No he encontrado ninguna imagen buena para este artículo, así que ahí tenéis a una chica mona y feliz en un spa.

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He hablado hasta la saciedad del sistema de los treinta días para adquirir un nuevo hábito (o deshacerse de uno que no interesa). De hecho, probablemente os esté dando sueño solo por leer esa última frase. Ya sabéis: elegir un nuevo hábito; empezar con algo minúsculo, demasiado fácil; planear en qué momento del día lo vas a llevar a cabo (siempre el mismo) y realizarlo durante 30 días. Después, durante 30 más. Y así ad infinitum.

Pero a veces lo más difícil es el primer paso, elegir ese hábito. Normalmente tenemos una larga lista de cosas que queremos cambiar sobre nosotros mismos. Queremos que nuestra vida sea mejor YA, no levemente mejor dentro de tres meses. Lo sé bien. Tiendo a emocionarme y a intentar mejorar cinco cosas a la vez. Ahí es cuando fracaso. Hay hábitos que sé que son importantes, pero que no son muy divertidos ni glamurosos. En el caso de la meditación, por ejemplo, sé que a largo plazo puede proporcionarme grandes beneficios que son indispensables para mi vida. Sufro de ansiedad y tengo más que comprobado que la meditación y el ejercicio físico me ayudan bastante. Así que, a largo plazo, si quiero estar sana mental y físicamente, la meditación y el ejercicio son primordiales. No son nada emocionantes, ni divertidos, pero son mucho más importantes que otros hábitos más atractivos.

Creo que la mejor forma de decidir en qué hábito debemos concentrarnos es analizar el impacto de este a largo plazo. De este modo, se valora su importancia de forma realista. Por ejemplo, el hábito del ejercicio es fundamental porque a largo plazo ofrece un cuerpo más sano. El hábito de escribir es fundamental si quiero obtener una meta a largo plazo como una novela. El hábito de practicar con un instrumento a diario es fundamental para la meta a largo plazo de saber tocarlo con maestría. Y así.

Todo esto responde a una pregunta fundamental: ¿cómo quieres que sea tu vida dentro de cinco años? Ya respondí a esta pregunta en mi artículo sobre escribir, ya que en ese hábito principal entran mis metas para los próximos cinco años. Pero también quiero estar sana y encontrarme bien, por lo que he invertido tiempo y ganas en el hábito del ejercicio; y por lo que no me rindo con lo de la meditación e intento, una vez más, implementarlo en mi vida diaria. Claro que hay muchas otras cosas que quiero para dentro de cinco años, pero tengo más que comprobado que las prisas y la multitarea no llevan a ninguna parte.

¿Cuál es el hábito que más creéis que cambiaría vuestras vidas? ¿Cuál creéis que tendría un mayor impacto a largo plazo? ¿Qué es lo más importante para vosotros? Aquí dejo una lista de los que se me ocurren, pero cuento con vosotros para que aportéis más ideas en los comentarios.

  1. Dejar de fumar. Bueno sí, esto es de lo más evidente. A largo plazo es, junto con reducir la ingesta de alcohol, probablemente lo mejor que puedas hacerle a tu cuerpo. Además de…
  2. Hacer ejercicio. Como ya he mencionado, lo más eficiente es hacerlo todos los días (por lo menos los primeros meses, hasta que el hábito se haya asumido) y en cantidades muuuy pequeñas. De todos los grupos y foros de ejercicio que he visto, aquellos que de primeras se emocionan con planes complejos y tablas largas, o con seis clases de zumba a la semana, tienden al fracaso.
  3. Escribir una nota/email al día para amigos, familiares y conocidos (tal vez incluso desconocidos) diciéndole a alguien lo que te gusta de él/ella: Este es peculiar y lo encontré hace poco por internet. La idea es que hagas enfoque en lo positivo que te rodea y menos en lo negativo (además de hacer feliz durante un rato a alguien que se lo merece, que no es moco de pavo). He puesto este hábito como un método cualquiera (hay muchos) para insertar algo de afecto en el día a día.

Este hábito podría sustituirse por cualquier costumbre que rompa un poco con la espiral de pensamientos autocríticos y destructivos en la que entramos a veces. Modificar patrones de pensamiento es muy útil, y tendemos a abrigar sentimientos de rencor, odio y envidia que se alimentan entre sí. Introducir a propósito sentimientos de afecto, gratitud y admiración pueden aliviar bastante y aportar mayor paz mental.

  1. Leer. Yo ya he hablado miles de miles de veces sobre los beneficios de la lectura. Es un hábito que merece la pena cultivar en todos los sentidos. No tiene que ser nada largo, un capítulo al día, o diez minutos, o un relato breve (enlace de autopromoción desvergonzada). Recomiendo leer ficción, por lo que nos ofrece de evasión, entretenimiento y empatía, pero si preferís artículos y etc., adelante. Cualquier cosa que no sea trabajo, sino ocio.
  2. Hacer una cosa a la vez. Para mí este hábito ha sido fundamental para ser más productiva. Siempre había sido muy multitarea, y cuando era más joven pensaba que eso me funcionaba bien. Pero con el tiempo me di cuenta de que estaba dedicando horas a hacer muchas cosas a la vez, y que al final nunca terminaba ni avanzaba en ninguna de ellas. Además, también me volví muy distraída y poco disciplinada. He recuperado el elevado nivel de concentración que tenía en la facultad gracias a esta sencilla costumbre. Para esto funcionan muy bien los pomodoros (bloques de veinticinco minutos que dedicas solo a realizar una tarea), que pueden combinarse con programas como Freedom para bloquear internet y evitar distracciones innecesarias. Para implementar este hábito es además fundamental identificar objetivos a largo plazo y seleccionar los más importantes: es más fácil conseguir resultados si no tienes mil proyectos en juego.
  3. Encontrar un patrón positivo de sueño y mantenerlo. Otro que para mí es imprescindible. Siempre he tenido unos hábitos de sueño atroces y he vivido más bien de noche (creo que es muy posible que tenga SFSR). Estoy cansada por las mañanas, no termino de despertarme hasta el mediodía, y luego no puedo dormir por las noches. Esto influye de forma poderosa en mi ánimo y estado físico. Hay tratamientos específicos para este tipo de trastornos, pero por lo general encuentro que estoy mucho mejor cuando me levanto temprano, siempre a la misma hora, y consigo dormir mis 7-8 horas (cuando viajo y no puedo mantener esta disciplina acabo reventada). Es un poco más complicado que eso, y tengo pendiente entrar en más detalle en este tema, pero recordad que internet es vuestro amigo y hay mucha información al respecto. Lo bueno de madrugar, de levantarse antes que los demás, es ese par de horas en que todo está en silencio y tienes tooodo el día por delante. Es en esas dos horas en las que hago el grueso del trabajo del día, las cosas más difíciles y que exigen más concentración e imaginación. Aunque soy un zombi a esa hora, y además suelo estar de bastante mal humor, soy tremendamente productiva.
  4. Comer mejor. En este saco cabe de todo. ¿Cuál es la mejor dieta? No hablamos de dietas milagro para perder peso, sino de una forma de comer que se adecúe a tus necesidades, a tu rutina y a tu cuerpo. Por lo general, es positivo reducir la ingesta de carne grasa y aumentar el consumo de pescado, verduras y fruta, por ejemplo. Este podría ser un buen punto de partida para una forma de comer más saludable. Y si quieres volverte loco y contar macronutrientes y calorías y lo que quieras, puedes usar un programa como MyFitnessPal (no sé si está también en español, pero su base de datos incluye muchísimas marcas españolas).