He estado dándole bastantes vueltas a qué desafío nuevo elegir, ahora que ya llevo dos meses con aquello del ejercicio, y cinco con lo de la escritura. He estado entre la meditación diaria (otra vez), algún hábito relacionado con mi economía personal y el tema que ya comenté en el post anterior sobre mindful eating o alimentación consciente. No descarto la meditación, pero como el mindful eating ya es, de por sí, una forma de meditación, pensé que estaría bien empezar por eso y meterme de lleno de nuevo en la meditación como tal más adelante. Respecto al tema económico, es muy difícil proponer hábitos útiles cuando no tienes muy claros tus objetivos (es fácil decir «tener un nivel de ingresos estables para poder irme a vivir con mi pareja», pero los pasos para llegar ahí no son tan sencillos como los necesarios para correr una maratón o perder 10 kilos, por ejemplo, donde se trata de una ecuación más o menos lógica de entrenamiento o de reducción calórica, y menos con la crisis mayúscula que tenemos todos encima). Pero qué os voy a contar que no sepáis ya todos. Y que si necesitáis correcciones ortotipográficas, de estilo, artículos de cualquier tipo o informes de lectura, ya sabéis dónde estoy. Y aquí abandonamos el escabroso y siempre tabú tema del dinero.

Volvemos a lo de la alimentación consciente. Para aquellos que os perdisteis el artículo anterior: de forma muy resumida, os diré que consiste en sentarse a comer y concentrarse solo en comer. Ni en televisión de fondo, ni en conversaciones… solo hay que pensar en lo que estás comiendo. Da igual lo que comas (como si estás comiendo pizza o hamburguesas), saborea cada bocado, suelta los cubiertos entre bocado y bocado y asegúrate de masticar y tragar bien antes de cogerlos otra vez. Dedica toda tu atención al sabor, textura y forma de lo que comes. Nada más. Más información en dicho artículo, aquí. Sobra decir que es una forma interesante también de controlar las cantidades, de no comer más de lo necesario y, por tanto, de perder peso. Hay unas instrucciones muy buenas en ZenHabits al respecto, el artículo lo podéis leer aquí, pero para los que os lleváis regular con el inglés, aquí tenéis los consejos principales:

  1. Empieza con algo pequeño (hazlo con una comida al día para empezar). Yo ya llevo un tiempo haciendo esto, por lo que me considero lista para pasar a convertirlo en un hábito definitivo, pero aconsejaría, al igual que ellos, que pruebes primero con un mínimo para ver si te convence o no.
  2. No hagas nada más. Concéntrate solo en comer. Nada de multitarea.
  3. Come solamente en la mesa. Así le darás toda tu atención a lo que comer, en vez de picar sobre la marcha.
  4. Aprecia la apariencia, lo visual, la belleza de lo que comes.
  5. Concéntrate en cada bocado. Experimenta las sensaciones, lo que te gusta y disgusta del bocado.
  6. Mastícalo lo suficiente como para tragarlo con comodidad.
  7. Come con cubiertos y suéltalos entre bocado y bocado.
  8. Conversa y comparte. No es imposible incorporar esta forma de comer a tu vida social. Comparte con los demás lo que estás experimentando: sabores y texturas.
  9. Busca calidad, no cantidad: Disfruta de cantidades más pequeñas de la mejor comida que te puedas permitir.
  10. Tómate el tiempo de preparar tus propias comidas, ya que el proceso de cocinar puede ser tan relajante y divertido como comer.

Yo añadiría un par más:

  1. No te preocupes, por lo menos no al principio, por lo que estás comiendo. Esto lo puedes hacer con pizza o con dulces, si te apetece. De todas formas, cuando te concentras mucho en lo que comes sueles descubrir que enseguida los dulces te empalagan o que la comida grasienta puede asquearte. Eliminas así también el estrés de preocuparte por calorías y etc. y disfrutas mucho más de lo que hay en el plato. Verás cómo el cuerpo te acaba pidiendo cosas más sanas. Lo cual nos lleva a:
  2. Presta atención a tu cuerpo. ¿Realmente sigues teniendo hambre o ya estás saciado? No tengas miedo a dejar comida en el plato. Intenta analizar si comes porque realmente tienes apetito o porque estás nervioso/a, aburrido/a o triste.

Yo ya lo llevaba haciendo de manera más o menos esporádica, y los resultados me parecieron interesantes. Tiendo a comer por ansiedad, algo que hace que este tipo de ejercicio me resulte muy difícil, y que por tanto tenga que proponérmelo como reto para acordarme y obligarme a llevarlo a cabo. Así que voy a probar los próximos 30 días para ver qué tal me va. Si me convence, ampliaré a 60, y así. No voy a establecer un mínimo, que es más o menos lo que ya he estado haciendo, sino que necesito acostumbrarme a aplicarlo siempre, en cualquier lugar y ante cualquier comida o bebida (sí, bebida también; considero que puede ser útil para el control del alcohol consumido). El reto será alimentarme de esta manera durante 30 días. Tengo curiosidad por ver si me será útil en mis viajes, donde tiendo a comer fuera y dejarme llevar por los atracones con amigos. Ya os contaré. Por ahora llevo un día y, aunque ha sido difícil, creo que ha producido beneficios inesperados: tener que pararte a pensar en lo que estás haciendo relaja, hace que se desvanezca el estrés durante un rato y que realmente disfrutes de lo que estás comiendo.

Como no podía ser de este modo, y demostrada la efectividad de compartir los retos con los demás, para este también habrá un grupo de Facebook. Con todo, no será exclusivamente para el tema de la alimentación consciente, sino para la alimentación en general. Sentíos libres de uniros si queréis llevar a cabo un desafío de 30 días mínimo de cualquier tipo relacionado con la alimentación: el reto puede ser cualquiera que creáis que os beneficiará, grande o pequeño (pero recordad que es mejor que sea pequeño, por lo menos para empezar), desde eliminar el azúcar del café hasta contar calorías o dejar de comer tanto pan. Lo que queráis: el grupo está abierto para cualquiera que quiera participar. Recordad que la idea es que arraigue un hábito, y para esto lo mejor es la repetición y tener un mínimo diario que sea sencillo. Para más sobre cómo crear hábitos, podéis leer este post, con algunos apuntes que considero que son fundamentales para tener éxito. Y recordad, ¡solo una cosa a la vez! No recomiendo que empecéis con un desafío nuevo si todavía no habéis terminado (o si todavía no ha arraigado) otro. Esto parece de perogrullo, pero todo el mundo cree que no es aplicable a su caso. Recordad que al principio cogemos las cosas con muchas ganas, pero luego las ganas se pasan y nos encontramos con mil cosas, con un ritmo que no podemos ni queremos mantener.

En cuanto a los otros retos que tengo activos, recordad que siguen los grupos de Facebook en movimiento (y de lo más efectivos):

Hábito de la escritura: Con más de 75000 palabras ya escritas, puedo decir que estoy la mar de contenta (y espero pronto poder dar unas noticias fabulosas). Ya van 150 días. Podéis apuntaros aquí.

Hábito del ejercicio: Ya llevo más de 60 días haciendo algo de ejercicio todos los días. Lo que más me está llamando la atención es lo de correr, ya que llevo más o menos mes y medio con ello y está resultando ser una experiencia de lo más energizante. A ver si me ayuda a superar el horroroso verano de agotamiento que suelo tener aquí en la costa sureña. Podéis apuntaros aquí.

P. D.: ¿Queréis saber quién fue la peor escritora del mundo? No, no hablo de la Meyer ni de la James, id a ver mi artículo en Lecturalia y lo sabréis.

———————
Leyendo: And Then We Came to the End, de Joshua Ferris.
Escuchando: Ni me acuerdo, la lista de Spotify con un poco de todo.

Image courtesy of artur84 / FreeDigitalPhotos.net