Soy la tonta de los dibujos bonicos sobre temas vitales.

Uno de mis favoritos es el famoso triángulo de servicios, que es así:

cuatro fuegos

Básicamente, lo que dice el triángulo es que si quieres contratar un servicio solo puedes tener dos vértices del triángulo. Pongamos que quieres que alguien te haga una corrección de estilo. Si lo quieres de calidad y barato, vas a tener que esperar pacientemente a la entrega. Si lo quieres de calidad y rápido, te va a salir más caro de lo normal. Y si lo quieres rápido y barato… bueno, no hay que ser un lince para saber que probablemente la calidad no sea óptima.

Lo que nos dice el triángulo es que, aunque lo queramos todo, tenemos que aprender a priorizar.

Y ahí entra, sobre todo para nosotros, que somos escritores, la teoría de los cuatro fuegos, que descubrí el otro día en el blog de James Clear.

Esta teoría nos dice que hay cuatro fuegos que tenemos que mantener encendidos en nuestra vida: nuestra salud, nuestro trabajo, nuestros amigos y nuestra familia. Imaginaos una vitrocerámica, un panel de inducción o cuatro fuegos de butano de toda la vida, no importa. El resultado es este:

cuatro fuegos

Según la teoría que apunta Clear, es radicalmente imposible darle todo nuestro esfuerzo a los cuatro a la vez. Es posible hacer un buen trabajo en dos de ellos a la vez, y un trabajo decente en tres, pero la excelencia en todos es imposible. Veamos algunos ejemplos:

-Si quieres ser un monstruo del fitness, vas a dejar de lado tu trabajo para pasarte más horas en el gimnasio, y también a tus amigos y familia.

-Si quieres destacar en el campo en que trabajes, vas a sacrificar horas de cocinar bien y hacer ejercicio para trabajar, vas a dejar de lado amigos y familia.

-Si quieres ser el mejor amigo del mundo, tu familia ocupará un segundo plano, al igual que tu trabajo y salud. ¿O es que vas a rechazar una llamada necesitada de tu colega solo porque estás trabajando para una fecha de entrega?

-Si quieres ser el mejor padre/madre del mundo, estamos en las mismas.

Hay excepciones, claro. Puedes ser un monstruo del fitness y tener una buena vida social porque tus amigos son tus compis de gimnasio, y tal vez tu trabajo podría estar al máximo si eres monitor de ese gimnasio o si te dedicas a la nutrición o al deporte competitivo. Pero dudo que tu familia esté tan metida en esto de la salud como tú. Y así con todo: puede que tus amigos sean tus compañeros de oficina, pero, aun así, si el trabajo es tu prioridad, verás poco a tu familia y aún menos a tu gimnasio.

Seguro que no os cuento nada que no os suene. Escribir no es una actividad conocida por su rentabilidad, por lo que habitualmente la combinamos con otro trabajo (o trabajos) principales. Eso significa que escribir se convierte en un trabajo (o afición, según tu enfoque) que ocupa un tiempo que debemos restar a otros aspectos de nuestra vida.

Clear propone dos soluciones para este problema: el outsourcing y la aceptación de nuestros límites.

Mediante el outsourcing, recurrimos a otras personas para ahorrar tiempo, que podemos luego dedicar a las áreas más descuidadas. Un ejemplo sería pagar a alguien para que limpiase nuestra casa, pagar a una guardería para nuestros niños o contratar a un diseñador web para que nos quite horas y horas de pelearnos con nuestra plataforma. No obstante, como bien aplica Clear, ninguna de estas situaciones es ideal, ya sea porque no podamos permitirnos esos gastos o porque los resultados no sean exactamente los que buscamos.

Mediante la aceptación de nuestros límites, intentamos sacarle el máximo provecho al tiempo y a la energía de los que sí disponemos Por ejemplo, podríamos quedar con familia y amigos a la vez, o encontrar alguna manera de hacer ejercicio en el trabajo. Pero estas combinaciones son complicadas y no son posibles para todo el mundo. De ahí que yo, como muchos escritores, experimente de forma constante con distintos modos de productividad y optimización del tiempo. Clear explica así las ventajas y desventajas de este sistema:

cuatro fuegos

Asumiendo que solo puedo trabajar entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde, ¿cómo puedo hacer la mayor cantidad de dinero?

Asumiendo que solo puedo escribir 15 minutos al día, ¿cómo puedo hacerlo lo más rápido posible?

Asumiendo que solo tengo 3 horas a la semana para hacer ejercicio, ¿cómo puedo conseguir la mejor forma posible?

Este tipo de preguntas te empuja hacia algo positivo (sacar el máximo partido de lo que tienes disponible) en vez de hacia algo negativo (preocuparte de que no te llega el tiempo). Es más, unas limitaciones bien diseñadas hasta pueden mejorar tu rendimiento.

Por supuesto, también hay desventajas. Aceptar los límites significa aceptar que no estás operando a pleno potencial. Sí, hay muchas maneras de «trabajar de forma más inteligente, no más duro», pero es difícil ignorar el hecho de que dónde empleas tu tiempo es importante. Si invirtieras más tiempo en tu salud o en tus relaciones o en tu carrera, seguramente verías mejores resultados en esa área.

También hay una tercera solución propuesta por Clear: avivar los fuegos por temporadas. Algunas personas dedican sus años jóvenes a su trabajo, luego deciden que la familia es lo más importante. Otras se casan pronto, tienen hijos, y con cincuenta años deciden que la escritura es su vida entera. Dentro de una sola vida puede haber estaciones diferentes. Pero incluso así, cada temporada tiene sus prioridades. En ninguna lo tenemos todo.

Personalmente he encontrado combinaciones y recursos que me dan buenos resultados. Pero siempre hay algo que sale perdiendo. Puedo mantenerme en una forma más o menos aceptable, pero no excelente. Puedo quedar con amigos… ah, sí, ¿hola, os acordáis de mí? Sí, soy la chica esa a la que veis una vez al año, con suerte. He encontrado una pareja que se dedica a lo mismo que yo y con quien comparto objetivos. No estoy casada, ni tengo hijos, ni nadie a mi cargo (aparte de mi gato). Algunos fuegos han bajado para poder subir uno al máximo.

Y a lo que voy es a que llego a la misma conclusión que Clear: si queremos ser realmente buenos en algo, exige sacrificar tiempo y esfuerzo de los otros tres fuegos. Que no hay más remedio que priorizar. He tomado decisiones que la gente no suele entender para poder dedicar mi tiempo a escribir. Hace falta mucha cabezonería para decidir cuál es tu prioridad y que todas esas decisiones vayan en esa dirección.

¿Es eso lo que nos distingue a los que escribimos? ¿Pura cabezonería?

No cuento esto para deprimir a nadie. Nadie tiene que sentir pena por la pobre chica que lo sacrifica todo porque no sabe las cosas que realmente importan en la vida (insertar moraleja de peli de Hollywood aquí). Simplemente, las recompensas que busco son distintas a las que buscan otras personas. Ni mejores ni peores.

No, no pretendo deprimiros. Cuento esto porque escribir es difícil, y sacar adelante tus obras, que te lean y conozcan, también. Ya os he dicho que en algunos ámbitos de marketing se dice que el tiempo acaba dividiéndose entre un 20% de creación del servicio o producto y un 80% destinado a que se conozca. Veo gente que se lanza a escribir, hace un par de relatos y se desanima cuando no ganan concursos o no los compra nadie. Gente que actualiza su blog cada tres meses con artículos mal redactados y no entiende por qué no recibe visitas. No son conscientes de lo que de verdad implica todo esto.

Creo que es mejor darnos cuenta, lo antes posible, de que escribir para pasar el tiempo está muy bien y es muy bueno por muchas razones. Pero escribir en serio, buscando reconocimiento, remuneración y perfeccionamiento de nuestras habilidades, exige sacrificios. Puedes empezar lento, con diez minutos al día. Pero, a la larga, exige una entrega que raya la explotación de nosotros mismos. Y siempre hay hacks y combos y trucos para ser más sano, mejor amante, hermano, amigo y etc., pero al final la decisión está ahí, para tomarla.

Estamos en un momento donde abundan aquellos que, a lo Tim Ferriss, nos venden que es posible tenerlo todo. Es posible ser el mejor escritor, padre y atleta del mundo. Pero todos sospechamos que no funciona así: solo hay que mirar a cualquier grande de la literatura.

Y la pregunta final es rabiosamente difícil:

¿Estás dispuesto/a a bajar los otros fuegos para que arda tu escritura al máximo?


Cómo sobrevivir a la escritura: Lo mejor de Gabriella Literaria sobre escribir, publicar y promocionar tus libros.

Cómo sobrevivir a la escritura