Mi sistema para elegir temas de los que hablar en el blog es tremendamente sofisticado, lleno de gráficas y subtítulos y ecuaciones misteriosas.

Pero como sois personas inteligentes, os lo voy a explicar y seguro que lo entendéis. Escribo sobre dos cosas:

  1. Lo que me apetece.
  2. Lo que os apetece a vosotros.

Calibrar lo que me apetece a mí es fácil: me siento y escribo. Calibrar lo que os apetece a vosotros también lo es: algunos temas se repiten en vuestros emails y comentarios en redes sociales. Y hay un tema sobre el que tenía pendiente hablar, más que nada para ahorrarme dar la misma respuesta una y otra vez a la pregunta: ¿Qué es un lector cero? ¿De dónde lo saco? ¿Y cómo funciona?

En el mundillo se usan los términos lector cero y lector beta con relativa facilidad, pero siempre habrá alguien que escuche esos nombres y piense en autómatas, betatesters de juegos o robots avanzadísimos de corrección literaria. Otros imponen un criterio filosófico: si un lector es cero, ¿acaso no existe? ¿Es un no-lector?

Paradojas y ciencia ficción aparte, volvamos a lo básico:

Un lector cero es una persona que lee tu obra y te da su opinión ANTES de que el libro se publique.

Por lo general, el lector cero lee tu obra antes siquiera de que esta se mande a editoriales. Es un probador no oficial de la calidad de tu producto.

Muchas preguntas más rodean a la figura de este misterioso y codiciado personaje. Las más comunes suelen ser:

  • ¿Dónde consigo a un lector cero? ¿A cuántos debería conseguir?
  • ¿Qué características tiene un buen lector cero?
  • ¿Cuánto caso debo hacerle a mi lector cero?
  • ¿Qué debería pedirle a mi lector cero?

Así que vamos a intentar responder a estas cuatro preguntas, con menor o mayor acierto. Repito por trigésimoenésimaquinta vez que todas estas respuestas se basan en mi experiencia personal tanto como escritora, como editora y como lectora profesional (y sí, como lectora cero). Puede que la experiencia de otros profesionales sea distinta. Pero garantizo que ninguno de estos consejos os va a venir muy mal ni va a hacer que acabéis enemistados con vuestros lectores de prueba. De hecho, este artículo está pensado para que tengáis la mejor experiencia colaborativa posible.

Empezamos por el principio: ¿dónde y cómo se consiguen lectores cero?

lector cero

A la caza del lector cero

Si lo que buscas es feedback sobre tu obra antes de autoeditarla o antes de mandarla a editoriales, ten en cuenta que hay dos tipos de lectores cero y hay dos formas de conseguir opiniones de esos lectores:

Con una lectura completa de tu obra, privada, tras la que el lector te dará su opinión (más adelante hablaremos de qué debes pedirle exactamente). Esta es la figura clásica del lector cero.

Con una lectura parcial, pública, sobre la marcha. Para esto puedes utilizar lugares como ForoEscritores, Wattpad y similares, que tienen apartados destinados a subir tus escritos y recibir opiniones sobre estos. No olvides que para que otros te comenten debes comentar tú también en textos ajenos, y ten en cuenta que si lo que pretendes es publicar en una editorial tradicional, muchas no aceptarán textos que no sean inéditos (y que estén publicados en internet no cuenta como inédito).

Para simplificar, vamos a concentrarnos en la figura del lector cero clásico y privado. Recuerda que dos lectores cero son mejores que uno. Tres lectores cero son mejores que dos, y así. Cuantas más opiniones, más cercana a la realidad será la media.

lector ceroDefinitivamente, sí. Cuando hablamos de lectores cero, dos mejor que uno.

Para mí, la manada perfecta de lectores cero sería esta:

Un puñado de lectores ideales, es decir, lectores que sean de tu género, de tu nicho. Necesitas tener en cuenta a tu lector objetivo. ¿Para qué tipo de público estás escribiendo? La opinión de un lector de romántica probablemente no sea representativa de lo que piensen los futuros lectores de tu obra de ciencia ficción. Aun así…

Un par de lectores que no sean para nada tu público objetivo. Aunque los lectores de tu nicho son a los que más necesitas complacer, a veces de tanto mirar los árboles no sabemos ver el bosque y tiene que venir alguien de fuera a decirnos que está ardiendo.

Algún que otro escritor: un lector podrá darte sensaciones, reacciones; un escritor sabrá identificar y explicarte dónde has fallado (o acertado) para producir esas sensaciones.

Un editor o lector profesional: alguien que pueda aportarte no solo una visión objetiva y detallada de las carencias y aciertos de tu obra, sino también ofrecerte un punto de vista comercial.

Ahí tenemos un supergrupo de lectores cero. Pero ¿dónde los encontramos?

En mi caso tengo suerte, pero creo que es el caso de cualquiera que lleve un tiempo moviéndose en el sector editorial, compartiendo su afición por la lectura y escritura con otros lectores y escritores (y editores). Tengo un grupo de personas que ya me han demostrado que tienen un ojo crítico excelente, a las que intento sobornar con libros, amistad, alcohol y amor para que lean y opinen sobre mis cosas. Este es un caso extraordinario y soy muy consciente de la gran fortuna que tengo con estas personas. Pero también soy consciente de que si no tienes ya un grupito majo creado de lectores maravillosos, tu procedimiento inicial tiene que ser el del intercambio.

No hablo del intercambio de parejas, aunque ese podría también ser un modo eficiente de conseguir nuevos lectores cero. Después del sexo la gente siempre parece más receptiva a hacerte un favor (aunque imagino que eso depende de lo bueno que seas en la cama).

Hablo del intercambio de lecturas con otros escritores.

Veréis, el hábitat natural del lector cero medio es, curiosamente, el mismo que el de los escritores. Sí: el mejor sitio para encontrar lectores cero es entre escritores.

Los escritores solemos leer mucho, y por nuestro oficio tenemos buena vista para identificar los problemas técnicos que hacen que una obra sea menos que perfecta. Por eso somos buenos lectores cero. Cualquier foro de escritores, grupo de escritores en Facebook o en Goodreads puede ser un buen sitio donde empezar. ¡Pero no entres poniendo spam de «léete mi libro»! Moléstate en conocer a la gente, busca a personas que creas que puedan ser interesantes, comunícate con ellos, deja que te conozcan un poco antes de proponerles un intercambio de lo más decente. Sí: tú leerás su libro si ellos leen el tuyo. Aunque significará hincharte a leer, procura buscar a unas cuantas personas, porque por pura estadística siempre habrá alguno que te dejará tirado.

También puedes recurrir a amigos y familiares, claro, pero solo si tienes la certeza absoluta de que no estarán condicionados por su amor hacia ti. El «todo es fantástico» de tu querida madre no te va a servir de nada. Buscas a gente que te diga cosas negativas. Buscas a gente que se aburra con tu novela, gente a la que no les gusten tus personajes. Porque a ellos les puedes preguntar por qué. A los de la única estrella en Amazon y Goodreads tras la publicación del libro no puedes preguntarles nada. Bueno, puedes, pero créeme que no debes.

Y, por supuesto, si quieres a un lector cero profesional, a alguien que sabe identificar muy bien los defectos de una obra, vas a tener que pagar por ello. Para esto sirve el famoso informe de lectura. ¿Cómo saber si un lector profesional es bueno en lo que hace? Ahí van algunas pistas:

  • Cobra una tarifa respetable (dependerá de la extensión de tu texto, pero un informe de lectura digno generalmente te va a costar más de 70 euros). Habrá excepciones, pero si algo parece demasiado bueno para ser verdad (¡informes excelentes por 30 euros!) probablemente no lo sea.
  • Está especializado. Si escribes fantasía, te interesa un lector especializado en fantasía. Esta no es una regla de oro, pero ten en cuenta que si un lector se especializa, conoce mejor los entresijos de un género y puede serte de más ayuda.
  • Te llega con recomendación. Habla con otros escritores y pregúntales si han trabajado con lectores profesionales y a quiénes recomiendan. De nuevo, huye de la recomendación tipo «este me lo hizo por cuatro duros» e interésate más por las que son del tipo «supo ver enseguida cuáles eran los fallos más importantes de mi novela».

¿Dónde encontrar a un lector profesional? Una búsqueda en Google siempre es tu amiga, pero LinkedIn tiene una base de datos interesante, donde podrás buscar por oficio a los diferentes lectores que se anuncian (y además ver su currículo). No te quedes con el primero que veas: pide presupuestos y pregunta a cada candidato cómo son sus informes; la respuesta puede decirte mucho sobre el trabajo de cada lector.

Y lo dicho: pregunta a otros escritores por sus experiencias personales con este tipo de profesional.

Ya sean de pago o por la patilla, ¿qué características tienen los lectores que más te interesa conseguir?

Las características del lector cero perfecto

Si un lector cero tiene conocimientos técnicos de escritura puede hacerte la vida mucho más fácil, pero no es una condición indispensable. El buen lector cero, por lo general, debe tener estas propiedades:

  • No debe tener miedo de decirte las cosas malas. De ahí que tu madre tal vez no sea buena idea.
  • Debe tener cierto bagaje lector. Si tu lector cero solo ha leído un libro en su vida, todo lo que escribas será comparado con ese libro. Cuanto más haya leído tu conejillo de indias, más datos tendrá para valorar la calidad de tu obra.
  • Debe tener cierto afán (y capacidad) de comunicación. Algunos lectores estarán encantados de leer tu obra, pero luego no sabrán o no querrán comunicarte sus sensaciones. Necesitas de tu lector algo más que un «me ha gustado».

Recuerda que estas características se corresponden, a su vez, con ciertas características que debes tener tú:

  • La capacidad de encajar las críticas. La capacidad de sonreír y decir gracias cuando digan que tu final es una birria, aunque en tu imaginación estén lloviendo cuchillos de punta sobre el dichoso betatester.
  • Entender que las alabanzas son muy bonitas, pero que lo que necesitas son críticas. Es en lo negativo donde encontrarás el trabajo que todavía le queda a tu libro. Lo positivo te dejará calentito/a por dentro, pero lo negativo es lo que necesitas ahora mismo.
  • Saber qué pedirle exactamente a tu lector. Decirle simplemente «dime qué te parece» no te va a aportar gran cosa, y es frustrante para el lector, que no sabrá ni por dónde empezar. Yo propongo enviarles a tus lectores un cuestionario preciso (un poco más adelante te haré algunas sugerencias).
  • Un respeto por el tiempo y trabajo de tu lector. Debes ser muy consciente de que leer un libro y opinar sobre él exige un tiempo y esfuerzo precioso (cuando hago un informe de lectura profesional, por ejemplo, puedo estar dos semanas o más rumiando sobre un libro, dándole vueltas y analizando qué no funciona y cómo solucionarlo). No es necesario que entregues un borrador ya finalizado a tu lector (después de todo, pasarle ocho correcciones para luego tener que ponerte a cambiar cosas no tiene mucho sentido), pero procura, por lo menos, pasar un borrador que no esté plagado de errores y erratas; que se note que es algo más que un primer manuscrito sin revisar.

¿Cuánto caso debo hacerle a mi lector cero?

Antes de sacar Lectores aéreos, fui a mi lista de correo y les pregunté a mis suscriptores si alguien estaría interesado en recibir una copia gratuita a cambio de leerla y darme su opinión. Se prestaron unas veinte personas (me quedé solo con quince, para no volverme loca) y, como os podéis imaginar, las sugerencias fueron de lo más dispares. Una de las cosas más curiosas fue que, entre otros puntos, les pedí que valorasen los relatos por orden de preferencia, y había relatos que eran los preferidos de unos y los menos valorados de otros. Es cierto que alguno de mis cuentos en esa antología es… peculiar (Y diente por diente despierta tanto amor como rechazo), pero ¿qué iba a hacer yo con tantas valoraciones diferentes?

lector ceroRicardo siempre hacía caso de todas las sugerencias de sus lectores cero. Acabó abandonando la escritura y dedicándose a posar para anuncios de vodka de marca blanca para supermercados finlandeses.

Me acordé de un consejo de Neil Gaiman, que decía que si alguien te dice algo sobre tu libro no debes hacerle caso, pero que si te lo dicen varias personas va siendo hora de escuchar. Las opiniones de mis lectores eran, cuanto menos, distintas entre sí, pero hubo un par de comentarios que se repitieron, que vinieron de tres o cuatro personas. Ir a morir, por ejemplo, tiene en el libro un final muy distinto que en el borrador original, al igual que ocurre con El extraordinario caso de Emil Von Trope y Jack el Destripador, cuya segunda mitad se reescribió tres veces antes de dar con un resultado que me pareció satisfactorio.

Siempre habrá cosas que te dirán los lectores que provengan de su experiencia y preferencia personal. Un lector me dijo que en la antología había demasiado sexo y que le parecía gratuito. Lo sexual para mí define al libro: es en el erotismo donde me gusta rebuscar en la expresión más oscura y más sublime del ser humano, y me encanta mezclarlo con fantasía. Hacerle caso a ese lector (tuviera razón o no), habría sido modificar mi mensaje básico, la esencia del libro. Si tienes muy claro cuál es tu objetivo, el corazón de tu obra, habrá sugerencias que no podrás aplicar.

La experiencia de pedir ayuda al aire fue muy positiva, pero también entiendo que por miedo a plagios, filtraciones y etc., esto no sea algo con lo que se sientan cómodos todos los escritores. Por suerte, a raíz de esa experiencia di con algunos lectores alucinantes, con una vista prodigiosa, con los que sigo contando para otros proyectos. Todas las opiniones fueron muy útiles, pero enseguida me di cuenta de que algunos lectores están mejor equipados para el género con el que estés trabajando; del mismo modo que hay lectores que ofrecen mucha más información que otros. Por esto, cuanto mayor sea tu círculo de lectores, más información de valor podrás extraer para tu obra.

Y ahora viene la gran pregunta. He dicho que no es buena idea simplemente mandarle a un lector un texto y pedirle que opine, que es mejor guiarle hacia lo que realmente te interesa. ¿Pero cómo conseguir esto?

¿Qué debería pedirle a mi lector cero?

En primer lugar, quiero distinguir una vez más entre el lector de calle, el lector amigo/conocido/seguidor/aficionado/adicto que va a comunicarte sus impresiones y opinión, y el lector profesional que te realiza un informe de lectura. Si combinamos el trabajo de ambos tipos, podríamos dar con un cuestionario estupendo que enviarías a cada uno de tus lectores. Y la buena noticia es que yo ya te he hecho el trabajo. Simplemente con estar en mi lista de correo, te llevas mi propio cuestionario, el que yo uso con mis lectores cero:

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Si sabes qué quieres sacar de tus lectores cero, puedes extraer información de valor incalculable para tu obra.

lector cero¡Ojo! No vale sacar dinero ni fluidos corporales. De los conjuros de nigromancia ya se ocupa el departamento de marketing.

Y cerramos con una pregunta:

¿Es necesario contar con un lector cero?

Ya puedes ser Stephen King cruzado con Paul Auster o el tataratataratataranieto bastardo de Cervantes: recibir la opinión de un lector que no seas tú mismo antes del proceso editorial es fundamental. Un buen editor podría realizar esa función, pero hoy en día el papel del editor ha cambiado mucho, y ya pocos tienen que ver con los grandes editores de antaño, que podían y sabían convertir un manuscrito interesante en una gran obra de arte. Cuantas más lecturas recibas de tu obra, una idea más aproximada tendrás de a) cómo hacerla mejor y b) qué tipo de recepción tendrá luego en el mundo real.

No permitas que tu amor por tu obra te impida aceptar las sugerencias de los demás (o por lo menos escucharlas). Todos los lectores cero no tienen razón en todo momento, pero algunos tienen parte de razón en algún que otro momento.

Busca, escucha, selecciona y aplica.

Es un paso más en el complicado baile de creación de un texto, pero es un paso crucial.

Si quieres bailar solo, para ti, adelante: no necesitas a nadie más. Pero si quieres bailar para nosotros, hacer que nos extasiemos y abramos la boca en feliz asombro, vas a necesitar un poco de ayuda.

Un poco de ayuda de tus amigos, de tus editores, de tus correctores.

Y ese codazo meticuloso, ahí, justo donde duele, de tus mejores críticos y betatesters.


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