De hoy no pasa. Esta vez sí que sí. Vas a empezar a escribir en serio.

Suena bien, ¿no? En este escenario imaginario, suena el despertador y te levantas con brío, con ansia de continuar con tu novela y dedicar un montón de horas a esa experiencia maravillosa que es escribir.

En este escenario imaginario, no hay nadie en tu casa. Tienes un despacho monísimo para tu labor creativa y tu gato se comporta a la perfección. Hasta te has comprado una moleskine nueva para apuntar ideas sobre personajes y planificar tu obra.

En este escenario imaginario, todo es exactamente igual que cuando tenías quince años y escribir era lo que más te gustaba en el mundo: las palabras fluían sin parar, todo era emocionante y dramático, y nadie te corregía las tildes.

El peor día de tu vida

Siempre pensamos en cómo escribiremos en los días buenos. A mí me gusta preguntar cómo escribirías en el peor día de tu vida.

Vale, vale, probablemente no estés como para escribir ese día, con eso de que están cayendo meteoritos incendiados fuera, suena algo de Wagner a todo volumen y todo huele sospechosamente a azufre. Pero hagamos un nuevo ejercicio de imaginación. Pensemos en un mal día cualquiera.

Suena el despertador y te levantas con dolor de cabeza y sueño (no debiste quedarte hasta tarde viendo HBO y comiendo Cheetos sabor tequila[1]). Te quemas la lengua con el café que, por cierto, hoy te ha quedado rancio. Te vistes a duras penas, sacas al perro a mear: acaba de orinarse otra vez en la puerta del vecino más problemático de toda la calle y sabes que esto no va a acabar bien. Y aún no has vestido al niño para llevarlo al cole.

100 días de escritura
A mí no me mires, estoy en todas tus redes sociales y ya he ido al gimnasio, escrito tres capítulos de mi nuevo libro de autoayuda y curado el cáncer, todo antes del desayuno.

Para cuando puedes sentarte ante tu mesa de tablones mal puestos y acomodarte en esa silla horrible que te da dolor de espalda, el ordenador no arranca.

Miremos la situación con sinceridad: cuando al fin vuelves a casa con el portátil que te ha prestado tu hermana, lo último que quieres es abrir tu editor de texto y contar esa historia que tenías en la cabeza. Sobre todo porque tienes un atasco de tres pares de narices y esta historia ya te aburre. Tal vez sea el momento de abandonarla y empezar otra, hmm.

Pero lo harás luego, cuando hayas hecho la cena y hayas acostado al niño y tu pareja haya terminado de contarte el día de mierda que ha tenido en el trabajo.

O tal vez un poco más tarde. Después de todo, dejaste esa serie de HBO a medias…

Es que no tengo fuerza de voluntad

Algunos de mis artículos más leídos son listas de trucos y técnicas de escritura. La teoría está muy bien y ayuda: a veces es lo que necesitamos. Pero otras veces, me doy cuenta de que muchos de los emails que recibo con dudas no tienen nada que ver con técnica ni teoría, en realidad. Ninguna lista de trucos te va a ayudar si no escribes con frecuencia.

Algunas preguntas solo pueden resolverse con la práctica. Y no hay nada como la práctica diaria para acumular palabras y experiencia.

¿Pero cómo funciona eso de escribir de forma periódica si no tienes fuerza de voluntad?

Un secreto a voces

Te desvelo un secreto que no tiene nada de secreto, porque ya lo he dicho mil veces: yo no tengo fuerza de voluntad. Soy débil y de atención muy dispersa. El primer paso es reconocerlo, ¿no?

Hacer algo a diario antes me costaba la leche. Estuve años entregada con pasión a esa divinidad tan atractiva llamada Procrastinación. Hacía sacrificios en su altar (o más bien los dejaba para el día siguiente). Puedo poner todas las razones que quiera: ansiedad, depresión, problemas de atención, pánico social, inseguridad, síndrome del impostor… Cada día encontraba algo nuevo.

No digo que esas razones no tengan su peso ni que sean excusas. Precisamente porque eran razones reales (es muy difícil escribir con periodicidad si hay días que no consigues siquiera salir de la cama) tuve que buscar soluciones si quería hacer algo con mi existencia. Y la solución más evidente, mientras trabajas por cambiarte por dentro, es cambiar lo que sí puedes controlar: lo de fuera.

Además, pensaba que tenía que escribir ocho horas diarias o algo así. No me daba cuenta del poder impresionante de lo pequeño cuando se acumula a diario.

Cambia tu entorno y cambia tus hábitos

Todo empezó con un desafío de treinta días. Treinta días de escritura diaria. Solo necesitaba un mínimo de 200 palabras diarias. ¡Eso no es tan difícil!

La primera vez que conseguí hacer treinta días algo cambió. Me di cuenta de que sí podía conseguir algo. Esa revelación fue estruendosa.

Treinta días se convirtieron en más de mil y ya conocéis el resto de la historia.

De vez en cuando tengo que interrumpir mis periodos de escritura diaria para dedicarme de lleno a la corrección o a otros proyectos relacionados con mis libros. Pero sé que en cuanto me haga falta puedo volver a implementar el hábito, porque además cuanto más lo haces, más fácil es.

Y me dije: Oye, me gustaría tener una libreta específica para esto.

Porque yo (y esto es algo que también sabéis si visitáis de vez en cuando este blog) soy MUY aficionada a las libretas.

Libretas de 100 días

Dentro de la categoría «libretas» están mis libretas muy favoritas, que son las libretas de 100 días. Alguna vez os he enseñado esta de John Lee Dumas o esta que compré por Aliexpress. Un cuaderno de 100 días no tiene que ser superlujoso ni supercaro para cumplir su objetivo.

Me encantan los retos de 100 días. Son la cantidad perfecta: se aseguran de que un hábito se quede muy bien metidito en tu cerebro (¿sabías que al repetir mucho una acción, tu cerebro cambia físicamente para crear un nuevo caminito que hace que esa acción sea más fácil? Esto me parece increíble).

Pero yo quería un reto de 100 días específicamente para escritura. Y no encontraba nada de eso, o por lo menos nada que me convenciera.

Así que hice lo único que se puede hacer en estos casos: hacérmelo yo.

100 días de escritura: Un cuaderno diario para crear el hábito de escribir

Por supuesto, pensé que si a mí me funcionaban tan bien estos cuadernos de 100 días (tanto que los he comprado varias veces), ¿por qué no compartir mi libreta especial de escritura con otras personas que escriben?

Y aquí lo tienes.

En dos versiones, además:

¿Cuaderno todoterreno o tapa dura pija?

Me embarqué en la aventura de crear un cuaderno que tuviera todo lo que yo necesitaba: que fuera de un tamaño manejable para llevar siempre conmigo, que se abriera en plano sobre una mesa y que tuviera un papel bueno para que mis estilográficas no traspasaran las hojas con sus tintas de colorines. Y que además tuviera un precio muy asequible.

Esto, os aseguro, no fue nada fácil.

100 días de escritura
¿Un cuaderno… para escritores? ¿O es un libro? ¿Pero se escribe en él? ¿Y con espiral, por qué? ¿Seguro que no lo quiere con relieve en pan de oro y esquinas plastificadas en goma de corazón de mono? A muchos de nuestros clientes les gusta.

Pero tras meses de hablar con imprentas, mirar opciones, hacer pruebas en copistería, aprender a hacer cosas de diseño que no había hecho en la vida (no sabes cuánto te amo, Canva Pro), de probar varios tipos de encuadernación, por fin di con lo que buscaba.

Y luego llegó Ana González Duque, con la que siempre es un poco peligroso juntarse, y me dijo: eso está muy bien, pero ¿por qué no lo haces también en tapa dura para Amazon?

Al principio le dije que no. Era algo que había considerado, pero no me salían las cuentas. No quería poner un libro tan caro.

Pero ahora que ya tenía mi cuaderno baratito… ¿por qué no ofrecer eso como alternativa? A mí me gusta lo práctico que es el cuaderno con espiral, pero he ido descubriendo que por lo visto hay gente ahí fuera que SIEMPRE QUIERE LA TAPA DURA (y te lo dicen así, con mayúsculas).

Y aquí tenéis el resultado.

Aquí tenéis vuestras dos opciones para elegir:

  1. Una edición en cuaderno, de manejo comodísimo, por solo 12 € (envío nacional incluido), que podéis comprar directamente de mi tienda web:

2. Una edición más grande, en tapa dura, a 17,50 €, que podéis adquirir en Amazon:

Para mi uso personal, yo me voy a quedar con el cuaderno, por aquello de que me resulta más manejable cuando voy de viaje, apunto cosas sobre la marcha, etc. Pero no puedo negar que tener ese libro de tapa dura en la mano da mucho gustito…

¿Con qué opción te quedas tú?

¡Ambas son perfectamente válidas! Lo que quiero es que te plantees en serio este desafío de conseguir escribir 100 días seguidos.

Constantemente oigo y leo a gente que me dice que no tiene tiempo para escribir. Y eso en algunos casos es cierto. Pero en otros no lo es… no en realidad. Puedes escribir 200 palabras en vez de mirar Instagram, en vez de quedarte viendo los anuncios de la tele, en vez de enfadarte en Twitter, en vez de esa última media hora delante del ordenador contestando a emails que pueden esperar a mañana.

Y sí, hay personas que realmente no tienen ese tiempo, lo sé. Hay otras para quienes escribir no es su prioridad y tampoco pasa nada. No se puede tener todo. Yo no puedo arreglar que un día solo tenga 24 horas y que dormir (y trabajar para poder comer) sea importante.

Pero si te has propuesto escribir en serio, este cuaderno te ayudará a encontrar ese tiempo que creías perdido. Si puedes robar 10-15 minutos al día, este libro te demostrará todo lo que puedes conseguir.

Yo estoy en tu equipo: creo que lo vas a lograr. Solo es un poquito al día, durante 100 días.

Cosas más difíciles has hecho.



[1] Me ha sorprendido descubrir que esto no existe.



Disclaimer: Esta página contiene enlaces afiliados. Me gusta tanto Canva Pro y me ha solucionado la vida tanto que fui a su web a hacerme afiliada, tal cual. Yo ya usaba Canva, pero su versión de pago tiene herramientas que me encantan.