Un escritor al que admiro siempre dice que, para él, escribir es 33% planificación, 33% escritura, 33% corrección y que ese 1% que queda, solo ese 1%, es inspiración.

También dice que desconfía de los ornitorrincos porque algún día dominarán el mundo, así que supongo que tampoco hay que hacerle caso en todo.

La musa visita a los que tienen el culo sobre la silla de trabajo, eso lo sabemos. O deberíamos saberlo, por mucho que vendrán unos cuantos a gritarnos que debemos vivir del aire y de nuestra pasión y solo ponernos a escribir cuando estemos inspirados.

Pero sí, por muy pragmáticos que nos pongamos, la inspiración existe (otra cosa es que su papel sea bastante menor al que nos venden en las películas, los blogs para escritores o las máquinas expendedoras de sueños prefabricados más allá de Orión). O más bien existen dos tipos de inspiración, tal y como yo lo veo:

  1. La inspiración puntual, esa idea mágica que nos llega en el momento más inoportuno y
  2. La inspiración como estado: esa racha de flow o flujo en la que estamos trabajando y/o creando y nuestro cerebro funciona a mil por hora. Del estado de flujo habla muy bien Isaac Belmar en su artículo, y yo también lo he mencionado alguna vez por aquí, en este blog. Básicamente, es un estado maravilloso que se obtiene cuando estamos enfrentados a algo que no es ni demasiado fácil ni demasiado difícil: tiene la medida justa para desafiarnos sin frustrarnos.

Las ideas vienen de miles de sitios, pero ese estado de flow solo viene cuando llevamos un tiempo metidos en una tarea: el tiempo necesario para que nuestro cerebro se concentre plenamente. Hay diferentes estados de flujo: algunos más inmediatos; otros con resultados diferentes que solo surgen después de un tiempo largo de concentración. Por eso he hablado también a menudo de las maratones de escritura: encuentro que hay ideas y experiencias de escritura que solo me ocurren cuando llevo más de una hora escribiendo. Así, sabemos que ciertos estados mentales pueden detonarse de manera voluntaria: experimentamos y vamos dando con claves externas que nos permiten alcanzar una situación de flow concreta.

¿Pero cómo podemos activar la inspiración puntual, cómo podemos encontrar las buenas ideas ocasionales?

inspiración

Aquí va, de nuevo, mi pequeño disclaimer. una idea excelente no sirve de nada si no tenemos la habilidad de darle la forma que merece. Del mismo modo, se han escrito grandes historias partiendo de ideas que, en principio, eran mediocres. A veces creo que se sobrevaloran las ideas (y por eso tantos escritores que empiezan se preocupan más de que les roben sus ideas que de mejorar su manera de ejecutar dichas ideas).

¡Ah, sí, necesito un segundo disclaimer! Este macroartículo tiene más de 8000 palabras. Todas son necesarias si estáis en estado de bloqueo mental, faltos de inspiración o haciendo una tesis sobre qué impulsa y llena a los escritores. Para todos los demás: todo está colocado con titulitos muy convenientes para una lectura en diagonal, así que diagonalizad lo que os apetezca, adelante.

inspiraciónEstoy mirando hacia otro lado: aprovechad para abasteceros de drogas y alcohol o, en su defecto, de cafeína y víveres azucarados. O de queso, claro, si vuestro gusto es tan exquisito como el mío.

acerca de la inspiración puntual

Volviendo a lo de dónde encontrar las buenas ideas, dónde pillar a esa musa tan escurridiza, me dediqué a hacer algo que me suele funcionar muy bien: pregunté. Os pregunté a vosotros: en Facebook y en la lista de correo. Y como sois personas encantadoras, amabilísimas y muy sexis, muchos me escribisteis con vuestras respuestas.

(Muchos más de los que esperaba. Todavía estoy respondiendo a algunos de esos correos y hace más de un mes de aquello. Como es lógico, no he podido incluir TODAS vuestras respuestas, así que he puesto las que me han parecido más representativas de cada apartado).

«¿Dónde encontramos la inspiración?» bien podría ser una pregunta que también significara: «¿qué hago cuando estoy en blanco?». En este artículo he intentado aportar pistas y maneras de usar cada una de estas ideas como medio para invocar a la musa.

Y apunto algunas conclusiones fundamentales que he extraído de todo esto:

  1. Todas las fuentes que he buscado sobre esto de la inspiración coinciden en un punto: las buenas ideas llegan cuando estás prestando atención. Como escritores, fijarse y anotar tiene que ser una tarea habitual.
  2. Precisamente por eso, llevar una libreta o aplicación de notas encima siempre es IMPORTANTE.

Pero vayamos al origen, a la esencia de todo.

¿Dónde encontramos la inspiración?

1. De la combinación de cosas que no tienen nada que ver

Así es. De esa cosa genial que James Altucher llama «sexo de ideas«. La curiosidad debe ser un requisito para escribir y por eso siempre insisto en que no es bueno leer y consumir arte solo en nuestro campo. Podéis encontrar más ejemplos de cómo conseguir grandes resultados mediante esa cópula artística en un artículo que escribí sobre el tema aquí.

2. De lo que no funciona o está roto

Hace poco leí algo muy interesante sobre un estudio de diseño. El estudio tenía una instalación artística que debían reparar de cuando en cuando (estaba parcialmente sumergida en el agua y los soportes se oxidaban y corroían). Lo curioso es que la instalación estropeada ofrecía un nuevo efecto de luz muy interesante (podéis ver el vídeo y el artículo aquí). Si alguien que pasaba por allí no se hubiese fijado, esa nueva posibilidad artística nunca habría llegado a nada.

Una de las mejores formas de escribir buenos artículos en un blog es coger artículos malos con buenas ideas y hacerlos tú mucho mejor. Cuidado: no hablo de plagio; hablo de coger algo mal hecho, citar al autor de la idea original y desarrollarla, hacerla mejor, aumentar datos y darle tu perspectiva única.

Por ejemplo, hace poco escribí un artículo donde traducía y comentaba el manifiesto de Bre Pettis y Kio Stark sobre el perfeccionismo (es información opensource, por lo que podía citarla libremente). No es que el original estuviera mal hecho, es solo que hacía falta poder leerlo en otro idioma (y con una perspectiva desde un nicho concreto: la escritura). También leí un artículo de Jaume Vicent en Excentrya donde desarrollaba la idea de la regla de tres de la que yo hablé en este blog. Independientemente de que él encontrara esa idea por primera vez en mi blog o en cualquier otro, no importa: hay una combinación de puntos de vista y aplicaciones que favorece al lector. Siempre que cites el punto de partida y no te atribuyas el mérito, esa combinación produce un aumento productivo de información.

Lo mismo ocurre con los cuentos, poemas y novelas. Incluso lo que no te gusta de tus propias obras puede reaprovecharse para hacer algo mejor y diferente.

Pero repito: no copies. Copiar está feo y cada vez que encuentro un blog que copia a otro, un reseñador que hace copy-paste de reseñas ajenas o un escritor que se autodenomina «el nuevo Stephen King», nace un ornitorrinco más y nos acercamos a la destrucción del mundo tal y como lo conocemos.

3. Del rechazo

Ya he hablado por aquí de la importancia del rechazo editorial. Hasta sugerí buscar activamente 100 rechazos. Algunas personas tienen su propio bingo de rechazos, como esta paginita que tiene Lulu von Flama en su bullet journal:

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Me consta que varias personas, tras ver sus esfuerzos en Twitter, han empezado a crear su propio bingo.

Muuucho antes de todo esto que os cuento, yo tenía un buen puñado de relatos que había presentado a concursos y a convocatorias varias y que no habían llegado a nada. Así que ese rechazo sirvió para reescribir algunos de ellos, mejorarlos, y todo por la idea de que, aun así, merecían ver la luz del día. Y eso se convirtió en Lectores aéreos.

4. De las noticias del telediario

O del periódico, radio, etc. Varios de vosotros me habéis hablado de ideas que os han surgido al ver las noticias. En concreto, Silvia Santipolo me dice:

Me inspiran las historias escuchadas en radio, vistas por televisión o, especialmente, las que leemos a diario. Por ejemplo, hace poco pasaron por televisión la crónica de un multihomicida que mató a sus propios familiares, allá por el año 1922.  Me inspiró para narrar el acontecimiento en primera persona, ¡estuve en la piel del asesino por unos días!

No hay ficción tan absurda como la vida real. O eso aseguran.

Esa es otra: ¿y si pruebas a coger cualquier historia y a reescribirla desde otro punto de vista? A Kiril Yeskov le funcionó muy bien cuando les dio voz a los orcos de la Tierra Media de Tolkien.

(Aunque, eso sí, ¡cuidado con los derechos de autor!).

Si escribes humor, nada hay como las noticias más absurdas, como dice R. R. López:

Para la última novela que he escrito (aún inédita) me dediqué a coleccionar durante dos años noticias absurdas, como el cazafantasmas chino que ahuyentaba los fantasmas de sus clientas con el pene, o la ciudad subterránea de inmigrantes chinos ilegales que habían hallado en Moscú, así como artículos sobre fenómenos paranormales que salieron en prensa.

Ni siquiera es necesario tirarte dos años acumulando rarezas, los de Atlas Obscura ya lo hacen por ti. Si te defiendes con el inglés, ahí tienes historias de lo más extrañas con las que arrancarte.

Y si no, siempre puedes ver Sálvame para llenarte de historias tan increíbles como salvajes y absurdas. Porque la tele sigue siendo un lugar extraordinario para inspirarse, por muy mal que me caiga a veces.

(Netflix, ven a mis brazos. Que hace mucho que no hablamos, por aquello de que me enganchas con tus malas artes y me tienes sin dormir hasta las cinco de la mañana, guarrilla mía).

(¿Soy la única que habla de Netflix en femenino?).

Vamos con la pequeña pantalla, aunque de la grande me habéis hablado mucho también en vuestros emails:

5. De la televisión

Hasta del programa más insospechado pueden salir buenas ideas, como nos cuenta MJ Díez:

De donde menos te lo esperas puede saltar la idea; por ejemplo, hoy estaba viendo ¿Quién vive ahí?, un programa en el que la gente que tiene una casa bonita/especial/original nos la enseña para entretenernos/enseñarnos a decorar/dar envidia (voto por esta última), y salía una casa decorada en blanco y negro que tenía una caja fuerte en el salón.

El reportero preguntaba qué contenía y los dueños (ambos decoradores) respondían que no lo sabían, que estaba en la casa cuando la compraron y no habían logrado abrirla. El reportero replicaba que podrían localizar a los dueños anteriores. Vale, pues igual es una chorrada, ¡pero a mí me parece que es una idea guay para una historia!

Personalmente, estoy segura de que creaciones como Battle Royale, Los juegos del hambre y similares surgieron tras ver un episodio especialmente vitriólico de Master Chef. O del equivalente que hubiera cuando se pergeñaron esos libros.

O tal vez Master Chef nació de alguien que leyó Los juegos del hambre. Sí, eso también me funciona.

En cualquier caso, lo que sabemos a ciencia cierta es que TODOS esos textos, literarios y audiovisuales, partieron de un solo lugar: Eurovisión.

Y lo de la caja fuerte me parece una idea muy buena para un relato. Me temo que te la van a robar unos cuantos, MJ.

6. De la belleza de las palabras

Algunas palabras son hermosas e interesantes, ya sea por pura estética o por lo que representan. Algunos de vosotros gustáis de buscar su etimología, y su origen os lleva a nuevas palabras y a nuevas ideas. Eso le pasa, por ejemplo, a Patricia García:

Hay una palabra de la que quiero hablar o con la que quiero poner nombre a un pueblo, y busco su etimología, porque la palabra en castellano o no me gusta o no me dice nada, y esas búsquedas muchas veces me han dado a conocer palabras nuevas o historias que me han proporcionado ideas distintas o complementarias, que han enriquecido lo que ya tenía en un principio o que le han dado la vuelta por completo.

Patricia también sugiere encontrar inspiración e ideas buscando sinónimos de palabras corrientes. Yo, personalmente, prefiero…

7. Palabras aleatorias

Este es uno de mis vicios. Bueno, lo aleatorio en general es uno de mis vicios. Palabras, imágenes, frases enteras…

inspiración

Para las palabras, uso las que proporciona The Free Dictionary (aquí está el enlace en nuestro idioma), pero si conocéis otros generadores de listas de palabras, decidlo en los comentarios, porque me encantaría incluirlos. A veces las combino con ideas sueltas en la sección aleatoria de TVTropes y salen cuestiones del todo curiosas.

Descubrí el truco de TVTropes gracias al músico Paul Gladis, que me habló de un escritor que conocía que realizaba el siguiente ejercicio: de manera periódica (no recuerdo si a diario o de forma semanal), cogía un tema de TVTropes y escribía un pequeño relato sobre eso. ¿No os parece una forma fantástica de obligarnos a aprender a escribir sobre cualquier cosa, a desarrollar la imaginación y nuestra perspectiva como autores? Buscad el botón azul de Random Tropes, que aparece en la esquina superior derecha de la web.

8. Música y letras de canciones

Ya hemos compartido la música que usáis para escribir y es evidente que cada autor prefiere un tipo diferente. Paula Rivera me escribió para contarme cómo le influía a ella esa música:

(…) mis discos de post rock de cabecera y ahora también algunas cosillas de black metal o metal de vanguardia, que por alguna extraña razón me relajan mucho. Supongo que porque muchas veces no hay voces que canten tonteras que me distraigan, o bien, porque las hay pero son tan ininteligibles (sobre todo por los gruñidos y chillidos del black) que da igual.

También le pasó a David Olier, de una forma muy concreta, al escribir «Una vida y un sueño», un relato de su libro La imaginación también muerde:

En uno de mis paseos antiestrés empezó a sonar Astaroth de Mago de Oz en mi iPod. Cuando el cantante dijo: «compro tus sueños, por tu alma tu Dios cuánto da», se me encendió la bombilla. ¿Comprar sueños? ¿Y si se pudiera? ¿Qué consecuencias tendría?

Es curioso, porque esa es una pregunta que nosotros también nos hicimos en El fin de los sueños. Claro que la música inspiradora fue muy diferente (yo, por ejemplo, escribo en silencio, a José Antonio le gustan las listas que le hago de canciones con voces de mujeres quejicas). A mí Mago de Oz solo me inspira (muchas) ganas de apagar el reproductor, pero, como ya digo, cada escritor es un universo y encuentra inspiración en sitios distintos.

(No me lo tengas en cuenta, David).

9. Del diálogo

El intercambio de pareceres en un entorno cómodo, con personas con las que tenemos confianza, puede derivar en esa conversación fantástica también conocida como «arreglar el mundo». Y de ahí surgen grandes ideas. Lo malo es que es difícil capturarlas, como bien explica Lily Kerry:

Se me hace algo grosero sacar mi libreta y decirle a quien sea «espera, tengo que escribir algo«, así que cuando me siento para recuperar lo que estaba pensando es peor que en los exámenes difíciles y no recuerdo ni en dónde empezaba el tren de pensamiento.

Siempre puedes tener listo el botón de «grabar» en el móvil, escondido bajo la mesa, para situaciones así. Claro que a ver dónde lo escondes, que tanteando bajo el mantel puedes acabar convirtiendo a uno de tus amigos en tu nuevo novio.

inspiraciónChandler: Bueno, creo que se puede decir que nuestra amistad se ha estropeado para siempre.
 Monica: ¡Tampoco éramos tan íntimos!

¿Y quién no ha tenido un sueño erótico con la persona más inesperada? Sueñas con alguien de tu círculo de amistades y al día siguiente a ver cómo lo/la miras a la cara.

Por lo menos como escritor tienes la ventaja de que si la cosa te ha gustado, puedes mejorarlo metiéndolo en una obra de ficción. Sí, los sueños también son un modo genial de inspirarse:

10. De sueños y fantasías

Tal vez lo de las fantasías acabe convirtiéndose en fanfiction subido de tono, o tal vez escribes romántica o erótica y estás dispuesto/a a representar tus sueños más húmedos. O tal vez te contentas con crear a la mayor Mary Sue del universo y rodearla de un mundo hecho solo para ese personaje, que en realidad es una versión inflada de tu propio ego.

O a lo mejor tienes un noctario y apuntas todo lo que has soñado, cada mañana.

Prueba a hacerlo. Es muy productivo. Yo he sacado relatos de mis sueños. Volviendo a El fin de los sueños, sí, hasta escribí un libro donde aparecían algunos de mis sueños recurrentes (y algunos de los demás).

¡Sí, lo confieso! No era imaginación desbordante, hice trampa. Saqué cosas de mi subconsciente, sufrido y mal pagado.

Lo onírico da mucho de sí. Pero a falta de paisajes soñados que nos inviten a crear mundos mejores (¡o peores!), siempre nos quedan los viajes de verdad:

11. De los viajes

Lo dice Víctor Selles:

(Me inspiro) de mil formas, pero no quiero ponerme demasiado místico, así que me quedo con una: viajar. Cada vez que viajo, aunque sea un viaje en tren a Londres como he hecho cientos, mi «generador de ideas» se dispara.

Algunos sitios nos ayudan a poner la mente en blanco, a eliminar esos pensamientos que parecen apropiarse de todo. Y llega el subconsciente (repito: sufrido y mal pagado) y llegan todos esos pensamientos secundarios y algo escondidos y dicen: «¡por fin llegó mi turno!».

Acabas escribiendo sobre piratas franceses del siglo XVIII en un universo alternativo donde la Ilustración nunca se produjo y los terodáctilos todavía existen, preguntándote por qué.

¿Que tu libro igual es para un nicho y puede que apenas vendas tres copias? ¡Aaaah, no haber viajado en tren!

Los trenes nos llevan a sitios: reales e imaginarios, lo que en este artículo nos conduce a otra fuente de inspiración. Pero antes, me gustaría aclarar que es que Víctor vive en el Reino Unido, no es que se haga un viaje frecuente a Londres desde España en tren.

Aunque eso estaría chulo. ¿Steampunk? ¿Qué tal marinepunk? Venga, ya tenéis combustible (¿carbón, diésel, electricidad, fisión nuclear?) para otra historia.

12. De un lugar concreto

Cuando vives un tiempo en un pueblo o una ciudad (o una cabaña en el bosque, armado hasta los dientes a la espera del apocalipsis zombi, como alguna persona que conozco), es inevitable que entres en una relación especial con tu entorno. A veces esa relación se torna espiritual, intensa, y la gente empieza a escribir sobre geomística y cosas de esas que yo no suelo leer porque salen muchas palabras de más de ocho sílabas.

Sea como sea, hay algo especial, más allá de un orgullo patriota o localista, cuando hablamos de nuestra tierra y de nuestra gente.

¿Pero qué hay de otros sitios especiales, casi mágicos? Patricia me mencionó «tras un espejo». Decía que se preguntaba qué ocurría allí, a lo Lewis Carroll. A mí siempre me ha intrigado más saber qué ocurre entre dos espejos, una obsesión que comparto con Pratchett. Escribí un relato hace tiempo sobre el tema (me pregunto dónde habrá ido a parar: habría que escribir también más sobre los lugares donde se pierden los textos olvidados). Para Pratchett, en sus historias de brujas del Mundodisco, quedarse entre dos espejos era peligroso: podías confundirte y pensar que eres eterno, reflejado hasta el infinito.

inspiraciónEn el límite entre espejos espera, agazapado, el gato de Mirrorger. Es muy similar al de Shrödinger, pero con los bigotes mucho mejor cuidados.

Hasta el lugar más mundano da pie a nuestro sentido de la maravilla. La próxima vez que te aburras esperando en la consulta del médico, inventa una historia para cada uno de los que esperan allí contigo, y otra para la sala donde estás, a la espera.

O, no sé, juega al Candy Crush.

El otro día en la consulta de mi médico tiré un gimnasio Pokémon.

Que tampoco tenemos que estar escribiendo todo el rato, leches.

13. Del «¿y si…?»

Una de las mayores fuentes de inspiración de la historia (no solo literaria, sino artística, científica y filosófica) proviene de una gran pregunta: «¿Y si…?». Hablamos del famoso whatif, que muchos habéis mencionado en vuestros comentarios y correos. Proviene de what if…, es decir: «¿qué pasaría sí…?». La mayoría de mis cuentos surgen de aquí, y considero que es la base de casi toda la ficción especulativa.

Un buen ejemplo me llegó de la mano de Javier CH:

(…) en Miedo y asco en la luna, se me ocurrió el concepto de: «¿Y si hay vida en otros planetas, pero nos hacen el vacío?». ¿Y si somos ese típico chico de clase al que nadie habla y del que nadie quiere ser amigo? Así que lo reflejé en la forma en que los habitantes de la Luna hacían como que no estaban cuando los terrícolas alunizaron por primera vez, de forma similar a cuando nosotros disimulamos cuando algún testigo de Jehová llama a la puerta de casa.

Javier también escribió un artículo sobre todo este tema, por cierto, así que os dejo aquí el enlace por si queréis echarle un vistazo. Y me dio otra fuente de inspiración que me dio bastante que pensar:

14. De la rebeldía y la insatisfacción

(…) tambien llegué a la conclusión de que gran parte de la inspiración nace del inconformismo o desagrado por lo que hay.

Pienso que sólo una persona que se encuentra a disgusto con algo de su entorno, con el mundo, la sociedad, las leyes de física imperantes en su espacio-tiempo, sus compañeros de trabajo o el papel de culo que usa siente el auténtico impulso para crear un nuevo mundo en el que proclamar su malcontento. O que cuando está hasta las narices de ver el mismo tipo de personajes, de historias o desarrollos es cuando sentirá el impulso de hacer algo distinto.

Esto es un poco como aquello de «escribe el libro que te gustaría leer». Hace poco Rocío Vega publicó un artículo sobre por qué escribe con una mayoría aplastante de personajes femeninos y me recordó a una pregunta que me hicieron una vez sobre Lectores aéreos, de por qué casi todos los personajes que salían eran LGTB.

¿Y por qué casi todos los personajes que leo en otros libros no son LGTB?

A eso vamos: si hay algo que te aburre, que te cansa, algo que quieres hacer de otro modo, cámbialo tú. Para eso también escribimos.

(Por otro lado, también veo cierta tendencia a sobrevalorar la originalidad, a intentar hacer algo de otro modo simplemente por ser diferente. Y a veces algunos tópicos son tópicos porque funcionan, y a veces lo de ser diferente puede ser una excusa para no esforzarse en aprender, como cuando escribes veso en vez de beso porque te suena mejor y así se queda).

Pero qué sabré yo. Vesos para todos.

15. De vidas alternativas

Más allá del whatif está todo aquello que nos podría haber pasado, lo que querríamos que nos pasara o lo que por suerte no pasó. Lo explica bien Lluís Aracil aquí:

Ahora estoy escribiendo una novela que describe una posible vida que hubiera podido vivir si las cosas me hubiesen ido de otra forma. En ella plasmo de vez en cuando acontecimientos que me han ocurrido o sueños que me gustaría cumplir en la vida real. En realidad, esta novela se ha iniciado a causa de las miles de historias que he comentado con uno de mis mejores amigos. Siempre nos ha gustado el cine asiático, en especial el japonés, y hemos disfrutado narrando historias espontáneas (y muy graciosas) de nuestras vidas al imaginarnos si alguna vez perteneciéramos a la Yakuza.

Puede ser tan simple como hacerse un Dos vidas en un instante (la película esa de la Paltrow donde se analizaba cómo sería su vida si subía o no subía al tren, que ya veis lo que da de sí perder el metro, vosotros que tenéis metro, que solo tenéis que esperar un par de minutos para ir de un extremo de la ciudad a otro y aun así dais pataditas de frustración e ira si lo perdéis).

Puede ser preguntarse qué habría pasado si hubieseis cogido aquel trabajo o si hubieseis dicho que sí a la secretaria extremadamente atractiva que os propuso sexo salvaje sobre la mesa del dentista.

O tal vez eso lo vi en una peli porno, no estoy segura.

Podría ser algo más alejado de vuestras vidas actuales, como preguntarse cómo sería pertenecer a la yakuza, como propone Lluís.

O podría ser, precisamente, una especulación sobre aquello que no nos vemos capaces de hacer. Dice Sonia Sánchez:

Me gusta mucho imaginarme cosas que pudieran pasar… cosas que yo sería incapaz de hacer pero por el contrario me gustaría «hacerlas» a través de mis personajes.

¡Eso sí que es crear ficción de evasión!

Pero Gabriella, me dice alguno al fondo de la sala, que ni siquiera ha levantado la mano (¿qué os tengo dicho?): yo no me pregunto cosas sobre mi vida. Mi vida ya es megachachi y emocionante. Fíjate si es emocionante que hasta formo parte de un debate inexistente en una situación imaginaria que solo existe en tu cabeza. ¡Dime dónde más puedo inspirarme!

Bueno, yo aquí estoy para servir. Vayamos a un clásico:

16. De una imagen

Soy muy dada a usar imágenes aleatorias para encontrar paisajes, combinaciones de colores e ideas que me atraen. Para ello uso este enlace. Cuando pinchas, te proporciona una imagen y con ella ya te buscas tú las castañas o las castañuelas o los chicharrones o como sea que sea ese dicho, que parece que vine a España ayer y no hace 27 años.

Os pongo un ejemplo. Pincho en el enlace y me sale esto:

inspiración

Con lo cual, tengo clarísimo que voy a escribir un relato sobre una carrera de unicornios donde el ganador tiene derecho a matar y comerse todos los demás y trajinarse a la organizadora virgen del evento. Será una dura crítica soterrada al mundo del deporte profesional.

¡Eh, yo no me meto con cómo funciona VUESTRO cerebro!

Si queréis más imágenes inspiradoras, Patricia me recomendó un montón de enlaces a ilustradores que a ella le funcionan. Seguro que vosotros también añadiríais unos cuantos:

Y como todos añadiríamos más y más y más, llegamos al sitio que va, precisamente, de añadir imágenes:

17. De Pinterest

No voy a decir nada más sobre Pinterest porque no quiero animaros a usarlo.

Lo digo en serio: ni siquiera voy a poner un enlace. Ante todo, me considero una bloguera-escritora socialmente responsable.

Es peligroso.

Lo peor es que solo te das cuenta de ese peligro cuando llevas ya 38 colecciones hechas y acabas de perder tres horas de tu vida mirando tutoriales sobre cómo doblar toallas.

O cuando por un problema técnico ya no consigues acceder a tu cuenta.

Mejor así. Mejor así.

18. De nuestra formación o carrera

Ya hablemos de lo que aprendimos en el pasado o de lo que estudiamos hoy mismo, todo lo arduo y difícil de nuestra formación personal hace que nuestra mente quiera volar libre en el mundo de ficción.

Mientras estudias, quieres escribir sobre cualquier asunto que no sea aquello que estás estudiando.

Luego, con el tiempo, ocurre algo curioso. Como tendemos a escribir de lo que conocemos, nuestra formación y/o profesión empieza a colarse en nuestros textos. Muchos escritores tienen protagonistas escritores; si has estudiado una carrera científica tu ciencia ficción tendrá, posiblemente, más ciencia que ficción; si eres historiador, es lógico que cuides mucho la documentación de tu novela.

Pero vayamos más allá: mira qué estás estudiando ahora mismo, en qué estás trabajando. ¿Podrías escribir un relato sobre ello? Una gran historia de amor entre mitocondrias; una invasión extraterrestre en el pleistoceno; una autopsia que sale horriblemente mal. ¿Qué se te ocurre?

Lo dicho: escribimos de lo que conocemos. Por eso yo escribo tanto sobre adolescentes emo, robots gigantes, unicornios rosas, dragones enamorados, pulpos gigantes y hadas infernales.

Y, hablando de lo cotidiano y normal…

19. De detalles de la vida cotidiana

Muchos de vosotros me habéis hablado de vuestros hijos o de anécdotas de la guardería. Este microrrelato de Mayte B., por ejemplo, está basado en una conversación real:

inspiración

Un truco: al final del día, antes de acostarte, haz memoria y apunta una sola cosa que te haya llamado la atención, sea buena, mala o simplemente sorprendente. No sabes qué de historias pueden salir de esos apuntes.

(Sobre todo si las combinas con algo aleatorio o con los apuntes de otra persona. El sexo de ideas es el mejor sexo. El sexo de ideas es casi tan bueno como el sexo de verdad. El sexo de ideas está bien, o por lo menos está mejor que aquella vez que te emborrachaste con tequila).

20. de Internet

¡Pues claro! Si no te inspira este artículo, por ejemplo, ya no sé qué recomendarte.

Este artículo, por si no te habías percatado, está en internet.

La red de redes es nuestra mayor fuente de inspiración y también nuestra mayor fuente de distracción. ¿Quién no se ha caído en un agujero de Wikipedia? ¿Quién no se ha estremecido con algún creepypasta? Según los emails que me habéis mandado, parece ser que los artículos científicos, en particular, os llaman con alevosía. Como dice Cipriano Cáceres:

Suelo pasar de un tema a otro con muchiiiiiisima velocidad, y los hipervínculos y las búsquedas de google con dos clics no ayudan en nada, por lo que hago asociaciones raras muy rápidamente (hace poco física cuántica con espadas bastardas medievales, por poner un ejemplo).

Pero no solo de internet vive el escritor.

A no ser que escribas en Wattpad, supongo.

21. De aderezar las historias de los que nos rodean

Si con tu propia vida cotidiana te quedas corto/a, siempre puedes «tomar prestadas» historias ajenas. Como dice Axel Jatit, la inspiración está en nuestra vida personal… y en la de los demás:

Otras veces, ya antes de escribir, me doy cuenta que estoy escribiendo la historia de un amigo o de un familiar desde mi punto de vista, solo que con diferencias bastante llamativas (como relatar la vez que tu padre cayó del tejado, pero vos le agregas ficción en medio y cuentas la historia de un hombre que está entre la vida y la muerte, en un hospital de mala muerte. Todo por caerse del techo).

La exageración es también una de las bases de la ficción. Que se lo digan al realismo mágico o al far-fetched fiction.

Pero si ni la exageración ni las historias que ocurren a los demás te sirven, no te preocupes, porque siempre te queda el recurso universal: no hacer nada. Porque la inspiración también viene…

22. Del aburrimiento

Nada hay como un cerebro hastiado y fatigado para ponernos a inventar historias. Como dice Pablo Vergara;

Yo me inspiro muchas veces (…) cuando estoy aburrido en el trabajo y lo único que puedo hacer es estar de pie como un pasmarote porque los jefes no nos dejan ponernos de cháchara aunque no haya ni Dios en la tienda.

Todo esto se relaciona con esas acciones pequeñas e intrascendentes que realizamos a diario. Me cuenta Daniel Fernández:

Es muy gracioso, porque me puedo pasar horas delante del folio (o página de Word) en blanco y mi mente puede estar a un paso de entrar en coma artístico. Sin embargo, cuando realizo tareas tan trascendentales como bajar la basura, cortarme las uñas de los pies o ir al supermercado a por leche y comprar de todo menos leche… ¡Zas! Aparece la inspiración.

Mi conclusión de todo esto es que si estás peleado con el folio o la pantalla, lárgate a la ducha o ponte a fregar los platos. Y, hablando de cerebros hastiados…

23. Del insomnio

¿Qué hacer cuando no puedes dormir? ¡Sacarle provecho, por supuesto! Lo cuenta Logan R. Kyle:

Cuando me despierto en mitad de la noche, son las 4 o las 5 de la mañana y mi cabeza empieza a funcionar y ya no hay vuelta atrás, porque sé que me costará dormirme unas cuantas horas. En ese momento es en el que el cerebro está totalmente vacío y empiezan a llegar las mejores ideas. Eso sí, tengo que levantarme a escribirlas porque tengo comprobado que si no lo hago, al día siguiente no recuerdo nada.

De nuevo: libretas, libretas por todas partes. ¡Que no se pierda nada!

El insomnio no es el único estado mental que produce buenas ideas. También está ese momento curioso entre sueño y vigilia, justo a punto de dormirte, cuando llega la mejor inspiración. Pero hay otro estado delirante que es… bueno, delirante. Daniel Fernández nos habla de la fiebre:

Lo que sin duda invoca a mi musa de manera más poderosa es… la fiebre.

Escribí el final de mi primera novela con 39 de fiebre y se me ocurrieron unas ideas geniales. Ahora mismo estoy terminando la segunda. Hace unos días estuve enfermo y también me pasé la baja anotando ideas según me venía, como esas mediums de película que garabatean enérgicamente un folio mientras se comunican con los muertos.

No, no voy a daros trucos para esa fuente de inspiración. No me hago responsable de que ahora estéis todos cantando bajo la lluvia (o el agua fría de la ducha), a la espera del glorioso gripazo que os catapultará al podio de los grandes escritores.

24. De los juegos de rol

Una de las cosas que más me ha inspirado como escritora, aparte del universo de Clive Barker, fue el creado (muy en esa línea) para el universo de Kult. El rol no solo nos ofrece un worldbuilding prehecho, sino que nos permite probar a vivir en esos mundos de ficción, con personajes que nosotros mismos vamos desarrollando. Como dice E. Q. de la Torre:

Los juegos de rol, al obligarte a profundizar y meterte en la piel de un personaje, te facilitan enormemente ver cómo reaccionarias siendo ellos en cualquier situación y dejarte llevar por su lógica y carácter sale de forma natural. Para mí es muy fácil después escribir un relato sobre un personaje que jugué, incluso aunque ese relato no tenga absolutamente nada que ver con la partida de rol e incluso si ese relato está ambientado en otro mundo.

Si la musa te ha abandonado, prueba a buscarla en alguna partida local. Tal vez está disfrazada de master o director de juego. O, si eres muy tímido para eso, búscate algún foro o grupo de rol online.

Por cierto, aquello que decían antiguamente de que los roleros no ligaban es una mentira como una catedral muy grande, de esas góticas con un montón de pinchos clavados en el cielo.

Esto no viene a cuento, lo sé, y probablemente desaparezca en la quinta revisión que haga del artículo.

Si estás leyendo esto, es que todavía no he llegado a la quinta revisión del artículo.

Puestos a hablar de rol, hablemos también…

25. De los videojuegos

Otra manera de arrancar con el worldbuilding ya preparado, de dar con personajes que conocemos y que desarrollamos in situ. Rocío Vega me dice:

Lo que a mí me inspira, aparte de fregar los platos y ducharme, son los juegos de rol y los videojuegos. Sobre todo los videojuegos sandbox en los que puedo perderme mientras pienso. Suelen tener muchas misiones de tareas metódicas del tipo «vete aquí, recoge cinco hierbas, vuelve, dáselas a un señor» que me permiten distraerme y poner la mente en blanco. Una vez, mientras jugaba al Oblivion y entraba en casas de elfas ancianas para robarles hasta las enaguas, me puse a pensar en lo que sería un sindicato del crimen en una ciudad fantástica… y meses después lo trasladé a una novela.

Otra que menciona lo de fregar los platos y ducharse. La próxima vez que tenga el más mínimo bloqueo voy a probar a llevarme los platos sucios a la bañera, a ver qué pasa.

26. De los retos, lo difícil

También hemos hablado en alguna ocasión del modo en que imponerse unos límites puede hacer saltar la creatividad. Ahí está el famoso libro de Dr. Seuss, uno de los superventas de la literatura infantil, debido a que su editor lo desafió a escribirlo usando un vocabulario de no más de cincuenta palabras.

Javi Kororo me contó algunos de los retos que él se impone:

Concursos. De largo y corto recorrido, de distintas temáticas y planificados en el tiempo. (…) obligan a poner la imaginación en marcha desde una nueva perspectiva. Y aunque nunca gano, no desespero, porque es para trabajar para lo que lo hago, para cazar los rechazos, ¿dónde leches leí eso el otro día?

Minirretos de Facebook de escritores. Como el de Ana González Duque de «Relato en diez palabras».

Responder a cosas como este email: Plantearme qué me inspira me inspira para inspirarme. De repente, al escarbar esta mañana pensando en esto, he apuntado ya tres ideas distintas para historias (dos relatos y una novelilla) que tenía en el cajón del olvido.

Por eso, pese a todo lo que muchos tienen de malo, sigo defendiendo participar en concursos. No es solo por la ilusión de ganar, es por la imposición de una fecha de entrega (y a veces temática) que implican.

Ahora paso a la fuente de inspiración suprema, aquello que a todos nos mueve a escribir. Vamos a hablar…

27. De los libros realmente buenos

¿Cuantas veces has leído algo que te ha apasionado y has pensado «yo quiero hacer algo así»? Lo dice también María Montesinos:

(…) me inspiran un montón los buenos escritores. En cuanto me pongo a leer uno bueno-bueno (o que me lo parece a mí), empiezan a nacer ideas locas por ahí que me matan la lectura porque tengo que salir corriendo a sentarme delante del teclado, aunque luego todo ese ímpetu a veces se quede en un párrafo, o en un par de frases que cuando las releo al cabo del tiempo no me dicen gran cosa. O sí, nunca se sabe.

Cuando escribo, siempre tengo al lado algún libro que me encanta. Como he marcado con posits mis pasajes favoritos (o, si es digital, en Evernote), cada vez que me quedo parada en un texto cojo ese libro y releo algún pasaje de esos que maravillan. Funciona.

Y ahora, la pregunta: ¿sólo nos inspiran los libros buenos?

28. De cualquier libro, en realidad

Como dice Carlos Suárez, hablando de El nombre de la rosa:

Guillermo de Baskerville le dice a Adso de Melk que “los libros se escriben para hablar sobre otros libros”. Esas palabras me han marcado/trastornado de por vida. Desde entonces, la lectura de cualquier libro crea imágenes en mi mente que me recuerdan imágenes leídas en otros libros, formando una cadena. He aprendido a usarlo como sistema de lectura: un libro me hace pensar en otro libro, y al leer el segundo encuentro más imágenes que me llevan a un tercero… y así me mantendré ocupado hasta el fin de mis días.

También lo utilizo para recuperar la inspiración luego de sufrir un bloqueo. Si me quedo en blanco, solo debo leer. En algún momento encontraré una escena que me hará recordar otra, lo que me ayuda a ver las cosas desde nuevos (o viejos) ángulos.

Y podemos ir más allá. Como ya dije al principio de este artículo (si, antes de que te salieran arrugas y tu mujer viniera a anunciarte que ya ha tenido a tu tercer hijo), también podemos inspirarnos en lo malo, en los textos que nosotros cambiaríamos.

Por ejemplo, podemos obtener grandes ideas de los finales que no nos gustan. Como dice Tania Yesivell:

(…) los conflictos y accidentes potenciales que observo cada tanto son la fuente de la mayor parte de lo que escribo, pero tengo más ideas por culpa de los finales malos y los personajes brillantes de otras historias. O los finales que, aunque estén bien hechos, a mí no me gustan. No puedo dejar de pensar que «si hubiera pasado esto, habría terminado de tal otra forma».

Bien podemos tomar nota de lo que odiamos de libros ajenos, como le ocurre a Denise:

(…) la otra es Crepúsculo (la novela, no la saga). Se me atragantó, te juro, así que para exorcizar, de alguna manera, el disgusto, saqué de la galera dos o tres cuentos de vampiros chupasangre como Dios manda.

Aquello le funcionó tan bien que ya tiene varias otras novelas que le horrorizan bien preparadas, por si se bloquea en algún momento.

29. De las personalidades extremas

¿Alguna vez habéis conocido a alguien que os ha hecho pensar que sería un personaje de lo más interesante en un libro? Algo así le pasa a José de Cádiz:

Me inspira la gente con carácter extremo: demasiado noble, extremadamente inteligente, sumamente malvada, o audazmente exitoso.

A mí, más que la gente extrema, me fascina la gente peculiar. Gente con tics extraños, formas raras de hablar o de comportarse, personas que tienen reacciones que no esperabas o que se peinan de un modo distinto.

Da colorido luego a un texto. Lo llena de vida, creo yo, y desde luego siempre será mejor que «Floripondia era rubia de ojos azules con una cinturita de avispa» o «Chachirulo era alto y fornido» o «acarició su pecho marmóreo y admiró sus bíceps de acero».

A lo mejor es que otros autores van mucho más que yo al gimnasio.

30. De las ventanas

¿No sabes de qué escribir? ¡Asómate a una ventana! Yo disfruto de las de coche (o tren, o bus o avión): no sé qué tiene el paso veloz del paisaje mientras no pienso en nada en particular que siempre desencadena una tormenta de ideas (algunas buenas, otras malas, otras absolutamente disparatadas. Suelo quedarme con las últimas).

Dice Alba de la Fuente:

Aunque saco ideas extravagantes de los sitios más insospechados, uno de los más frecuentes son las ventanas (y ventanillas), no hay nada como una clase en la que no te puedes concentrar de fondo unida a un paisaje de montaña o copa de árbol (depende del aula) para que el cerebro haga conexiones raras, basta con escuchar un par de palabras extrañas del revés y fuera de contexto, lo malo de esto es que si ocurre más de dos veces por trimestre los resultados en la asignatura se resienten. Nada que decir respecto a las ventanillas, la gente protagoniza escenas muy raras junto a la carretera.

A todo esto… hemos hablado de libros y de cómo nos inspiran. Pero ¿qué hay de los propios autores?

31. De otros escritores

Sí, los autores podemos inspirarnos unos a otros de manera directa, personal. Me encanta todo el material que nos proporciona en este sentido Edzard:

El feedback entre escritores es algo que no solamente te ayuda a atravesar ese molesto bloqueo, sino que además te enriquece como escritor. Pero en el caso de la inspiración, hay dos medios que yo uso casi a diario en mi tiempo libre.

Para empezar lo más básico en inspiración dentro de reddit es una comunidad llamada Writing Prompts, donde usuarios arrojan alguna idea (por lo general muy original e interesante) y los demás usuarios deben desarrollarla. Y hay muchísimo material del cual sacar ideas o conceptos, ya sea en las respuestas o en las preguntas.

Y luego, hay algo mucho menos masivo, más personal y por ende más específico. Esto consiste en varios grupos de Discord (un programa al estilo skype) donde uno solo arroja el problema que tiene y los demás escritores dan su opinión.

Estos problemas van desde cosas como el uso correcto del lenguaje hasta el desarrollo de personajes, tramas y la creación de mundos. Y por supuesto, todos tienen opiniones distintas que se transforman en caldeados debates, de donde siempre salen ideas y propuestas interesante que uno por lo general modifica y amolda a su propio estilo.

Todo esto organizado a través de las diferentes comunidades dentro del mismo reddit.

Por suerte, además nos deja los enlaces que usa. El único requisito es manejar un poco el inglés, pero si buscamos podremos encontrar foros, grupos, talleres y otros medios de comunicación con escritores en nuestra lengua.

También podemos participar en propuestas colaborativas como la que ofrece Literautas, por ejemplo.

32. De las listas

Esta idea se la leí a James Altucher y consiste, valga la redundancia, en crear listas de ideas. Listas de diez ideas, para ser más precisos.

Esto parte de la noción (que tengo más que comprobada) de que las primeras ideas que se nos ocurren no siempre son las mejores. Si coges una idea, cualquier idea, y luego escribes nueve más relacionadas, verás que las últimas dos o tres son las que destacan, con mucha diferencia.

Probadlo y me contáis. Es uno de mis métodos favoritos, junto con el braindumping. Aquí os dejo un ejemplo de eso último de nombre raro (pinchad en el enlace si queréis ver cómo se usa para planificar cualquier tipo de texto). Este es de un relato que no llegué a escribir (preferiría no hacer spoilers inmensos usando imágenes de relatos que se publicarán en algún momento). Los relatos que sí llego a escribir tienen bastante más globitos y pintarrajeo, porque voy añadiendo ideas nuevas conforme avanza el texto:

inspiración

Y ahora voy con otra de mis formas favoritas de inspirarme. Me gusta tanto que lo hago a diario, porque se obtienen ideas geniales de…

33. los paseos

Lo digo yo y lo dice Carlos Sánchez Baos:

Otra cosa que me inspira muchísimo es salir a pasear, aunque la fobia social lo hace muy complicado. Además, para que me sirva, tiene que ser pasear observando. Me explico, normalmente necesito el móvil como compañía para no agobiarme y lo único que veo es la pantalla de mi movil con el Pokemon Go y su perímetro. Lo inspirador es observar a la gente (no de forma chunga ni acosadora ni nada) y los lugares por los que caminas, las cosas que pasan, las conversaciones que escuchas por casualidad… Esas cosas.

Como persona tímida e introvertida entiendo perfectamente lo que dice Carlos. Yo también uso el móvil como escudo, así que a lo mejor esa chica tan rara que está capturando dibujos animados de monstruitos en su móvil en realidad se está fijando en ti, en la ropa que llevas y en tu forma de hablar… y antes de darte cuenta eres el protagonista de una historia oscura y tórrida de dinoporno.

No digas que no te he advertido.

Al final (sí, sí, esto ya se acaba), creo que este último punto es el más común. Y el más difícil de explicar, porque la inspiración viene de…

34. Todas partes y ninguna

Como dice María Tordera:

Esta noche he escrito en mi Evernote (para no olvidarlas) 3 frases ingeniosas que me han dicho recientemente mis amigos; una idea que se me ha ocurrido escuchando la radio, y una escena que he visto viniendo a casa por la carretera y que me ha parecido un comienzo interesante para una historia de terror. No todos mis días son tan productivos…

Y la mayoría de ideas no llegan a nada, pero a veces crecen y sufren metamorfosis. Una de esas frases que he anotado puede cambiar de sexo, transformarse en gato o enfermar de artrosis. Nunca se sabe.

(…) Todo puede convertirse en relato si despierta mi imaginación y me importa lo bastante como para invertir paciencia y tiempo en urdir una historia con ello.

¿Pero viene todo de fuera? Algunas de las mejores ideas se mezclan con esos pequeños factores externos y llegan de tu propio subconsciente. No hablo solo de los sueños: las ideas surgen de aquello que está ahí y ni siquiera recordamos. Como dice Javier CH:

No puedo evitar pensar que no hay casualidades. Quiero decir, que cuando decimos que «he escrito algo sobre la marcha», y es bueno (…), estoy convencido de que eso ya estaba ahí, solo que no somos conscientes y lo rescatamos de algún rincón de nuestro subconsciente.

Entre mapa y brújula, abogo por el concepto del antropólogo: la historia está oculta en nuestra mente y nosotros nos encargamos de descubrirla. Y los huesos que faltan son los que los tenemos que crear de forma más consciente.

Terminaría con esa gran frase, pero prefiero acabar contando mi ejemplo favorito de una idea que lleva a otra, del sitio que menos esperarías, que se mezcla con tu subconsciente para crear todo un universo de ficción.

Un escritor, sí, el mismo que dijo la cosa del 1% y los ornitorrincos, me habló una vez de una foto que vio, una imagen donde aparecía Anastasia, aquella famosa hija del zar, por la que tantas mujeres se hicieron pasar, aquella que inició toda la leyenda como superviviente de la realeza rusa. Y allí al escritor se le ocurrió la historia de un hombre que se enamoraba de la chica de la foto y que volvía atrás en el tiempo para evitar su muerte, para salvarla.

Todo eso lo llevó a escribir una novela corta llamada Lilith, el juicio de la gorgona y la sonrisa de Salgari que al final, creo recordar, ya tenía poco que ver con todo el tema de Anastasia (ni con viajes en el tiempo). Pero ahí estaba la novela, que era el comienzo de todo un mundo: el mundo Entre Líneas. Luego se fue ampliando con novelas como Las fuentes perdidas o La canción secreta del mundo, y muchas otras historias maravillosas que todavía no conocéis (o que no os habéis dado cuenta de que estaban ahí).

Así que ya lo veis: una simple foto puede ser el germen de un universo entero. Puede inspirarte también tu pareja, tanto como para escribirle un artículo de más de 8000 palabras con la esperanza de que se ría con alguno de tus chistes, o de que sonría porque explicas su universo particular de ficción.

Una simple conversación puede ser el inicio de un libro. Lo he visto, lo prometo.

Hay sitios incontables donde puedes buscar la inspiración. Pero no te preocupes demasiado.

Recuerda aquello de GIGO (Garbage In, Garbage Out). Aunque ya hemos visto que las cosas que nos parecen malas también nos impulsan, conviene consumir calidad para poder producir calidad.

De nuevo: hay sitios incontables donde puedes buscar la inspiración. Pero no te preocupes demasiado.

Ocúpate de el 99% restante (planificar, escribir, revisar).

El 1% ya se cuidará de venir solo.


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