar tu lenguaje corporal y eliminar tus muletillas.

Este artículo es sobre cómo atreverse a hablar en público y punto.

Cómo tener la valentía de subir al estrado y presentar tu libro, participar en una mesa redonda o dar una conferencia.

Cómo hacer todas esas cosas sin mearte en los pantalones.

Cómo hacer todas esas cosas sin quedarte completamente en blanco.

Cómo hacer todas esas cosas con algún control de lo que sale de tu boca.

No puedo hacer magia. No puedo hacer que todas las personas tímidas del mundo de repente se conviertan en estrellas del espectáculo. Pero puedo contaros algunos conceptos importantes que descubrí sobre esto de exponerse, exhibirse y prestarse al examen de un grupo grande de personas.

Cuando la timidez hace que tu vida sea más complicada

Cuando estaba en la universidad, tenía una amiga que podía hablar con desconocidos en el autobús o ir a una tutoría con cualquier profesor sin pensarlo dos veces, pero que era incapaz de articular palabra cuando tocaba presentar algún proyecto. Yo, sin embargo, me subía a un escenario con la felicidad de una actriz de farándula, pero habría preferido cortarme un brazo antes que acudir a una tutoría, y a día de hoy me sigue costando pedir la cuenta en los bares.

Hay muchos tipos de interacción y cada persona tiene sus fuerzas y sus debilidades.

Reconozco que este amor por el escenario me viene desde pequeña, porque de niña yo era rubia y adorable a lo Shirley Temple, y me daban todos los papeles protagonistas en las funciones de la guardería. Luego crecí y, aunque era menos rubia y adorable, mis padres me apuntaron a clases de teatro. Seguía siendo tímida sin remedio, pero descubrí algo maravilloso: si algo te da miedo, puedes fingir que eres otra persona. Puedes interpretar un papel. Es un truco que sigo usando en mi vida diaria y del que hablaremos un poco más adelante.

Ese taller de teatro fue lo que me hizo salir de mi escondrijo personal e interesarme por mis congéneres humanos. Empecé a ir a recitales de poesía y descubrí que mis poemas me ayudaban a comunicarme con el mundo, a crear otro tipo de escenario.

hablar en públicoEse momento incómodo cuando estás recitando una oda a tus partes íntimas y entra tu madre en el local.

Ahora puedo estar en un grupo de personas desconocidas sin perder por completo los nervios y echarme a llorar*: un progreso impresionante. Pero que yo haya progresado como persona y haya descubierto el placer de hablar en público no quita que a veces lo haga fatal o me quede en blanco o digo algo inapropiado. Tampoco quita el nerviosismo que siento cada vez que me toca dar un taller o participar en una charla. Por suerte, he descubierto que con valentía no se nace, sino que se hace.

Recibo muchos emails de gente que saca su primer libro y se enfrenta a un obstáculo que le parece insuperable: la presentación. Eso me parece una lástima, porque la primera presentación de un libro tuyo es de las cosas más bonicas que hay. No dejes que unos nervios te priven de uno de los mayores lujos de la vida: HABLAR DE TU LIBRO Y QUE NADIE TE PUEDA DECIR QUE TE CALLES.

A continuación desarrollo un poco lo que suelo contestar a esos emails:

1. No estás solo

No, en serio. No eres tú. Nos pasa a todos. Hablar delante de una masa de personas es horrible. ¿Y si te juzgan?

Porque la realidad es que sí, te van a juzgar. Y lo sabes porque cuando acudes a cualquier evento tú también juzgas a quien habla.

La pregunta importante no es: ¿y si me juzgan? No. La pregunta importante, te recuerdo, es: ¿cómo consigo convencer a todos estos de que compren mi libro?

Si te da miedo presentar tu libro, dar una charla, participar en una mesa redonda… piensa en la persona que ha dado la charla justo antes que tú, o en aquel autor cuya presentación te encantó, ese que parecía tan seguro de sí mismo. Te cuento un gran secreto: ese autor también se estaba cagando vivo**. Todos queremos la aprobación de los demás, es un mecanismo de supervivencia.

Aquí no importa la aprobación de los demás. Lo que importa es que compren tu libro. Aquí lo realmente importante es tu obra y tu trabajo.

¿A que no te da ninguna vergüenza hablar a otros de las bondades de alguien a quien admiras o quieres? Pues lo mismo: habla de lo muchísimo que mola tu trabajo y por qué.

Ya sé que el síndrome del impostor corre feliz entre nosotros y nos infecta con su ponzoña antiartística. Así que… ¿qué pasa si no tienes mucha seguridad en tu trabajo?

Fácil: finge.

2. Fake it till you make it

Esta es una expresión muy común del mundillo de la autosuperación estadounidense: finge hasta que lo consigas. Finge ser alguien hasta que te conviertas en ese alguien.

No os voy a decir que os apuntéis a talleres de teatro (aunque prometo que funcionan y mucho), ni que mintáis en vuestros currículos, pero sí que saquéis al actor que todos llevamos dentro. Todos hemos jugado a las casitas de pequeños. Todos hemos fingido ser alguien que no somos. Os prometo que en realidad es muy divertido. Súbete a ese escenario y hazte pasar por una persona segura, confiada, carismática.

Nadie tiene por qué saber la verdad.

Todos ocultamos facetas de nuestra personalidad

Mi gran secreto es que no tengo sentido del humor. Soy de esas personas que cuando suelta un chascarrillo los demás la miran, muy confusos. Un día hice un chiste en el blog por error y alguien se rio. Desde entonces me hago pasar por alguien gracioso, tanto en el blog como en público. No tengo velocidad de respuesta como los cómicos de la tele, pero cuando entro en flow sale la Gabriella falsa, la Gabriella que intenta hacer reír a su público. Es una Gabriella peligrosa, porque puede ser un poco ácida y a veces suelta barbaridades, y con frecuencia se cree más graciosa de lo que es, pero es uno de mis personajes favoritos.

Todos tenemos nuestras máscaras y cada máscara tiene un poco de nosotros. A veces hasta se fusiona con nuestra cara.

Si eres una persona tímida, hazte pasar por una persona sociable y expresiva. Si eres una persona reflexiva y tranquila, hazte pasar por una persona enérgica y espontánea. Funciona, lo prometo.

hablar en públicoA Laura lo que realmente le gusta es quedarse en casa leyendo a Foucault con una infusión de limón y jengibre.

Cuando hablo en público me hago pasar por una persona megacarismática y hermosísima y fabulosa. Imaginad el susto cuando veo vídeos y fotos, y veo a una persona de atractivo medio y gracia en el culete. Es impresionante la capacidad que tenemos los seres humanos para engañarnos. ¡Usémosla!

3. Practica, practica mucho

Las primeras veces no son las mejores, pero todo mejora. Mejoran tus habilidades comunicativas, adquieres mayor seguridad y aprendes a reaccionar si algo sale mal. Nunca olvidaré aquella vez en la que, en una mesa redonda que yo moderaba, un tipo del público se levantó, se sentó a mi lado y empezó a decirnos a los ponentes todo aquello en lo que nos equivocábamos. Ni la vez en que una amiga acudió borracha a una de mis presentaciones, o la vez en que tuve que dar una charla en un descampado.

Creo que tu percepción cambia mucho cuando, en vez de «ojalá el público no me odie», tu mayor ruego para un acto es «ojalá estén todos sobrios y haya un techo sobre nuestras cabezas».

Hagas lo que hagas, lo más seguro es que te toque en algún momento hablar en público, sobre todo si quieres promocionar tu trabajo. Cuanto antes te expongas a este tipo de experiencia, mejor. No hay nada como la práctica para saber qué hacer cuando una banda de niñas chungas intenta arrancarte el micrófono de las manos para montarse un karaoke.

4. Prepárate

No sé si os pasa a vosotros, pero con el paso del tiempo mi capacidad de improvisación ha ido mermando. Me he dado cuenta de que ya no puedo hacer eso de aparecer en algún lado y hablar durante horas de un tema que me guste sin parar. Necesito, por lo menos, algún tipo de guion de ideas, para no quedarme un buen rato mirando al vacío en estado absoluto de pánico, diciéndome: «¿y ahora con qué entretengo a toda esta gente (aparte de con mi increíble carisma, hermosura y fabulosismo fabulosidad fabuleza)?».

No digo que lleves tu discurso ya escrito y que te dediques solo a leerlo. Eso se nota y suele quedar fatal. Pero sí ayuda mucho llevar un pequeño guion: te hará sentirte mejor y te servirá de apuntador si te quedas en blanco. Se aprecia muchísimo en charlas y conferencias y presentaciones cuándo alguien lleva algunos temas preparados y cuándo va a hablar del tiempo y de lo primero que se le ocurra. Un guion ayuda a tener un discurso claro y ordenado, y evitará que te vayas demasiado por las ramas.

hablar en públicoYa sé que esta conferencia era sobre ciencia ficción, pero os aseguro que los próximos treinta y cinco minutos sobre las obras que me están haciendo en casa merecerán la pena.

A mí también me gusta llevar algún tipo de actividad o juego que pueda compartir con el público. Por ejemplo, en las presentaciones de El día del dragón, que contiene el peor chiste del mundo***, solemos cerrar el acto con un concurso de chistes malos. Esto es muy útil cuando presentas en colegios e institutos, con públicos obligados con los que a veces puede ser difícil conseguir atención y/o participación.

También puede resultar de ayuda fijarte en lo que hacen los monologuistas de comedia. Me encanta analizar sus estructuras narrativas, cómo se mueven y expresan. Solo con verlos te dan ganas de subirte a un escenario y contar una historia. Que igual tu ponencia sobre el papel de la mujer en la fantasía medieval de inspiración japonesa no es exactamente un discurso de Dani Rovira, pero la habilidad de un cómico para comunicarse con su público es inspiradora.

Por supuesto, siéntete libre luego de saltarte lo que tengas preparado en la medida que quieras y necesites. Es tu escenario y tú eres la estrella.

5. Organiza tu energía

Si eres una persona introvertida como servidora, la intensidad de un acto social bestia puede dejarte tiritando. Este finde pasado tuve un par de charlas en la Andalucía Reader Con, en Sevilla, y, aunque fue una experiencia maravillosa, todavía me estoy recuperando. Hablar en público (y estar en situaciones sociales con mucha gente a mi alrededor) me sobrestimula, me carga de adrenalina y me produce una euforia curiosa que luego tengo que pagar.

Es como si tuviera un banco de energía social y los eventos de este tipo me dejasen en números rojos. Los días siguientes siempre estoy cansada e irritable. De grandes festivales como el Celsius puedo necesitar semanas para recuperarme. Si te pasa algo similar, acuérdate de tener cuidado con los compromisos de este tipo. Separa eventos, mira bien los horarios y asegúrate de dormir bien. Mi error en mis primeros festivales fue apuntarme a todos los actos que pudiera, emocionada, y además irme de fiesta todas las noches con otros escritores, editores y juerguistas profesionales. Aunque de esa época guardo muy buenos recuerdos y posiblemente alguna enfermedad venérea, esta no es una buena combinación.

Antes de tu presentación, charla, conferencia… asegúrate de tomártelo con tranquilidad, de tener una buena noche de sueño y cuidarte. Socializa un poco justo antes del acto para no pensar en tus propios nervios y para ir soltándote un poco. Revisa un poco tu guion, pero NO dejes la preparación para el último momento.

6. Pide ayuda

Si realmente te desquicia la idea de subirte solo a un escenario, ¡no tienes que hacerlo! Dar una charla yo sola es divertido porque tengo el control absoluto de qué voy a decir y cómo, pero siempre estoy mucho más tranquila cuando hay otra persona que comparta conmigo la experiencia. Por eso, estoy más relajada en una mesa redonda o en cualquier charla moderada que en una conferencia. Si vas a presentar tu libro, busca a alguien de confianza que se ocupe de hacerte preguntas: así tú solo tienes que estar pendiente de responder lo mejor posible.

No tiene que ser una persona famosa. Cualquier amistad con desparpajo te puede servir. La idea es que sea alguien con quien te sientas a gusto y que sepa sacar lo mejor de ti. Pero ¡cuidado! Lo del desparpajo está bien, pero no elijas a alguien que hable más que tú o que vaya a hacerte sombra. La estrella eres tú y el público tiene que comprar tu libro, no el de la persona que te está presentando.

Esto lo digo, obviamente, para que no me invitéis a presentar vuestros libros. Porque intentaré vender los míos. No puedo evitarlo, son muchos años ya de tragarme la timidez y de fingir que soy una persona requeteinteresante.

Estáis avisados.

7. Habla a una sola persona… o a una masa informe

Seguro que habéis oído ya el truco ese de imaginar que el público está desnudo o en ropa interior. Es un truco malísimo, lo siento. Primero, porque respeto demasiado a la gente del público para hacer eso. Segundo, porque siempre hay gente en el público que está tremendamente bien de lo suyo y antes de darme cuenta estoy OTRA VEZ hablando de sexo en mi conferencia sobre procesos de autopublicación frente a la cadena tradicional de producción y distribución del libro.

Hay otro truco que funciona mejor y que yo usaba mucho al principio. Se trata de encontrar a la persona del público que sonríe. Siempre hay una. Ya sea porque le has caído bien, porque es de naturaleza sonriente o porque tiene una historia de fondo a lo Joker muy trágica que ha congelado su rostro en un rictus permanente, encontrarás a esa persona. Habla solo para ella. Intenta que sonría más, cuéntale cosas. No te digo que tengas la vista fija (eso queda un poco raruno), pero regresar a esa sonrisa te dará confianza.

hablar en públicoHola, amable desconocido. Es posible que me recuerdes de otras charlas como la de ayer por la tarde, donde sonreías mucho. Este discurso de cincuenta y cinco minutos es solo para ti. Ponte cómodo.

Una amiga modelo lo pasaba mal en las sesiones de fotos, pero no tenía problema con subirse a pasarelas rodeadas de espectadores. Esto era porque los focos de la pasarela iban directos hacia ella y no le permitían ver al público. Este no era más que una masa informe. Y ese es otro truco, muy diferente al anterior: imagínate que no estás hablando a personas, sino a una gran masa irreconocible. Imagínate que no hay nadie de verdad, que estás en tu casa a solas. Y que estás compartiendo contigo mismo aquello que te apasiona.

Estos trucos son herramientas de principiante, claro. Cuando hayas hecho unas cuantas presentaciones o actos te darás cuenta de que es bonito ir fijándote en diferentes personas del público, hablando para cada una de ellas. Aprenderás a hablar con el grupo en general sin problema. Y es que lo realmente importante de hablar en público es esto:

8. Diviértete

Aunque no me creáis, es cierto: hablar en público es divertido. El problema es que solemos estar tan ocupados preocupados por qué pensarán de nosotros que no nos damos cuenta.

¿Qué otras oportunidades tendrás de compartir lo que te gusta, lo que te preocupa, lo que te apasiona? ¿Cuántas veces podrás hablar de tu trabajo sin que los presentes te digan que te calles, Gabriella, que ya está bien y qué jarticos nos tienes con tu p**o libro?

No tienes que hacer las cosas como los demás. No tienes que hacer la típica presentación pesada. ¡Puedes hacer lo que quieras! (Dentro del margen de la ley, claro. Que dar presentaciones desde la cárcel es más complicado).

La pasión se contagia

Si tú te lo estás pasando bien, tu público lo nota. Disfruta del poder que te da ser quien tiene la palabra. Cuenta algún chiste. Si nadie se ríe, puedes seguir como si nada. Pero si consigues un par de risas del público, todo irá sobre ruedas a partir de entonces. La risa es contagiosa, siempre va a más y la gente que está ocupada riéndose no está ocupada juzgándote.

Yo mido lo bien o mal que ha ido un evento por esa respuesta del público. No hace falta montar ese monólogo cómico que ya he comentado, pero alivia tensión y relaja a los asistentes, que ya saben que por lo menos una parte de la charla no será tremendamente aburrida.

Y por favor, por favor, por favor, que tu charla no sea tremendamente aburrida. Te lo recuerdo: si escribes, tienes que saber contar una historia. Eso también sirve para tus presentaciones. ¡Ay, por qué son tan aburridas tantas presentaciones de libros!

Haz que el público participe, juega con él y pásalo bien. Pero nunca a costa del público, ojo. No hagas que se sienta incómodo: necesitas que se sienta a gusto. He ido a un par de eventos donde todos queríamos estrangular al conferenciante porque básicamente se dedicaba a insultarnos y a intentar dejarnos en evidencia. Es muy distinto tener autoestima y confianza que ser arrogante.

9. Quédate un rato

Creo que un error grave que cometen muchos autores es llegar a su presentación, hablar de su libro/trabajo/teoríaespaciotemporal y largarse. Para mí una de las mejores cosas de hablar en público es el rato de después, el quedarse charlando con asistentes, compañeros u organizadores del evento. Ahí es donde se estrechan lazos, se conoce a gente válida y donde interaccionas con tus lectores de verdad. Recuerda comentar en tu acto que estarás disponible después para firmar libros y señala dónde pueden adquirirlos. Suelen caer unos cuantos si tu charla ha sido de interés para el público.

Personalmente, intento ir un poco más allá. Ya que estoy con el subidón, con esa máscara de persona sociable que casi me estoy creyendo, ¿por qué no aprovecharlo? Siempre sugiero que vayamos todos después a tomar algo. Evidentemente, esto dependerá de la cantidad de asistentes. Si son muchos, no es practicable (aunque merece la pena por ver la cara de los camareros en los bares cuando pides mesa para cincuenta y ocho), pero suelo esperar a que ya quede poca gente (los que han pedido firma, los de mayor confianza, los que se han acercado a preguntar o comentar algo) y les propongo compartir todos un té, café o bebida alcohólica de su preferencia. Os aseguro que esas charlas son las que te van ofreciendo poco a poco la confianza que necesitas para superar tu miedo a hablar en público (y son parte fundamental del famoso networking).

hablar en públicoIrse de cañas después de una charlita es algo que el ser humano lleva haciendo desde tiempo inmemorable.

Un apunte para amigos y familiares: tras una charla o conferencia, todos estamos en un punto extraño de vulnerabilidad. Si tenéis alguna crítica constructiva, ahora no es el momento. Hacedlo luego, preferiblemente al día siguiente. Y si alguien en el público ha hecho algún comentario desafortunado sobre tu persona, NO QUIERES SABERLO. Esto es muy importante, porque sé que hay gente que te lo dirá con la mejor de las intenciones, pero eso puede minar esa confianza que tanto te ha costado reunir. Por supuesto que debemos aprender a hacer las cosas mejor, pero justo después de una conferencia NO ES EL MOMENTO. Repito, por si no ha quedado claro: NO ES EL MOMENTO. Merece la pena explicar esto a la gente que te rodea.

Todo puede ir mal, pero eso tampoco importa

Ante todo, acepta que esto de exponerse al terrible mundo del escritor público no siempre va a ir bien. Habrá asistentes imposibles. Habrá públicos que no se rían de ninguno de tus chascarrillos. Habrá públicos que pondrán algo que has dicho en su blog o en redes sociales, sacado de contexto. Alguien se quedará con esa frase horrible que salió de tu boca y no sabes cómo. Pero creo que todas esas posibilidades son mejores que seguir con miedo, mejores que evitar cualquier compromiso público y mejores que hablar con disgusto, odiando cada segundo de tu acto público.

Te aseguro que la mayoría de públicos son personas como tú o como yo, que lo único que piden es no aburrirse ni quedarse dormidos.

Entiende que eso es raro. Que el mundo está lleno de conferenciantes tediosos, de presentaciones interminables, de charlas egocéntricas.

En realidad, lo tienes fácil.


*Siempre que no haya alguien vestido de payaso en ese grupo. Con algunas fobias no hay trucos que valgan.

**Traducción para mis lectores de más allá del charco: tener mucho miedo, perder la compostura, necesitar ir al baño con urgencia.

***Testado en laboratorio.



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