Sabes que los propósitos de año nuevo no sirven de nada, ¿verdad? (Dices mientras me clavas tu pupila azul y te llenas la boca de roscón de Reyes).

De esa afirmación tal vez polémica hablaré bastante más en el email que mandaré la semana que viene a la lista de correo. Por ahora, vamos a dejarlo en que un porcentaje elevadísimo de personas no consiguen mantener esos buenos propósitos más de unas semanas, por muchas razones. Y en que lo que realmente funcionan son los hábitos y los sistemas.

¿Y qué tiene esto que ver con la escritura?

Hay muchos métodos y sistemas para la escritura, pero si todavía no tienes alguno te recomiendo que reflexiones sobre ello. Si eres un autor prolífico y publicado y feliz con su vida, me callo. ¿Quién soy yo para criticar tu caos eficiente?

tres cubosTú, felizmente ignorante de que existe mi blog, 
montando en bici con la pareja perfecta que conseguiste gracias a tus increíbles dotes literarias, intelectuales, amatorias y ciclistas.

Pero si eres un autor prolífico y publicado y feliz con su vida, es muy posible que no me estés leyendo. Si estás en esta web, leyendo este artículo, es por una de las siguientes tres razones:

a) No puedes vivir sin mi delicioso sentido del humor, mis reflexiones elevadas y mi adorable pelazo.

b) Te gusta leer sobre problemas que tú ya no tienes y reírte de todos nosotros, apuntando con el dedo a la pantalla.

c) No alcanzas todas tus metas como escritor y eso te frustra un pelín.

d) Eres de otro planeta y esto es lo único que pillas por tu wifi intradimensional con condensador de fluzo.

Espero que hayas elegido la c), porque las otras tres opciones me parecen preocupantes (aunque, sí, mi pelazo es una maravilla, eso no lo voy a negar).

Mi intención en este humilde (y modesto, siempre modesto) blog no es llenarte la cabeza de mil métodos diferentes. Eso puede llevar a otra forma de procrastinación: aprender y anotar cosas sobre diferentes métodos, sin llevar luego nada a cabo. Pero sí me gusta enseñarte lo que hay ahí fuera, para que luego pruebes lo que te apetezca. Y creo que este método sencillo de Jeff Goins del que vengo a hablarte es uno de los sistemas más lógicos y básicos que he encontrado para la productividad escritora.

Algunos ya sabéis que no soy superhipermegafan de Goins en principio, ya que gran parte de su enfoque está en la mentalidad del escritor y a mí también me gusta que me den enseñanzas más prácticas. Pero de vez en cuando sí que las da y creo que esta es excelente.

Tanto, que muchos de vosotros me diréis: «Ah, si esto que me estás contando yo ya lo hago. Eres una inútil, Gabriella: espabila y mejora tus habilidades telepáticas para contarme lo que YO necesito».

Para otros podría ser bastante revelador, espero.

Goins y el sistema de los tres cubos

Goins habla de tres cubos (y con esto me refiero a buckets, no a cubos cuadraditos y geométricos), pero también podríamos llamarlas carpetas, grandes cajas plásticas de IKEA o cualquier tipo de recipiente que os guste usar.

Una de las cosas que más me ha costado entender en estos años es que la escritura no es una sola tarea. De hecho, son tres tareas principales. Antes, me preocupaba por escribir todos los días, entendiendo escribir solo como el acto de poner palabras sobre papel (o en pantalla). Acabé, como os podéis imaginar, con un gran efecto cuello de botella: tanta producción no servía de nada si me faltaban ideas e inspiración para mis proyectos, y trabajo posterior de edición y reescritura. Así he acabado con dos novelas, un par de novelas cortas y varios cuentos metidos en el ordenador, sin tener tiempo ni posibilidad de hacer nada con ellos.

tres cubosTambién me ha costado entender cómo funciona un partido de béisbol, por qué hay personas a las que no les gustan los gatos ni el queso y por qué 0,9 periódico es igual a 1. 
Pero, eh, cada cosa a su tiempo.

No me entendáis mal: sigo abogando por el hábito de la escritura diaria. Creo que es lo más importante que debe aprender alguien que quiera convertirse en escritor (escritor es, en su sentido más literal, quien escribe). Pero con el paso del tiempo me di cuenta de que algunos días no podían ser solo para poder poner palabras en la hoja en blanco. Me faltaba tiempo para las otras dos tareas.

¿Cómo coordinar de manera eficiente esas tres tareas: ideas/inspiración, escritura y edición? Creo que el sistema de Goins es el más eficiente que he visto por ahora. Llevo aplicándolo desde hace tiempo a mi escritura para el blog, pero ha sido de forma más reciente cuando lo he integrado en mi escritura de ficción. Lo de los tres cubos no es invención suya, pero su aplicación a la escritura es espléndida.

Cómo usar el sistema de los tres cubos

Primero, tengamos claro a qué corresponde cada cubo:

El primer cubo es el de las ideas

Es el cubo de las notas y necesitas un lugar donde poner todas esas notas.

Yo uso Evernote cuando estoy en algún dispositivo digital (móvil, tableta, ordenador) y una libreta diminuta que llevo siempre en el bolso para cuando algo me pilla fuera de casa y me resulta más rápido y cómodo anotarlo a mano. Vosotros podréis probar otras herramientas y ver cuáles os funcionan mejor. Lo importante es tenerlo todo en el menor número de sitios diferentes. Con el tiempo, ya uso Evernote para casi todo y reservo la libreta para listas de tareas.

tres cubosI love you so much

Los pósits (sí, se escribe así, qué horror) también son mis grandes amigos. Cuando estoy leyendo un libro en papel, tengo siempre pósits a mano para marcar pasajes o ideas que me llaman la atención. Estoy relativamente indignada con TIGER porque ya no hace unas libretitas de anillas que me encantan llenas de posits de diferentes colores y tamaños.

(Entiéndase relativamente porque soy consciente de que hay problemas más importantes en el mundo que la falta de una libreta de posits. Pero para ese tipo de indignación tenéis blogs mucho mejores que este).

Otra forma de hacerlo es sacar fotos con el móvil y subirlas a Evernote, pero esto puede ser más difícil de lo que parece cuando estás sentada en el banco de un parque y el libro se niega a permanecer abierto mientras sacas la foto. Ir con ayudante para que te pase las páginas y te sujete el libro sale muy caro. Que los escritores no somos conocidos generalmente por nuestro poder adquisitivo.

El segundo cubo es el de la escritura

Este es el sitio donde va lo que escribes, sea lo que sea. Goins propone tirones de escritura de 500 palabras, a mí me gustan los pomodoros (sesiones de 25 minutos. Hay muchas maneras de hacerlo; a mí me gusta Moosti) o las maratones de varias horas cuando me lo puedo permitir, pero cada uno utilizará el bloque de tiempo que necesite y se pueda permitir.

Lo importante es crear ese bloque de tiempo y que forme parte de nuestra agenda. Es fundamental en este sistema la planificación: nada de «escribiré cuando tenga un hueco». Si esperas a tener un hueco, ese hueco lo llenarán Facebook, Twitter y Netflix.

Recuerda que esas 500 palabras o media hora o lo que sea forman parte de un borrador. En ese momento es crucial no pensar en si lo que estás haciendo está bien o mal: solo escribe. Recurre al freewriting si quieres. Evita volver atrás y hacer correcciones. Tú coge carrerilla y dispara.

Escribe esas palabras y guarda, guarda, guarda. Que no se rompa el disco duro, que no se vaya la luz, que no se pasee tu gato por el teclado esos tres minutos que estás en el servicio. Que no se escapen.

El tercer cubo es el de la edición

Este es el temido momento en que miras en tu cubo (o carpeta o whatever) y sacas un borrador y te dedicas a convertirlo en el mejor texto que ha parío mare. La idea es transformarlo en algo digno de que el mundo lo vea: revisar el ritmo y la estructura, buscar errores y erratas, y sacarle brillo (por ejemplo, con un libro que he escrito con un montón de preguntas justo para eso).

Recuerda que entre revisión y revisión necesitas algo de tiempo, así que planifica tus bloques de edición de manera que incluyan revisiones posteriores a textos ya editados (¿sabías que una gran parte de las erratas que puedes encontrar en un libro provienen de las propias revisiones?).

Y aquí Goins dice algo interesante, que es que él siempre escribe textos para que sean leídos. Yo también insisto en la necesidad de compartir lo creado. No te digo que publiques la primera novela o relato que escribas, porque probablemente serán horrores dignos de Cthulhu. Pero dale una función: ponlo en tu blog, compártelo en Wattpad, mándalo a un concurso o a una convocatoria, lo que sea. Si eres como yo, necesitarás sentir que todo lo que escribes tiene una salida.

No digo que esto sea así para todo el mundo. Es así para Goins y es así para mí, ya que somos conscientes de que nuestro trabajo lleva tiempo y buscamos algún tipo de «recompensa» por ese tiempo (ya sea económico, en forma de aprendizaje mediante el feedback, etc.). También es una forma de darle más peso a la meta, de darle más emoción al asunto de escribir. También entiendo que para algunas personas es el mero acto de escribir el que los emociona y no necesitan nada más.

No obstante, asegúrate de que esa es tu verdadera razón para no enseñar lo que haces: que no sea el perfeccionismo, el miedo a tu público o cualquier otra excusa. Yo tengo muchas cosas que nunca se han publicado (por ese cuello de botella antes mencionado), pero todas se escribieron con la intención de enseñarse en algún momento.

¿Todo claro? Ahí quedan explicados los tres cubos.

Obviamente se trata de cubos metafóricos: no es necesario que salgáis corriendo a esa tienda del paseo marítimo que todavía queda abierta en invierno a comprar cubitos y palas de plástico de colores, ni tenéis que ir a molestar a los empleados de ciertos grandes comercios a la búsqueda del cubo de escritor perfecto.

tres cubosHola, ¿es aquí donde vendéis recipientes de inspiración, magia, sueños, habilidad, talento e ilusiones?

A efectos prácticos hablaríamos de carpetas, ya sean físicas (si sois de tomar notas, o incluso escribir, en papel) o digitales (para todo lo demás).

Ahora que hemos aclarado qué es cada cubo y cómo se usa, procedo a explicar el sistema en sí.

Cómo utilizar los tres cubos

Como bien apunta Goins, al principio tendrás que tener un par de días de margen para que todo encaje, enseguida entenderás por qué. Vamos allá. Lo primero es…

1. Recolecta ideas

Hemos hablado de qué herramientas podemos usar para anotar ideas e inspiración. Pero, como dice Joanna Penn, el pozo de la inspiración no es inagotable. Hay que llenarlo para poder extraer nuestro mejor material. Si no te sientes muy inspirado/a, es muy posible que no estés llenando tu pozo (o que lo estés llenando de material pobre). Recuerda la regla de GIGO: Garbage in, garbage out. Si consumes basura, producirás basura.

Dedica un tiempo específico a inspirarte. Lee buenos libros. Escucha buenos podcasts o busca charlas TED. Ve buenas series y películas. Y toma notas de todo. Todo eso llena la mente.

¿Sabes lo que también ayuda? Paradójicamente, vaciar la mente. Hacer ejercicio, por ejemplo (pero recomiendo ejercicios en solitario para que otros no te distraigan cuando se te ocurran las buenas ideas: pasear, nadar, correr… cualquier cosa que permita que la mente se vacíe). También ayuda mucho la meditación (es curioso la de cosas que aparecen cuando no estás pensando en nada en concreto) o cualquier actividad en que estés relajado y sin agarrarte a ningún pensamiento (¿qué tal un largo baño de espuma?):

tres cubosOs presento a Claudia. Escribió ocho novelas, tres series y veinticinco guiones sin salir de aquí. 
En los raros momentos en que Claudia no escribe, se dedica a sus otras aficiones: 
maquillarse, hacer dieta y mandar a su madre a por ropa impermeable.

¡Ojo, este tiempo de inspiración es diferente a tu tiempo de ocio! Con el ocio, el objetivo es desconectar y esto es muy importante. Muchos hemos caído en la trampa de volvernos tan analíticos que dejamos de disfrutar de un buen libro o una buena peli. ¡NO! Es fundamental recuperar el placer de disfrutar porque sí.

Hace poco vi en el cine La llegada, que está basada en uno de mis relatos favoritos de siempre: La historia de tu vida, de Ted Chiang. ¿Tiene fallos la película? Sí. ¿Es mejor el relato? Oh, sí. Pero me alegro de haber desconectado y dejado el aparato crítico en segundo plano, porque me lo pasé como una enana, emocionada, moqueando e hipando toda la película (no hay NADA como ir al cine con síndrome premenstrual… esos pobres hombres cisgénero no saben lo que se están perdiendo).

2. Escribe

Una vez tienes llenito tu pozo, porque has apartado un tiempo para meter ahí todas las ideas, buenas, malas y malísimas, que se te han ocurrido (y créeme cuando te digo que, por cada idea buena que haya, vas a tener por lo menos veinte malas) llega el momento de la Verdad. Abre tu Evernote, tu carpeta de ideas, tu libreta de apuntes o tu sistema distributivo por matriz hexadecimal y elige en lo que vas a trabajar.

Bueno, eso es lo que dice Goins. Ahí no estamos de acuerdo. Debes saber ya de antemano en qué vas a trabajar. Inclúyelo en tu plan de esa mañana, o de la noche anterior, o de cualquier momento diario y necesario en que te dediques a planificar el día. Si prefieres guiarte por el consejo de Goins y elegir aquello que te atraiga más, estarás para siempre evitando esos proyectos que ya no te entusiasman, y ya hemos hablado muchas veces de que en el camino medio está la maestría.

¿Cuánto tiempo has apartado? ¿Dos horas, media hora, diez minutos? No importa: lo importante es que empieces y que no pares (ni mires cualquier otra cosa) en ese tiempo. Puedes bloquear ciertas páginas web que suelen distraerte, puedes apagar el router o incluso escribir a mano. Lo que sea, pero elimina toda distracción. ¡Silencia ese móvil!

Cuando termines, mete tu documento en la carpeta correspondiente (yo suelo usar una llamada En proceso, pero también puedes llamarla Borradores o Terminar o Maravillas que escribo y que van a cambiar el mundo. La decisión es tuya).

3. Edita

No recomiendo que te pongas a editar un texto en el que acabas de escribir, ya que implica un gran cambio de mentalidad (y siempre vemos de manera más objetiva un texto cuando ha pasado algún tiempo). Es recomendable que edites o bien otro texto diferente, o que programes la edición para el día siguiente a la escritura. Muchos autores recomiendan hacer cosas por bloques de tipo de actividad, o incluso tener días específicos de creación y otros de edición (incluso usan lugares diferentes para cada tarea).

Hago una excepción para el tema de ensayo (no ficción), particularmente en lo que se refiere a blogs. Lo genial de un post de blog es que puedes documentarte, escribirlo y publicarlo en un margen de tiempo relativamente rápido (¡ey, este solo me ha llevado cuatro cinco seis horas!), y eso se agradece porque escribes con el entusiasmo de saber que recibirás feedback enseguida (o por lo menos esa es mi experiencia). Así que edito mis artículos en cuanto los escribo (pero también vuelvo a ellos al cabo de un tiempo, para meterles mano de nuevo y eliminar posibles erratas o información que haya quedado obsoleta). De nuevo: esto dependerá del gusto y necesidades de cada cual.

La idea, como ves, es llenar esos tres cubos hasta producir la cantidad de agua necesaria para alcanzar algo publicable.

Es así de sencillo. Parece básico, pero demasiadas veces mezclamos estos tres cubos y nos sale un agua de lo más turbia, ya que sus colores son muy distintos.

Un ejemplo de planificación con este sistema podría ser el siguiente:

Ejemplo de un sistema de tres cubos

Este ejemplo parte de la base de que dedicas una cantidad diaria más o menos grande a tus actividades como escritor. Obviamente, si tienes un trabajo de diez horas diarias dedicado a otras cosas o si tienes obligaciones periódicas que también te quitan grandes cantidades de tiempo (labores domésticas, cuidado de niños y/o ancianos, etc.), tendrás que adaptarte de otra manera. Pero recuerda que solo veinte minutos diarios dedicados a tus labores de escritura se van acumulando y acaban por producir resultados.

Soy flexible y modifico mi horario con relativa frecuencia, optimizándolo conforme veo qué funciona mejor y cómo encaja con mis niveles de energía y otros aspectos vitales. Pero voy a compartir con vosotros cómo estoy aplicando a mi propia escritura lo de los tres cubos.


6:00-7:30-Levantarme, hacer té y leer (podría incluir tareas como «dar de comer al gato», pero no me es necesario apuntarlas en la agenda. Ya se asegura el gato de que no se me olvide) –> PRIMER CUBO.

(También me aseguro de hacer la cama, que para mí es un hábito detonante, que hace que me sienta bien conmigo misma y quiera hacer más tareas. Teniendo en cuenta el estado zombi que suelo tener hasta las 11 o 12 del mediodía, esa no es poca cosa).

Alterno días en los que leo artículos o libros de ensayo y días en los que leo ficción (dependerá de si voy a escribir artículos o ficción durante ese día). Los artículos que me interesan los leo en Instapaper. Los consigo de los boletines que sigo por email o simplemente por recomendaciones en redes sociales. También tengo una carpeta de marcadores en el explorador del PC, donde voy metiendo webs que producen contenido interesante de manera periódica. Esto es útil también para mi estrategia de contenidos en redes sociales). Si te interesa saber qué leo en ficción, puedes seguirme en Goodreads.


7:30-9:00-Escribir. Este es el tiempo que dedico a escribir, ya sea para el blog o para la lista de correo, o ficción. Suelo dividirlo en tres pomodoros –> SEGUNDO CUBO.

De 9:00 a 10:00 hago todas esas cosas que hacen los mortales comunes: aseo, desayuno, limpieza, etc.


10:00-11:30-Edito. Ahora mismo estoy dedicando otros tres pomodoros a las últimas revisiones de las dos primeras novelas cortas de Crónicas del fin. Y no, un libro NUNCA termina de editarse, ay. Queríamos sacar esos libros a finales de 2016, pero no ha sido posible. Por suerte, ya estamos en la recta final y esperamos poder sacarlos en unas semanas. Pero eso, estamos hablando de edición, revisión, corrección… –> TERCER CUBO.


Para mí, estos tres cubos son lo más importante del día. A partir de las once y media ya me puedo dedicar a otras tareas también importantes, pero no fundamentales (estrategia de contenidos en redes sociales, promoción, responder a emails, etc.). Obviamente el resto de mi vida está lleno de otras obligaciones y hay por lo menos un día a la semana en que no realizo ninguno de los cubos, ya que está dedicado plenamente a trabajo realizado para otras personas.

Repito que este es solo un ejemplo práctico de las muchas formas en que puede usarse este sistema. Podrías tener un solo día para cada cubo, o dedicar un día a leer y escribir, y el siguiente a editar. Dependerá, repito, del tiempo del que dispongas. Atrévete a probar diferentes variaciones y a decidirte por lo que más te convenga.

Tampoco es necesario levantarse a las seis de la mañana. Es lo que me funciona a mí, tal vez tú prefieras hacer esas tareas de noche. Una de las ventajas fundamentales que veo a madrugar es que te quitas de encima lo más importante a primera hora y hay menos posibilidades de que las demás actividades y urgencias del día te impidan llevar a cabo esas tareas indispensables. También me ocurre que suelo hacer las cosas que menos me apetecen al principio del día (corregiiir, puaaaaaj, matadme yaaa), porque luego me voy quedando poquito a poquito sin fuerza de voluntad.

Si crees, como yo creía, que eres un ave nocturna y que para ti madrugar es imposible, echa un vistazo a este artículo que escribí al respecto.

Y, para terminar (y ya saliendo del artículo y las recomendaciones de Goins) no olvides que estos tres cubos pertenecen a la parte del creador/hacedor. Tendrás que marcar un tiempo aparte para la parte del administrador.

Maker vs. Manager

En productividad se habla mucho de las necesidades diferentes que tienen personas que son creadoras (makers) de las que son gerentes o administradoras (managers). La gracia de la profesión de escritor es que necesitamos combinar ambas formas, ya que tenemos que crear y editar lo creado (make), pero también gestionar lo que hemos creado, mediante promoción, publicación, tareas administrativas, etc. (manage).

Conozco a personas que dicen querer publicar y mejorar su escritura, pero que se quejan de esa parte gestora de su mundo y se niegan a llevarla a cabo, argumentando que el arte no conoce de administración, o que es más productivo dedicar ese tiempo a la escritura pura y dura. Eso está genial si solo escribes para ti. Pero sospecho que cuanto antes aceptemos que esa administración es parte de nuestro mundo y que es lo que nos puede ayudar a darnos a conocer, comunicarnos mejor con otros y sortear los obstáculos de nuestro sector, mejor que mejor.

tres cubos¡Mira, mamá! ¡Jaime ha hecho él solo la declaración de la renta! ¡Viva!

También pueden separarse esas funciones administrativas en bloques de tiempo en un solo día, o pueden dedicarse días concretos a cada cosa. Asegúrate de separar tu parte productora/hacedora (inspiración, creación y edición: los tres cubos) de tu parte gestora/administrativa. Basándonos en el ejemplo que he puesto de mi propia agenda, yo dedico el resto de mi tiempo (aparte de los tres cubos) a la parte gestora: a responder correos, promocionar mis obras, arreglar cosas del blog, cumplir con mis obligaciones fiscales, etc. Todas son actividades relacionadas con mi oficio como escritora, pero necesito mantenerlas bien separadas (y, a la vez, darles también importancia).

Todo no es crear. ¿De qué sirve crear algo si luego no haces nada con ello?

Si te gustan los mandalas y el arte efímero, maravilloso. Al fin y al cabo, disfrutar del proceso es importante. Pero si tienes metas de reconocimiento, de autosuperación, incluso de remuneración por tu trabajo, esa parte gestora es fundamental.

Si escribes, ¿por qué no compartirlo? Si tú lo disfrutas, es posible que también lo disfruten otros.

Y si quieres contarme cómo dividirías tu tiempo entre esos tres cubos, seguro que a todos nos interesa. Sabes dónde están los comentarios.

Allí, al fondo de la derecha, junto a los baños de señora.



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También tengo una lista que es solo para lectores de género fantástico. ¡Y un libro que te soluciona la vida si odias corregir tus textos!