En varios artículos he hablado de lo que ocurre cuando comparas tu trabajo con el de otros.
Soy repetitiva a veces, lo sé. Soy repetitiva a veces, lo sé. Pero algunas cosas son tan importantes que tienes la sensación de que tienes que decirlas una y otra vez, con la esperanza de que alguien finalmente lo lea y diga: oye, voy a probar lo que dice esta chica tan repetitiva, a ver si va a ser verdad/útil/práctico. Y así intento ahorraros el rencor, la frustración y la desolación que te acompañan cuando comparas tus textos, resultados y metas personales con los de otros.
Hay una expresión anglosajona que funciona muy bien en estos casos: «Been there, done that«. Yo he estado ahí, yo he hecho eso. Y es un buen montón humeante de mierda caliente y apestosa que te hará abandonar la escritura (o los bailes de salón, o el levantamiento de peso o la caza de tigres rosas en Plutón, sea lo que sea a lo que te dediques).
Hutchinson y la lista de las cosas buenas que ocurren cuando te comparas con otros
Encontré un artículo donde el escritor y bloguero Bryan Hutchinson lo dice mucho mejor que yo:
Verás, no es una comparación justa, porque estamos predispuestos por naturaleza a pensar que otros lo están haciendo todo mejor que nosotros, aunque seas el bloguero más fantástico de la historia del blogging.
De hecho, a continuación os dejo una lista detallada de las cosas buenas que te pueden ocurrir cuando comparas tu éxito con el de otra persona:
- Nada.
-fin de la lista-
Donde dice bloguear podéis sustituir por escribir, así, en general. De hecho, hay muchos consejos que da Hutchinson para blogueros que son totalmente aplicables a los escritores. Estos son, adaptados para los que escribimos:
- Utiliza el freewriting cuando estés bloqueado/a.
- Lee a otros escritores.
- NO COMPARES.
- Sé constante (escribe de manera periódica).
- Primero, tú (escribe primero para ti).
- Segundo, tus lectores (una vez has escrito, reescribe y trabaja pensando en tu lector objetivo).
- Sé genial (este último es importante). Ser la hostia ayuda, ayuda mucho.
Sí, sí, ya me lo estáis gritando: hay momentos en los que sí se puede comparar. Puedes comparar tu trabajo con el de buenos escritores para ver dónde estás fallando. Pero estás comparando técnica con objetivos prácticos; no estás comparando habilidad, talento, etc., porque eso es suicida. Cada uno tiene su propio camino y proceso, y de nada sirve, como bien dice Hutchinson, comparar tu trabajo con el de alguien que lleva mucho más tiempo que tú, que ha invertido más esfuerzo, que se ha trabajado más sus contactos, que ha leído más y etc. Pero hay una comparación que sí os recomiendo. Leed de vez en cuando algún libro realmente malo (o por lo menos unas páginas, tampoco es cuestión de perder demasiado el tiempo). No solo sirve como guía de lo que NO hay que hacer, sino que os hará sentiros realmente bien con vuestra trabajo. De nada.
También puede ser peligroso comparar nuestras rutinas de trabajo con las de otros. Creo firmemente que cada uno tiene que encontrar su propio sistema y rutina. Para ello hay que experimentar mucho, claro, y las rutinas ajenas sí que pueden darnos algunas ideas. Con todo, no sé si es buena idea imitar la rutina de Bukowski:
La rutina de Bukowski
Bukowski pasó muchos años de su vida trabajando en empleos que no le hacían gracia alguna, hasta que un editor generoso comenzó a pagarle un estipendio al mes para que pudiera dedicarse exclusivamente a escribir (si hay alguno en la sala, ejem, señor editor generoso, escríbame al mail de siempre: gabriella.campbell@escritoraconhambre.com. Prometo no gastármelo todo en pequeños ponis de colección). A partir de entonces desarrolló una rutina peculiar que… bueno, a él le funcionaba:
Nunca tecleo por la mañana. No me levanto por la mañana. Bebo por la noche. Intento quedarme en la cama hasta las doce, eso es mediodía. Normalmente, si tengo que levantarme temprano, no me encuentro bien el resto del día. Miro, si dice que son las doce, entonces me levanto y comienza mi día. Como algo, y entonces normalmente salgo directo a las carreras tras despertarme. Apuesto con los caballos, luego regreso y Linda cocina algo y hablamos un rato, comemos, nos tomamos un par de copas y luego subo a la planta de arriba con un par de botellas y tecleo (empiezo sobre las nueve y media y sigo hasta la una y media o dos y media de la noche). Y eso es todo.
Ya he hablado del poder del alcohol para fomentar el impulso creativo, pero no es necesario que os metáis todo lo que se metía Bukowski. En serio. Parad ahora, mientras todavía podéis.
También en Brain Pickings encontré un gran artículo sobre lo que Bukowski opinaba sobre el arte y la poesía. Hay dos citas realmente maravillosas:
Pensaría que muchos de nuestros poetas, los que son honestos, confesarán no tener un manifiesto. Es una confesión dolorosa, pero el arte de la poesía lleva sus propios poderes, sin tener que ser deconstruida en listados críticos. No quiero decir con esto que la poesía tenga que ser un payaso chabacano e irresponsable lanzando palabras al vacío. Pero la sensación de un buen poema lleva su propia razón de ser… El Arte es su propia excusa, y es o bien Arte u otra cosa. Es o bien un poema o un trozo de queso.
Bukowski analiza aquí lo que lleva atribulando a los teóricos desde hace siglos: ¿qué hace que algo sea arte? ¿Es, como decía Dámaso Alonso, la intención estética con la que escribimos? ¿O es un ente mágico que se manifiesta por sí mismo, que se desarrolla en el cerebro y el corazón del lector, como sugiere Bukowski? Estas preguntas siguen sin respuesta, pero el simple hecho de hacerlas nos dice mucho acerca de nuestra percepción de lo artístico como productores y como consumidores, como creadores y como receptores.
También habla de ese horrible yo que se nos cuela dentro de nuestros escritos, ese egocentrismo de miradme, miradme, mirad lo que he escrito:
Casi toda la poesía escrita, pasada y presente, es un fracaso, porque la intención, el enfoque y acento no son como esculpir piedra o comer un buen sándwich o beber una buena bebida, sino más como alguien que dice: «Mira, he escrito un poema… ¡mira mi poema!«.
Bukowski aboga aquí por ese ataque al subconsciente, esa eliminación del ego, por la escritura por sí misma, no como medio de validación, reconocimiento o incluso lectura. Arte por arte. Y personalmente creo que, por lo menos en la primera parte del proceso, en el primer borrador, esta actitud es importante. Liberarnos de nuestros miedos, prejuicios, convicciones, etc., es fundamental para crear algo que realmente importe.
Lo cual no quita que luego pueda hacer falta la edición y revisión para no presentar un desastre ilegible que no va a interesar absolutamente a nadie. No vale usar a las musas, a lo sublime y divino como excusa para no hacer nuestro trabajo. Y de esto sabe bastante Caren Beilin:
Beilin y cómo enfocar la violencia hacia las mujeres en nuestros escritos
Caren Beilin escribió un artículo que me ha estado dando vueltas en la cabeza desde hace semanas. He tardado ese tiempo en digerir las opiniones e información que presenta; en digerirlo de forma que pueda ahora intentar explicaros mis impresiones.
Pienso a veces en la violencia, como escritora. Mis escritos incluyen violencia y algunos de esos escritos son de género juvenil, es decir, los leen adolescentes. No obstante, me desagrada la violencia en películas y series de televisión. No duermo bien por las noches si veo algo violento, y puedo tener el mismo problema si encuentro algo particularme cruento en una novela.
Me he dado cuenta de que la violencia no me molesta cuando es un recurso simbólico o profundo, cuando expresa algo, o cuando es necesaria como parte de la narración. Tengo un verdadero problema con la violencia gratuita, con ese torture porn que se disfraza de diversión y que se dirige hacia un espectador con el que no consigo identificarme. Empiezo a estar harta de tanta escena de tortura en series de televisión. Sí, me aburre. Últimamente parece que no veo una serie de corte dramático que no contenga alguna. Por no hablar de tiroteos sin sentido, de mutilaciones expresivas. Bonito y espectacular de ver, sin duda. ¿Pero aporta realmente algo al conjunto?
Algo parecido ocurre con la violencia hacia mujeres y hacia minorías étnicas. El desagrado es aún mayor: el ataque se realiza sobre colectivos históricamente abusados, históricamente más débiles.
Pero es ficción, ¿verdad? ¿Qué hay de malo en ello? Yo no creo que por disparar una y otra vez en un FPS una persona se vuelva más violenta. Pero sí que puede haber una insensibilización hacia lo sexual con un exceso de porno, por ejemplo, y la presentación de escenas de tortura una y otra vez, en series, películas y libros, hacen que esta pierda su efecto de choque. Desde un punto de vista meramente práctico, utilizar un elemento que se ha convertido en cliché no es bueno para la narración.
Es posible, como comenta Beilin, profesora de escritura creativa, que el problema esté en que esta violencia (también la violencia sexual) se ha asumido, se ha convertido en parte del patrón, del sistema. Ya no cuesta escribir sobre violencia, ya no es tabú. Por tanto, ha perdido su significado. Beilin observaba horrorizada que, año tras año, sus alumnos le entregaban textos repletos de violencia hacia mujeres y hacia razas diferentes a la suya. «Es ficción», le decían. El problema, para ella, era que esta ficción se había naturalizado. La violencia se había convertido en un tópico. Había perdido su poder transgresor; Beilin prefería no pensar en por qué a sus alumnos masculinos les resultaba tan natural y sencillo retratar violencia extrema hacia las mujeres en sus escritos: ¿había asumido el sistema esta violencia? Muchas teorías apuntan hacia el hecho de que la violencia en general (y también hacia la mujer) está en declive. ¿Por qué hemos naturalizado entonces esta violencia en lo que escribimos, en lo que representamos? ¿Por qué ya no le damos importancia?
Beilin comenzó a hacerse algunas preguntas. ¿Por qué no se sentía incómoda cuando leía a Sade, por ejemplo, o American Psycho? En estas obras la violencia es metáfora, es una expresión revolucionaria, un grito de guerra contra el establishment. Sí, Sade era un sádico y etc., y cabe la posibilidad de que se toqueteaba mientras escribía, pero en sus obras la violencia sexual adquiría una fuerza extraordinaria. Del mismo modo, Bret Easton Ellis grita a través de su psicópata estadounidense, se revuelca en la sangre de sus víctimas sin que por ello nadie bata una pestaña, habla de una sociedad frívola, vacía. American Psycho es dura de leer, sí, pero es todo un manifiesto. Los alumnos de Beilin no sabían por qué expresaban esta violencia, no lo pensaban dos veces. Dice Beilin:
El trabajo duro puede actuar como medida, como filtro para lo que te importa (si no quieres trabajártelo, tal vez no te importan lo bastante las mujeres). Y lo que me preocupa a mí en el aula, lo que estoy intentando desentrañar con mis alumnos, es una falta de trabajo en las escenas de violencia hacia un grupo marginado; es el uso de esta violencia como algo fácil, el cuerpo femenino como lo primero que pueden coger (este fruto terriblemente pesado); es este uso de la violencia que es enteramente, y tristemente, ortodoxo.
Para Beilin la diferencia está en el estilo, en la forma, en el trabajo, en la reflexión detrás de la violencia. Por eso, este año le ha dicho a sus alumnos que si quieren escribir alguna escena que contenga violencia hacia mujeres u otros grupos marginados deberán comentárselo a ella antes, en su despacho. Con esto, pretende que por lo menos tengan que pararse un segundo a analizar lo que van a escribir, por qué y cómo encaja en las normas, en el sistema que se nos impone como escritores.
Su despacho, por lo visto, es bastante difícil de encontrar.
Termino por hoy con algo más ligero, para que marchéis con cabeza y corazón livianos, con un saltito cada tres pasos y un baile bajo la piel. Encontré este truco del escritor y profe de escritores Chandler Bolt, y me pareció que podía sernos útil a todos.
Bolt y los que están dos peldaños por encima de nosotros
Siempre hay cosas interesantes en el blog de Joanna Penn, y hace poco le leí una entrevista a Chandler Bolt de la que saqué unos cuantos puntos interesantes. Se trata de una transcripción de la entrevista que le hizo en su podcast; es algo que me encanta de Penn, que ofrezca también transcripciones para aquellos de nosotros que preferimos leer a ver o escuchar. Esto es sin duda lo que más me gustó:
Para mí, es difícil muchas veces aprender de alguien que me saca 50 peldaños en la escalera, porque no pueden identificarse conmigo. Cuando les hago una pregunta sobre algo para lo que necesito ayuda, no pueden responderme.
Por eso me encanta aprender de aquellos que están dos pasos por delante de mí, porque pueden decir: «Sí, genial, esto lo hice yo hace seis meses. Aquí está lo que no debes hacer. Este es el error que yo cometí. Este es el proveedor que necesitas. Así es como debes vender estos libros. Como con las campañas de email, no te interesa usar a este proveedor. Necesitas esto».
Y podrían ahorrarte tanto tiempo… Por eso me encanta hacer eso con alguien así en vez de con alguien que me saca muchísima distancia, porque ya probé a preguntarle a gente así, y era decepcionante cuando decían cosas como: «Oh, sí, tengo a alguien de mi equipo que se ocupa de eso, o «ah, sí. Búscalo en Google, no sé. Eso lo dejé muy atrás». Es un poco como… bueno, eso ahora mismo no me ayuda para nada. E intento subir de nivel. Estoy como… «bueno, genial. Me sacan dos espacios». Y entonces me pongo a su altura. Es como… bueno, perfecto. Y ahora, ¿quién es el siguiente? ¿Y el siguiente?
Todo esto responde a los mismos razonamientos que hay detrás de las teorías que indican que es importante ponerse metas pequeñas, alcanzables, e ir avanzando de esta manera, en vez de intentar hacer algo grande de golpe. Ver que podemos alcanzar a esa persona que solo nos saca un poquito de ventaja implica un esfuerzo posible, y alcanzar esa meta produce una sensación de satisfacción que es adictiva, que nos enseña que podemos hacer lo que nos propongamos.
No sirve de mucho escribirle a un autor multimillonario que ha publicado 48 libros y cuyas obras se han llevado a Hollywood. Esta persona, para empezar, recibirá tantísimos correos que no tendrá tiempo de contestar a todos. Y una persona que esté solo un peldaño por encima de ti en la escalera hacia el éxito no podrá ayudarte demasiado. Pero si das con alguien que esté a un par de peldaños, has dado con la persona ideal: esa es la persona de quien puedes obtener la información más valiosa en estos momentos, porque acaba de pasar por lo que tú estás pasando. Y si llegas a la altura de esa persona, toca buscar a otra que te saque dos peldaños más. Por eso siempre digo que hay que escribir con alguien que escriba mejor que tú; tener lectores cero que sean mejores lectores que tú; preguntarle tus dudas a alguien que esté un poco más adelantado que tú; buscar información en libros escritos por personas que ya han pasado lo mismo que tú. No sirve de mucho preguntarle a un billonario en qué invertir veinte euros, ni a un maestro pianista cómo sentarse ante el piano. Tienen tan asumidas ciertas cosas básicas que no son buenos profesores en este sentido.
Hay un dicho: «Apunta a las estrellas y llegarás a la luna». Probemos a enfocarlo de otro modo: «Apunta a la luna y de allí puedes saltar de estrella en estrella«.
Por cierto, insisto en que yo estoy varios peldaños por debajo de todos vosotros y por tanto no es necesario que me enviéis ahora miles de emails preguntándome todas vuestras dudas. Más que nada porque mi bandeja de entrada en estos momentos me da un poquito de miedo; esto de estar una semana un tanto desconectada tiene temibles consecuencias.
Dejad este blog. Marchad a buscar a alguien que os saque esa cabeza o dos. Acribilladlo/a a preguntas. Aprended algo y venid a contármelo.
Esos son vuestros deberes para el fin de semana.
Si te ha gustado este artículo, acuérdate de compartirlo. También puedes apuntarte a mi lista de correo (envío artículos que son solo para mis suscriptores, solo dos veces al mes). Y si te gusta el contenido del blog en general y quieres leer más cosas mías (o simplemente echarme una mano), prueba a hojear alguno de mis libros:
70 trucos para sacarle brillo a tu novela: Corrección básica para escritores. ¿Has escrito una novela o un relato y no sabes cómo enfrentarte a la revisión? ¡Yo te ayudo! Disponible en Amazon.
- Puedes ver reseñas del libro en la propia Amazon y en Goodreads.
Lectores aéreos (relatos con toques de fantasía tenebrosa): Disponible en Amazon y Lektu (¡solo 2,99 €!).
- Puedes leer un avance gratuito aquí.
- Puedes leer reseñas aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí. Y hasta en 20 Minutos, aquí.
- Si tienes un blog o web de reseñas y te apetece leer y reseñar este libro, puedes pedirme un ejemplar de cortesía en gabriella(arroba)gabriellaliteraria.com.
Puedes ver más libros míos aquí.
Comentarios para Ebo: Dile a tu dueña que cada vez que nombra un blog incrementa mi lector de feeds. Que no puede ser. Va a petar.
No sé si lo sabes: Bukowsky no murió de cirrosis, sino de leucemia (Los hay con suerte). Creo que me voy a llevar una botella de Ribera al despacho la próxima vez que me bloquee. ¿No era Hemingway el que decía que había que escribir borracho y corregir sobrio? Pues eso.
Y, por último, cada vez me repele más la violencia gratuita que ahora parece plagar la Fantasía made-in-USA. Acabo de leerme hace poco «Amanecer rojo» y sí, está muy bien escrita y engancha, pero abusa de las escenas violentas de una manera que llegó a molestarme. Y eso que, por mi profesión, veo de todo.
PD: Yo sigo tu blog porque estás muchos peldaños por encima de mí (pero eres más maja que las pesetas y miras para atrás ;D)
Alabo tu humildad, pero te aseguro que estás a unos cuantos peldaños por encima de muchos de los que te leemos.
Me encanta leerte porque además de aprender, siempre me sacas una sonrisa. Además te agradezco enormemente las traducciones que haces porque el inglés lo tengo muy oxidado y si no fuera por ti, me perdería grandes lecciones.
Respecto a la violencia, siempre que alguien me recomienda un libro o película con grandes dosis de violencia, pregunto cosas como: ¿Tiene algún motivo de peso el protagonista para ir destripando gente con su espada? ¿Es gore porque sí o hay una razón profunda?
Actualmente hay demasiada película y serie llena de violencia y sexo sin sentido, con el único objetivo de atraer más espectadores en busca del morbo.
¡Buen finde!
Buff, si llevara yo la rutina de Bukowski dudo mucho que terminara ni una historia corta y además seguro que estaba muerta en menos de un mes… pero si a él le funcionaba, pues estupendo. A mi lo que me va es dar paseos largos escuchando música o correr a horas matutinas intempestivas… ¡cada uno a lo suyo!
También me gustó el artículo que mencionaste de Hutchinson, conciso pero muy útil.
Me gustan tus recortes literarios porque siempre me hacen descubrir blogs nuevos. ¡Gracias! 🙂
El problema de rutinas como la de Bukowski es que tienen un gran coste para la salud del involucrado, jeje. Si se puede conseguir lo mismo con unas cuantas botellas menos de alcohol, digo yo que mejor que mejor. Personalmente creo que ciertas drogas y alcohol pueden ser interesantes para detonar ejercicios creativos, pero son poco prácticos para rutinas a largo plazo xD
Un beso grande.
[…] Cosas buenas que ocurren cuando te comparas con otros (y otros recortes literarios) […]
«Beilin observaba horrorizada que, año tras año, sus alumnos le entregaban textos repletos de violencia hacia mujeres y hacia razas diferentes a la suya. “Es ficción”, le decían.»
hostia, suena enfermizo O_o
«para que marchéis con cabeza y corazón livianos, con un saltito cada tres pasos y un baile bajo la piel».
me encanta xD.
por cierto, no veo filmes de violencia gratuita. mejor dicho, los que tienen a psicópatas o a mafiosos por protagonistas. no quiero fomentarlo. la simpatía que levantan ciertos mafiosos (de pelis) en la sociedad me repugna. ya digo, por si acaso, no lo veo. otra cosa es tarantino, que tiene su gracia. mucha. pero pelis como american psycho o funny games jamás las vería. eso no quiere decir que no ponga violencia en mi libro. incluso bastante. pero sería justificada, y ni de coña monotema. y con todo el dolor de mi alma.
en cuanto a rutinas, la de bukouski es lo que hasta cierta época de mi vida más me funcionó. aunque quitando el alcohol y alargándolo más allá de las 2 de la madrugada (hasta las 5 o más incluso. ciclos rotativos del día como lo he llegado a llamar y a tener. es cuando más creativo estoy, de 1 a 5; ains, cómo lo hecho de menos!, pero trabajando es otra cosa. bueno, trabajando No es. trabajando y cuando tengo libre (finde o vacas) me gusta levantarme de 10 a 12 (más bien 12 :D). siempre voy a desayunar fuera (lo menos 10 o 15 años), a un café (con wifi, of course). me basta con café con leche (por las mañanas no tengo hambre). puedo estar de 1 a 3 horas enfrascado en mi obra con esto. con el café de la tarde hago el mismo ritual. efectivamente, no puedo dejar el café. mi proceso creativo se vería afectado. de hecho, ya se ve afectado. yo tomaría mil cafés. pero por prudencia tomo como máximo 2 al día (si tomara más rendiría más, pero también tendría más piedras en mi riñón O_o). sale más caro que en casa, y preciso de tapones para lo oídos o cascos para música, pero creo que me compensa. así aunque cuando leo por ahí que para sacar tiempo hay que madrugar (a diario, quicir) me imagino levantándome a las 6 de la mañana y me entran escalofríos. madrugar mucho y dormir poco (de continuo), creo que eso es lo único peor que los cólicos de riñón.
[…] he caído, hemos caído todos. A veces la frustración te puede, o hablas sin pensar, sin saber. Jamás trae nada bueno. He visto a escritores poner verdes a sus editores, a editores poner verdes a blogueros y a […]
[…] Cosas buenas que ocurren cuando te comparas con otros (y otros recortes literarios) […]
[…] preguntamos si merece la pena. Estos tres años me han enseñado algo importante: no estamos solos. Olvidar las comparaciones (o por lo menos intentarlo) es lo mejor que he hecho desde que decidí concentrarme en mi propia […]
[…] Y deja de compararte. Para mí ha sido extraordinario llegar a los 2000 seguidores en la página de Facebook. Hay gente que tiene 20000. ¿Y qué? ¡Yo he conseguido 2000! ¡Son 2000 más que nada! Y me sentí del mismo modo cuando conseguí 200. […]