Se acerca el frío. Llegan las migrañas, los resfriados y las prisas editoriales por sacar libro antes de que cierre 2015. Se acercan los ponchos feos en los escaparates de las franquicias de moda y los tacones imposibles con los que resbalarnos y rompernos un tobillo en los días de lluvia. Se acerca también Samhain, con sus trajes de poliéster barato y sus pelucas de colores imposibles.

(Se acerca también el cuento de todos los años de Rocavarancolia, pero ese es otro cuento muy distinto, donde las pelucas son de colores chulos, nadie lleva poliéster y salen dragones).

Acercaos a la chimenea de este humilde blog y calentaos ante su fuego. Hoy vengo a contaros una historia: una historia de preguntas y respuestas, de relampagueantes y aleatorias indiscreciones.

Porque hoy entrevisto a Elena Martínez Blanco.

¿Qué era esto de las entrevistas relámpago? Tengo una lista muy larga de preguntas cortas (ahora mismo va por 94 preguntas y subiendo). De allí, usando random.org, selecciono una secuencia de quince preguntas aleatorias, que le entrego al entrevistado o entrevistada. Este (o esta) elige diez de esas preguntas y responde con frases también breves. Al final, hay una pregunta extra que podrá aprovechar para hablar un poco más de sí mismo/a o para vengarse de la entrevistadora (es lo justo). Hace dos semanas entrevisté a José C. Vales y podéis ver todas las entrevistas publicadas hasta ahora en este enlace.  O si vais con prisa y queréis ver lo mejor de las entrevistas, podéis ver el recopilatorio que hice de las primeras 47 entrevistas. Y ahora, vamos a hablar un poco de la entrevistada de hoy.

Elena Martínez Blanco, además de escritora, es profesora, agente literaria y gestora cultural. Conocida por muchos como Miss Tiramisú o Elena Tiramisú por ser la presidenta de la Asociación Cultural Tiramisú Entre Libros, dedica muchas de las horas que roba al sueño a idear formas de fomentar la lectura y conseguir que se lea mucho más de lo que se hace, especialmente entre niños y jóvenes. Acaba de publicar su primera novela juvenil, Bajo el paraguas azul, con la editorial Nowevolution, que trata sobre el ciberacoso en secundaria,  y publicó también una novela para adultos, Aventuras y desventuras de Mari Loli Baker en el ciberespacio, de la que acaba de recuperar los derechos y espera volver a publicar en unos meses con su nombre original: Quién fuera una mosca en tu pared.

Como veis, Elena es otra de esas personas que se ha ido moviendo en el mundo de lo literario de mil maneras: organizando encuentros de lectura y presentaciones, lidiando con todo tipo de proyectos culturales y, ahora, participando en la gestión y representación literaria a través de Laetus Cultura. Y además acaba de sacar una novela juvenil. Así que era inevitable que nos encontrásemos una y otra vez; Elena es otra cara amiga dentro del maremagno de eventos culturales en el que nos toca participar a los que somos, de un modo u otro, mercenarios de las letras.

Está bien, lo confieso. En realidad siempre me acuerdo de Elena porque nos conocimos en una gran fiesta de disfraces y llevábamos el mismo corsé.

No el mismo mismo. El mismo modelo. Imagínate compartir corsé: todo el rato corriendo al cuarto de baño para darle el cambiazo, a lo sitcom de los noventa. Con lo que cuesta abrocharse un corsé.

Mejor os dejo con ella.

ENTREVISTA relámpago A elena martínez blanco

Elena Martínez Blanco

1. Si solo pudieras darle un consejo a un escritor que empieza, ¿cuál sería?

Lee. Si no lees, no conduzcas, digo, no escribas…En serio, un escritor debería tener como primera obligación, si desea considerarse como tal, el ser lector. Nunca se deja de aprender, hasta de los libros malísimos se aprende qué no debes hacer en una novela. Lee de todo, empápate de lo desconocido, disfruta de cada escrito, ya sea un novelón o las instrucciones de un mueble de Ikea: ¿quién te dice que tu próximo personaje no se llamará Lack, o Henvik?

2. ¿Tienes alguna “droga” para escribir (tabaco, café, pastelitos de nata…)?

Té, en concreto chai (el típico té indo-pakistaní: té negro con especias y leche). Me hago litros y litros de ese té yo misma, que el comprado está bien, pero hecho en casa está la mar de bueno. Si hay chuches, no puedo evitar comerlas, por eso intento no comprarlas nunca (pero vaya, me acaba de tocar en Twitter un cajón lleno de chuches… ¿quién me mandaría participar en el concurso?).

3. ¿Con qué animal te compararías?

Quizá con un búho. Además de que la palabra búho me encanta, no me preguntes por qué, es que soy un animal nocturno. Escribo y trabajo en temas relacionados con la literatura por la noche, disfruto el silencio de la noche para leer, vuelo por la noche en mi escoba de bruja. Ups, eso no debería haberlo confesado…

4. ¿Qué libro te habría gustado escribir?

La casa de los espíritus, de Isabel Allende. No solo por el exitazo del libro con peli incluida, que también, para qué vamos a engañarnos, sino porque es muy como yo: una mezcla de vida real con locuras fantasmales que forman parte de la vida cotidiana como si tal cosa. Me gustaría poder escribir de tal manera que enganchase tanto por lo real como por los elementos fantásticos que incluye, vamos, realismo mágico de toda la vida.

5. Música que escuchas al escribir:

Depende del tipo de novela que escriba. En mi último libro, que era sobre ciberacoso, canciones que hablaban de querernos como somos, con mensajes de esperanza, etc: Christina Aguilera con Beautiful, P!nk! con F*cking Perfect o la que se convirtió en la banda sonora del libro, Me haces respirar de Davinia Pastor. Para otro libro que estoy escribiendo, mucha música india, lo que hace muy difícil quedarme quieta en la silla, porque me pongo a bailar.

6. ¿Harías (o has hecho alguna vez) de negro para otros?

¿Cuenta escribir las redacciones y poesías de compañeros de cole? Esas han sido las únicas ocasiones en que he hecho algo así, la verdad. Si me lo pagan, ¿por qué no? Es un trabajo tan bueno como cualquier otro y posiblemente más común de lo que la gente piensa.

7. ¿Tienes alguna cicatriz interesante?

Tengo varias, algunas visibles y otras que no lo son pero están ahí. La visible en el cuello. A los niños les digo que me peleé con un león y me dio un zarpazo antes de rendirse. A los mayores, que tuve una tiroidectomía (vamos que me rajaron el cuello para sacarme parte del tiroides y unos aliens cabrones que vivían en él). De las invisibles hablo en mis libros, siempre una parte de ellas pulula entre mis páginas.

8. Si escribieras una novela romántica, ¿de qué iría?

¡Ya la he escrito! Trata de una treintañera que confía en el anonimato de la red para desahogarse y descubre demasiado tarde que la vida real y la virtual a veces se unen de manera insospechada. Es muy divertida, por cierto. El horrible título que le puso la editorial era: Aventuras y desventuras de Mari Loli Baker en el ciberespacio. Por suerte, acabo de recuperar los derechos y de aquí a unos meses volveré a publicarla con el nombre original…bajo el paraguas azul

9. ¿Alguna vez escribir te ha ayudado a ligar?

¿Eso ocurre de verdad? ¿No es un mito? Creo que con esa pregunta te respondo… la verdad es que no ligo ni escribiendo ni sin escribir, lo que hago es inventarme en mis historias los líos que me gustaría tener, algo es algo, ¿no?

10. ¿Has escrito alguna vez desnuda?

Pues claro que sí, ¿qué escritor no lo ha hecho? Lo bueno de trabajar desde casa es que escribes a cualquier hora y como te da la gana y en verano en Madrid hace mucho calor, así que a falta de aire acondicionado…

Pregunta extra (seleccionar opción y contestar):

a) La entrevistada se inventa una pregunta, la hace y se responde a sí misma.

b) La pregunta la hace la entrevistada a la entrevistadora.

c) Ya he terminado, deja que me vaya a mi casa. Por favor.

Elena escoge la b) y me pregunta: Como profesora, me interesa mucho encontrar métodos de fomento de la lectura que atrapen a mis alumnos. ¿Qué se te ocurre que podría mejorarse en las escuelas a la hora de conseguir que los niños no dejen de leer con la adolescencia?

¡Qué difícil, Elena!

Primero, me disculpo por adelantado, porque sospecho que mi respuesta no va a ser nada relámpago.

En realidad no debería contestar a esa pregunta, ya que no soy profesora e imagino que cualquier cosa que se me pueda ocurrir a mí se le habrá ocurrido ya mil veces a los que enseñan a niños y adolescentes todos los días. Como escritora, me encantaría conseguir dar en la tecla con algún libro que hiciera que un niño de doce años siguiera leyendo (y que de allí pasara a la narrativa juvenil o a lo que le diera la gana), y es algo que estoy intentando con los proyectos que tengo de middle-grade.

Luego está lo que me parece que no debemos hacer. Ya lo he comentado alguna vez, pero me irrita escuchar voces de desprecio hacia lo que leen los adolescentes, por ejemplo. Un lector de quince años no es un lector de cuarenta, tiene experiencias y necesidades distintas. Que un adulto se crea con derecho a reírse de un booktuber, de un bloguero, de un chico o chica que escriba fanfiction o de un lector de Los juegos del hambre me parece terrible. Claro que todas las lecturas no son iguales y claro que algunas lecturas son problemáticas (libros como After, por ejemplo, me parecen dignos aquí de mención) y de calidad cuanto menos dudosa. Pero cuanto más hablo con profesores más veo lo desesperados que están por que un adolescente lea cualquier cosa, sea lo que sea.

Siempre recomiendo este artículo en lo que se refiere a este tema, donde se habla de cómo puede cambiar nuestro gusto conforme leemos. Sé que el lector de juvenil muchas veces acaba convirtiéndose en no lector, pero tengo la esperanza de que poco a poco el New Adult se amplíe y transforme para cubrir ese puente entre el joven y el adulto. No hablo del New Adult tal y como lo conocemos ahora, más cercano a la romántica, sino del que está ganando cada vez más adeptos en el mundo anglosajón: ese juvenil «avanzado» de gente como Chuck Wendig, Delilah S. Dawson y similares, con una buena carga de aventura, pero sin miedo a tratar temas complejos y conflictivos, más adultos. Del mismo modo, creo que cada vez hay una fluidez mayor (también en el mundo anglosajón) entre la literatura infantil y juvenil, más libros que saltan esa barrera; tengo la esperanza de que en España también aumente el número de productos más acordes con su inteligencia y necesidad de estímulo. Creo que ya está ocurriendo y espero, desde luego, que vaya a más.

También, creo yo, hay que plantearse un enfoque muy distinto de mercadeo. No se pueden seguir vendiendo libros de juvenil e infantil como se venden libros adultos. Las campañas tendrán que ser muy diferentes por parte de las editoriales. Todo lo que implique colaboración directa entre estas y los centros educativos está muy bien, pero una imagen menos anquilosada y «bonita», una imagen más actual y en sintonía con las edades a las que se dirigen, podría ayudar a que el concepto de libro cambie radicalmente.

Como decía John Waters, we have to make books cool again. Aunque nos duela, tal vez tendríamos que concebir el libro para esas edades como producto, para entender qué necesita nuestro público y cómo proporcionárselo. Algunos escritores de juvenil han entendido esto y están convirtiendo sus libros en superventas gracias a ello. Y si pudieras hacer un Roald Dahl o un Diana Wynne Jones, es decir, conseguir unir ese entendimiento con un producto de alta calidad, ¿no sería maravilloso?

Madre mía. Para no tener ni idea del tema, menuda parrafada he soltado, ¿verdad?

 


Muchas gracias a Elena por sus respuestas. ¡No os perdáis la próxima entrevista!

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