Antes de nada, el disclaimer necesario. No soy una fangirl de Jobs, ni me gusta Apple.

De hecho, en mi familia, Apple es una palabra prohibida. Mi padre trabajó con los primeros ordenadores en Londres, con macrosistemas que ahora nos harían llorar, con lenguajes de programación que han enloquecido a más personas que los primigenios de Lovecraft. Mi hermano es un obseso del hardware, y para trabajar con hardware y modding y con personalización absoluta, el PC es el rey.

Ya. Igual se quedaron todos un poco decepcionados cuando a mí me dio por la literatura.

Hay mucho que se discute sobre la figura de Jobs. Que si fábricas de Apple en países asiáticos con empleados a nivel esclavo, que si tenía un mal genio alucinante, que si traicionó a más de uno… Etc. Sobre eso hemos leído todos. También sabemos que de joven tenía un parecido asombroso con Ashton Kutcher.

Todo esto no quita que personas como Jobs nos fascinen, tanto por su carisma como por su obvia genialidad. ¿Pero qué es realmente lo que convirtió a Jobs en un rey de multitudes, en un referente en la industria? Bastardos (si es que era tan malvadísimo como lo pintan algunos) hay por todas partes. ¿Hay algún punto en común, alguna habilidad especial que se observe no solo en él, sino en otros emprendedores del mismo alcance, personas como Richard Branson, Elon Musk, Jeff Bezos y similares?

Todo el mundo menciona la inteligencia extraordinaria y el trabajo intensivo. Pero conocemos a gente muy inteligente y trabajadora que nunca llega a nada. También hay personas muy inteligentes y trabajadoras que no quieren nada, solo vivir tranquilos y compartir su conocimiento. Pero ese no es el caso que nos atañe. ¿Qué es lo que tienen esos emprendedores, ese Jobs, ese Musk, ese Branson, que los hace diferentes? ¿Y cómo podemos aprovecharlo nosotros?

Ya había oído hablar de la teoría de los hubs, de los nexos en las redes sociales (y no hablo de Facebook, sino de redes de relaciones sociales, networks). Y este artículo de Forbes confirmó lo que sospechaba.

Simmons y la importancia de las redes

No, no hablo de Dan Simmons, autor de Hyperion, aunque sin duda es un hombre muy inteligente (o por lo menos lo era hasta que el fantasma de un chimpancé rabioso se adueñó de su cuerpo y tecleó con sus manos el tercer y cuarto libro de la serie. Perdón). Me refiero a Michael Simmons, que se ha especializado en estudiar el tema de las redes sociales y, en concreto, la figura de Steve Jobs. Simmons asegura que hay dos cosas fundamentales que diferencian a Jobs de otros emprendedores de menor éxito:

michael simmons

Lo que muchas veces no se tiene en cuenta es la interacción paradójica de dos de sus cualidades, en apariencia contrarias: un enfoque maniático y una curiosidad insaciable. Puede que estas fueran sus cualidades más importantes, ya que lo ayudaron a llegar a todo lo demás.

La curiosidad de Jobs alimentó a su pasión y le dio acceso a visiones, habilidades, valores únicos, además de a personas líderes en sus campos, cuyas habilidades complementaban a las de Jobs. La concentración de Jobs sirvió para enfocar todo esto hacia el mundo de la electrónica personal.

De aquí deducimos que si nosotros, pequeños escritorzuelos, queremos ser líderes también en lo nuestro (líder en el sentido que queráis: ya sea como superventas, referentes mediáticos o como maestros de la letra escrita), tenemos que emular esas habilidades de Jobs: tenemos que tener una curiosidad insaciable por todo lo que nos rodea y tenemos que aprender a dirigir todo lo que aprendemos hacia aquello que es nuestra obsesión y prioridad: escribir.

Pero resulta que esto no es todo. Estas dos habilidades están íntimamente relacionadas con algo denominado análisis de redes.

Dentro de las ciencias del comportamiento y todo ese campo extenso de psicología, sociología, neurociencia y magia potagia cruzada, hay un estudio sobre redes sociales que es, cuanto menos, sorprendente. Según este estudio universitario, hay una variable que predice nuestras posibilidades de éxito.

Sí, sí, tal cual. Tus posibilidades de éxito dependen de tu red de conocidos. O, mejor dicho, de cómo te relacionas con los demás y del alcance de esas relaciones.

«Ah, ya, el enchufe», me diréis. «Pues menuda novedad, Gabriella», me diréis también, porque en mi cabeza habláis muchos y a la vez. Pero no, no hablo exactamente de eso. Tenedme paciencia.

Veréis, según este estudio y según los expertos en redes personales, hay dos tipos de redes. Están las redes cerradas, que son aquellas compuestas por las personas con las que nos movemos siempre, aquellas con las que nos juntamos porque tenemos muchas cosas en común, compartimos las mismas ideas y nos gusta lo mismo. Esto es cómodo y nos hace sentirnos a gusto, pero a la larga no es muy positivo: no aprendemos nada nuevo ni nos exponemos a otros conocimientos. Son redes estáticas. Pongo, por ejemplo, al típico grupo de amigos con el que te sientes cómodo y con quien te gusta irte siempre de cervezas.

Pero personas como Steve Jobs tienen redes abiertas. Las redes abiertas son aquellas que son dinámicas, dispuestas siempre a aceptar a nuevos elementos que traigan ideas nuevas, sorprendentes, muchas veces incluso contrarias a nuestras creencias más profundas. Un ejemplo sería tener un gran círculo de conocidos de todo tipo de ideología. Pero claro, lo de Jobs va mucho más allá. Lo suyo no son círculos, sino una conexión entre grupos, entre racimos. No se trata tanto de ideologías. Es algo más a lo Alfonso X el Sabio. Los historiadores en la sala podrán corregirme si me equivoco, pero en el cole me contaron que Alfonso no era sabio por sí mismo, sino porque sabía rodearse de personas muy inteligentes y cultas. De nada sirve ser un genio trabajador si no estás integrado en una red abierta.

Ya hemos hablado de que somos la media de las cinco personas de las que nos rodeamos. Y aquí tenemos la gráfica de Roy Burns, también entrevistado por Simmons, que nos muestra cómo hay una correlación entre el grado de éxito de una persona y el tipo de red en que se mueve.

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Siguiendo con la teoría de la red abierta, es importante señalar que no se trata de tener a muchísimos contactos, sino de servir como nexo entre diferentes grupos. Puedes tener un grupo o cluster cerrado inmenso; eso no es lo que se busca en una red abierta. Uno progresa si sirve como conector entre diferentes clusters.

Puede que haya cierta metáfora mesiánica cuando se habla de los años «perdidos» de Jobs, esos años en el supuesto desierto, fuera del foco cultural, en los que aparentemente no andaba haciendo gran cosa. Pero esos sobre todo fueron los años que dedicó a perseguir todos sus intereses, a interactuar con nuevas ideas, con las siguientes aplicaciones, tal y como nos indica Simmons en este cuadro:

steve jobs

Creo que todo esto es algo que en los últimos años he empezado a entender y apreciar. Las redes abiertas son mucho más complicadas y conflictivas que las cerradas, pero es a través de ellas donde he encontrado las mejores oportunidades. Aquellos que somos tímidos realmente necesitamos de toda nuestra valentía para convertirnos en nexos, para ser puntos de unión entre unas personas y otras; y a la vez buscar nuevos puntos de acceso a ideas que nos sorprendan y maravillen.

Y, según Simmons, pueden proporcionarnos todo esto:

  • Una visión más acertada del mundo. Nos proporcionan la habilidad de extraer información de diferentes grupos, para que los errores se acaben eliminando por contraste. La investigación de Philip Tetlock nos muestra que las personas con redes abiertas tienen una mayor capacidad de predicción que aquellas con redes cerradas.
  • La habilidad de controlar en qué momento compartimos información. Aunque no seamos los primeros en recibir una información, sí que podemos ser los primeros en transmitirla a otro grupo (un ejemplo sería esto mismo que estoy haciendo ahora, transmitiendo información que es desconocida para determinado grupo que o bien no lee en inglés o bien no tiene conocimientos en el campo del comportamiento social**). Como resultado, podemos aprovechar la ventaja de ese «primer movimiento» (y es algo que te puede diferenciar de otros que se limitan a regurgitar la información de siempre). En una red abierta no cuesta encontrar contenidos originales, porque estás constantemente expuesto a todo tipo de ideas que para ti (y para grupos de tu sector) son novedosas. Otra cosa es conseguir adecuar esos contenidos tanto para quienes te llevan leyendo mucho tiempo como para los que acaban de llegar, sin resultar repetitivo/a. Ese un problema con el que yo personalmente peleo bastante.
  • Habilidad de ser un traductor/conector entre varios grupos. Se puede crear un gran valor al hacer de intermediario. Pero no solo me refiero a traducir en el sentido literal, sino a ser el intermediario entre varias personas e ideas que tienen mucho que ganar conectándose. James Altucher asegura que su costumbre de presentar a gente que conoce que sabe que obtendrán beneficio mutuo es lo que mejor le ha funcionado siempre a nivel profesional y personal. Y todos conocemos el valor de la interdisciplinareidad, porque llevan a…
  • Más ideas rompedoras. Según el estudio del profesor Brian Uzzi, los estudios científicos de mayor éxito suelen contener alrededor de un 10% de referencias bibliográficas a textos de fuera de sus campos de estudio. Os he hablado del sexo de ideas para escribir. Con redes abiertas, es más fácil dar con combinaciones atípicas.

Sí, las redes abiertas son incómodas, sobre todo para los que escribimos, ya que, por lo general, tendemos hacia la introversión. Pero si lo que buscas es ser el mejor, en cualquier campo, más te vale salir a buscarlas.

Lo cual me lleva a otra reflexión. Como cualquier bloguera que adora mirar sus estadísticas, le he estado dando muchas vueltas a esto del SEO. ¿Es realmente tan fundamental, tan importante, para conseguir visitas y lectores? ¿Realmente es mejor crear títulos como «escribir leer libros lectores escritores publicar» que «Las 10 mejores formas de darle una caña sin precedentes a tu libro»? Yo desde luego sé en cuál pincharía.

Y uno de los mayores genios del marketing en redes sociales está de acuerdo conmigo.

Guy Kawasaki y la importancia del SMO sobre el SEO

Ofú, Gabriella, ¿de verdad nos vas a hablar de métricas y SEO y cosas de esas? ¡Yo pensaba que este era un blog para escritores!

Que sí, que sí. Madre, qué revoltosos estáis hoy.

El SEO es útil, de eso no hay duda. Puede ayudarte a que los lectores lleguen a tu blog y puede que si alguien busca en Google «novela gótica gatitos», tu posicionamiento único los lleve a ti, autor extraordinario de novelas de dreadpunk detestivesco con mininos adorables de protagonistas. Pero, como dice Guy***:

guy kawasaki

En nuestra opinión, la mayor parte de la optimización de buscadores (SEO) es caca de vaca. Se supone que intenta leerle la mente a Google y jugársela al sistema para obligar a Google a encontrar mierda. Hay tres mil doctores en Informática en Google intentando que cada búsqueda sea relevante, y luego estás tú, intentando engañarlos. ¿Quién va a ganar?*

Aunque puede que Kawasaki aquí exagere un poco (al fin y al cabo, Google también recompensa el contenido bueno y relevante, y usar un poco de SEO puede ser una manera de echarle una mano), tiene razón en que nunca será tan poderoso como el SMO (Social Media Optimization):

guy kawasaki

Engañar a Google es algo fútil. En vez de eso, deberías permitirle hacer lo que mejor sabe hacer: encontrar buen contenido. Así que desafía toda esa brujería SEO que hay ahí fuera y concéntrate en crear, seleccionar y compartir contenido genial. Esto es lo que se llama SMO: optimización de las redes sociales.

En el fondo, Kawasaki nos está diciendo lo mismo que Simmons: aprende, selecciona, concéntrate en crear un contenido inmejorable y compártelo. Pero no solo el tuyo, o te arriesgas a hacer spam, por muy bueno que sea (la gente no tiene forma de saber que tu libro es bueno hasta que lo lee, por ejemplo), sino CUALQUIER contenido bueno. Es mejor si está enfocado a tu público, claro. Pero si es un gran contenido se compartirá y se disfrutará, y tú serás el punto de partida. No hables solo de tu libro. Habla del libro de los demás, de todo lo bueno relacionado con la lectura y la escritura, y verás como crecerás de forma imparable. Crea tu propia red abierta, dispuesta a recibir la mejor información.

Y para eso el SMO le da mil vueltas al SEO. Mediante SEO eres un mero receptor pasivo. Mediante SMO, eres una conexión constante.

Recuerda, como dice Kawasaki, que para algo ha sido «evangelista mayor» de algunas de las empresas más importantes del mundo (y que por cierto ahora lleva Canva, una de mis herramientas favoritas ever): crea gran contenido, busca gran contenido y comparte gran contenido. La esencia de un SMO brillante.

Como escritor, también funciona: escribe lo mejor que puedas, busca los mejores libros/artículos/textos que puedas y compártelo todo en tus redes sociales. Bueno, todo no. Ese maravilloso poema erótico que te escribió tu novio mientras se toqueteaba pensando en ti mejor te lo guardas. El contenido tiene que tener algún interés para los demás. Y no, el vecino lujurioso que espía a tu novio mientras se toquetea no cuenta.

Por lo demás, aquí os dejo lo que opino del libro sobre social media de Kawasaki:

guy kawasaki

Sí, todos esos son post-its. Muchos post-its.

Todo lo que comenta Kawasaki encaja muy bien con una reflexión de Godin acerca de cómo ha cambiado el marketing.

Godin y los tres cambios del marketing (y cómo se aplica eso a nosotros, los que escribimos)

Dice Seth que el mercadeo en general se ha visto sometido a tres grandes cambios en los últimos tiempos. Y como escritores más nos vale aplicarlo si queremos que nos lea alguien más que nuestra orgullosa madre:

seth godin

1. La publicidad y el marketing ya no son lo mismo. Puedes gastar dinero en todos los anuncios que quieras, puedes hacer spam hasta que te salga el «compra mi libro» por las orejas: nada sirve si te empeñas en agarrarte al viejo modelo. El modelo tradicional sigue teniendo algún valor (merchandising, presentaciones de libros, entrevistas en radio), pero va cediendo poco a poco al peso de las redes, del prestigio social y otros factores mucho más relacionados con todo lo que hemos estado hablando hasta ahora en este artículo.

2. Las formas más valiosas de marketing son aquellas que se consumen voluntariamente. Sí, aquellas en las que tu producto tiene auténtico valor para su público, y donde su promoción también tiene valor por sí mismo. Se trata del vídeo/anuncio viral con el que todos nos divertimos, del blog a través del cual engancha un escritor a sus lectores, de la cuenta de Facebook a través de la cual el escritor se comunica con su público. Siempre que lo haga bien, claro. Nadie te va a seguir, nadie va a escuchar tu propuesta si lo obligas a escucharte, o por razones de chantaje emocional o económico. Van a escuchar tu propuesta porque todo lo demás que les has ofrecido les ha encantado.

3. El efecto de las redes es el efecto más poderoso en un mundo de ideas. Ya lo hemos visto. Las redes abiertas estimulan no solo nuestro trabajo creativo, sino que nos dan a conocer.

Creo que sobra decir que cuando hablamos de redes, estas han de ser sinceras. No vale buscar a alguien porque sí, contactar con el primero que pensemos que nos puede «elevar» en nuestra carrera. Eso la gente lo huele. Os aseguro que es hediondo, oh, sí. Hemos de movernos en busca de los contenidos que nos parecen inspiradores, excelentes, aquellos de los que podemos aprender, y compartir eso con los demás. La recompensa no está en para qué nos sirve ese contacto. Está en qué ofrece ese contacto al resto del mundo. De este modo se forman nexos naturales.

Una buena manera de conseguir esto es no juzgar a nadie. Somos muy de meter a la gente en las cajitas que colocamos en nuestra cabeza. Por supuesto que vamos a pensar mal de alguien que vaya en contra de nuestros principios más básicos. Y siempre hemos de estar atentos a nuestro instinto para saber si podemos confiar en alguien o para saber si es una buena persona. Pero antes de saltar a conclusiones, estudiad a los demás. Habladles, dadle salida. Los resultados pueden ser sorprendentes.

Y diré algo más: las redes, en general, son peligrosas en otro sentido. Si hablas mal de otros, si dejas que el rencor y los celos te agarren, esos comentarios regresarán a ti. Tengo la creencia de que es importante evitar conversaciones y discusiones donde aflore este tipo de sentimiento. No hablo de crítica y discusión sana, claro. Eso es necesario. Hablo de la mala leche, del rencor, de la envidia. Sí, yo también he caído, hemos caído todos. A veces la frustración te puede, o hablas sin pensar, sin saber. Jamás trae nada bueno. He visto a escritores poner verdes a sus editores, a editores poner verdes a blogueros y a blogueros poner verdes a escritores, etc., sin razones claras, solo por el gusto de rajar y de culpar a otros por su propia falta de éxito. Ninguno ha acabado llegando a nada. El resentimiento no funciona bien en las redes abiertas, porque no aporta nada.

Así que, para rematar el artículo de hoy, que me ha quedado muy enredado (¡ja!), cierro con los pensamientos de Brené Brown (vía Brain Pickings) sobre qué distingue a los grandes líderes. Veréis que no se diferencia demasiado de lo que hemos dicho hasta ahora. Me llama la atención que sea exactamente lo mismo que distingue a los grandes escritores:

Brown y lo que diferencia a los líderes

Maria Popova hace una lectura excepcional del último libro de la investigadora y escritora Brené Brown (y no esperaría menos de Popova). Señala esta cita, y yo también me quedo con ella:

brené brown

Los líderes más transformadores y resistentes con los que he trabajado a lo largo de mi carrera tienen tres cosas en común. Primero: reconocen el papel central que las relaciones y la trama tienen en cultura y estrategia, y se mantienen curiosos acerca de sus propias emociones, pensamientos y comportamientos. Segundo: entienden y demuestran curiosidad acerca de cómo se conectan las emociones, pensamientos y comportamientos en las personas a las que lideran, y cómo estos factores afectan a las relaciones y a la percepción. Y tercero: tienen la habilidad y voluntad de acercarse a lo incómodo y a la vulnerabilidad.

Así que añadamos tres habilidades más a la lista para ser unos grandes (ya sea como personas, emprendedores, líderes o escritores): ser conscientes, muy conscientes, de nuestros sentimientos y acciones; seamos conscientes, muy conscientes de cómo funcionan estas emociones y comportamientos en las personas con las que estamos conectadas. Y tercero, soportemos lo difícil, lo incómodo, para aprender. ¿Cómo podemos aplicar esto al mundo real?

En primer lugar, como autores:

  1. Analicemos nuestras propias emociones y miedos para transgredirlos y aprender a volcarlos en el papel (o pantalla). Notas, notas y más notas, y sinceridad para con nosotros mismos al escribir.
  2. Analicemos cómo afectan estas emociones y palabras a los que nos leen; concentremos nuestro mayor esfuerzo en provocar aquello que merece la pena, en cumplir con una de las funciones más elevadas del arte: mover a nuestro público.
  3. Arriesguemos, trabajemos duro, sacrifiquémonos para darlo todo en nuestro arte. Ya sabéis, el ciclo del escritor.

Y luego, en segundo lugar, como creadores y promotores de contenido:

  1. Apliquemos la misma metodología en los que nos rodean, aprendamos a interaccionar con todos los demás: sean o no sean nuestro tipo de persona.
  2. Busquemos nuestro público, sí, pero procuremos aprender también de aquellos que no son nuestros lectores objetivos, de aquellos que no son nuestras fuentes habituales de conocimiento. Y compartamos lo bueno.
  3. No tengamos miedo de exponernos, de mostrarnos tal y como somos, ante nosotros mismos y ante los demás. Y al mismo tiempo, mantengámonos orgullosos en nuestro estatus de transgresores, que nadie nos convenza para volver al redil del grupito cerrado que en teoría nos corresponde. Cuando Maria Popova empezó a mandarles boletines a sus compañeros de trabajo relacionando cosas de su sector con otros campos y disciplinas interesantes, estos no le hicieron demasiado caso y la miraron como a un bicho raro. Ahora lleva una página web dedicada exclusivamente a proporcionar contenidos chulos para mi blog. ¡Mirad qué progreso! ¡Es un buen ejemplo de todo lo que he estado diciendo!

Hay un relato de Ted Chiang donde la comprensión de la gestalt, la inteligencia que era capaz de ver asociaciones y relaciones en absolutamente todo, en entender claramente los polisistemas que nos rodean, es la forma más elevada de inteligencia. Esa gestalt es, en el mundo real, una de las fases más importantes del aprendizaje: entender las relaciones en diferentes campos y conceptos.

No seamos solo escritores. Seamos promotores nuestros y de los demás, tanto en nuestros escritos como en nuestra interacción real y virtual. Vayamos más allá de lo que tenemos delante de nuestras narices.

Como decía Simmons, formemos parte de nuestra propia red abierta.

 


*Disculpad la mala calidad de la imagen. Es lo que tiene sacarle fotos con el móvil a un texto mientras sujetas las páginas con los pies.

**Como curiosidad, busqué en Forbes.es si había alguna adaptación a nuestro idioma de todo este tema. Lo que me encontré en portada fue un artículo de pasar imágenes llamado «¿Cuáles son los secretos de la gente más exitosa?». Ofrecía un puñado de ideas bastante generales; nada sorprendente. En ningún momento se mencionaba nada relacionado con esta teoría ni con el trabajo de Simmons. Creo que es un buen ejemplo de cómo la información más útil y valiosa depende a veces de una buena comunicación entre redes: tal vez una mejor vinculación de contenidos de la revista madre con la hija habría dado lugar a un artículo realmente bueno. O tal vez simplemente se dirigen a un público diferente aquí en España, menos dado al texto y al longform. No lo sé.


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