¿Sabíais que hay escritores que no leen?

Tal vez lo sabíais, ya, y soy yo la que no es cool ni está en el ajo. De vez en cuando escucho ese comentario de «no tengo tiempo para leer» y vaya si lo entiendo, sí. Yo tampoco lo tengo. Cuando llevas todo el día trabajando con texto, delante de un ordenador, lo último que quieres hacer por ocio es leer más texto. Prefieres un poquito de Netflix and chill, que dirían los angloparlantes, que básicamente quiere decir utilizar Netflix como cebo para intentar tener sexo con alguien.

(Me maravilla la gente que tiene energía y tiempo al final del día para tener sexo con alguien. Yo soy más de HBO and fall asleep, qué le vamos a hacer).

Pero no hay salida, chicos. Si queremos escribir bien, tenemos que leer bien (y mucho). Aunque estudiemos la teoría (estructuras, planificación, recursos, corrección), la lectura analítica nos permite entender cómo funciona esa teoría y nos permite absorber patrones de buena escritura como si fuéramos esponjitas naturales de esas que usan los bebés.

mejores librosA la izquierda, yo, meándome en el sagrado arte del símil. A la derecha, todos vosotros.

Esta comparación no es tan terrible como parece. ¿No somos todos, acaso, bebés en este proceso eterno de aprendizaje? En realidad, estamos aprendiendo una lengua nueva, una lengua rica y persuasiva que la mayoría de la gente ni sabe que existe.

Hay trucos de los de siempre: leer en las salas de espera, escuchar audiolibros, coger un libro diez minutos antes de dormir… Pero pensemos que, como tenemos poco tiempo y poca energía (y también, para qué engañarnos, poco dinero), es muy muy importante seleccionar qué leemos. Así que propongo algunas ideas y recursos que os resultarán de lo más interesantes. Si vamos a leer, leamos en condiciones.

Quedaos, sobre todo, con el último apartado, que es tope molón.

(También me maravilla que me permitáis decir cosas como tope molón o megachachi sin demasiada queja en los comentarios. Sois los mejores, sois superguais de la muerte).

1. Piérdele el respeto al libro

Nuestros padres nos enseñaron que los libros tienen un valor. En el colegio nos lo repitieron hasta la saciedad. Le cogimos un respeto al libro que, en cierto modo, hizo que muchos de nuestros compañeros abandonasen la lectura: era algo serio y digno, propio de frikis pedantes fetichistas del papel.

Yo abogo por perderle completamente ese respeto. No hay nada como dedicarse a la edición para conseguir eso. He tenido que tirar cajas enteras de libros tras una inundación que tuvimos en el garaje de la casa de mis padres. Tendríais que ver el triste estado de esos libros. Cuando el papel apesta a moho, os aseguro que le pierdes el respeto rapidísimo. Y cuando tienes que cargar con cajas de libros muy pesadas de aquí para allá constantemente, el fetichismo sale a pastar.

Usad libros sobados, de segunda mano, si hace falta. No pasa nada si se caen a cachos. No os obsesionéis con los libros joya. Son bonitos y quedan vistosos en las estanterías, pero solo si cumplen su función, que es ser leídos.

mejores librosHay excepciones, claro. Es posible que este libro, por ejemplo, no tenga la función de ser leído.

Regalad y donad vuestros libros, esos que sabéis que no volveréis a leer. Subrayad, anotad y…

*insertar ruido de aspiración horrorizada aquí*

doblad las esquinas si hace falta.

Y, ante todo, si un libro no te está entusiasmando, abandónalo.

2. Abandona el libro

Habréis oído ya eso de que si a las primeras 50 páginas no te ha enganchado un libro, es mejor buscar otro. Pero eso implica que ya te has comprado el libro, así que muchos seguimos leyendo por pena y por el sesgo ese de «ya he invertido tiempo y dinero en esto, no puedo desperdiciarlo».

Propongo otro modo de saber si un libro te gustará. Hace poco escuché un episodio de The Knowledge Project donde entrevistaban a Patrick Collison, fundador de Stripe. El tipo es muy leído y culto, y ha desarrollado un sistema curioso para elegir sus lecturas. Patrick coge un libro, lo abre por la mitad, lee un poco y se pregunta si ese es un sitio en el que le gustaría estar, si esa experiencia de lectura es una experiencia a la que le habría gustado llegar. Si la respuesta es que sí, compra el libro. Si no, lo devuelve a la estantería.

Os recuerdo, además, que en el centro físico de un buen libro está su corazón, aquello de lo que realmente trata.

3. Habla del libro

Una de mis experiencias favoritas es compartir mis sensaciones y opiniones sobre un libro con otra persona que también lo haya leído. Siempre hay opciones como Goodreads y similares (hasta se pueden hacer reseñas en un blog o citas caligráficas en Instagram), pero no hay nada como reunirse con amigos y debatir los méritos (o antiméritos) de una obra. Es una manera más divertida de tomar notas: lo que hablas y debates con otros lo recuerdas mejor. Y si no te rodeas de gente intelectualoide que lee lo mismo que tú, busca clubs de lectura, ya sean virtuales o en la vida física y real.

mejores librosRecuerda: el límite de cervezas está en cinco (tres copas si bebes vino). Más allá de cinco cervezas la gente empieza a defender a Coelho y sabes que nada bueno puede salir de ahí.

4. Lee en tu género (pero no solo en tu género)

Muchos autores que empiezan escriben en un género porque es el género que les gusta leer. Tiene sentido: es el género que los ha influido a lo largo de sus vidas. Y para escribir en un género hay que entender sus convenciones y hay que conocer sus clichés, para intentar ser un poquito original y, a la vez, comprender las expectativas de tu público objetivo.

Empero* también recibo muchos correos de personas que solo leen determinados géneros, porque son los que escriben y los que les gustan. Creo que con eso se están perdiendo uno de los recursos más productivos para un escritor: la intertextualidad.

Llamamos texto a cualquier constructo cultural comunicativo (esto es algo que descubrí en la carrera y que me fascina: ¿sabíais que un partido de fútbol puede ser un texto? ¿Y una ideología política? ¿Y una señal de stop?). Y la intertextualidad va de eso, del cruce diseminado de textos culturales, de una cópula desaforada de sistemas. Cuanto menor sea tu ámbito de consumo, menores serán tus conocimientos e ideas, ya que las mejores ideas (y construcciones de esas ideas) provienen del intercambio, de la mezcla. Así que sí, hay que leer todo tipo de géneros, pero también hay que consumir todo tipo de textos.

Cuando escribes, empiezas a ver las posibilidades de narración en cualquier experiencia, hasta en ese partido de fútbol mencionado. Ya he dicho que esto es como jugar al Tetris.

5. Busca libros que te enseñen

Hoy en Facebook alguien comentaba que veía en todas partes la expresión «chasquear la lengua», cuando, en realidad, el ser humano tampoco chasquea tantísimo la lengua. Tengo mis propias teorías al respecto (me parece que es un gesto muy anglosajón y, como tal, se refleja mucho en las traducciones que nos llegan del inglés), pero está claro que queda un poco feo cuando se convierte en algo repetitivo.

Muchos abusamos de estos lugares comunes, es inevitable. Están metidos ahí, muy al fondo de nuestro cerebro y hasta cierto punto pueden ser positivos, cosillas recurrentes que son familiares para nuestros lectores, siempre que no abusemos. Tener buenos correctores y/o lectores cero ayuda a eliminar este problema. Pero lo que más ayuda es leer obras donde no se usan estos lugares comunes, obras donde se juega con ese lenguaje rico ya mencionado unos párrafos más arriba, cuando todavía tenías el café caliente**.

Si quieres encontrar libros realmente bien escritos, busca reseñadores realmente buenos. Si una reseña es técnica y está muy bien escrita, si usa un análisis objetivo en vez de una retahíla inconexa de sensaciones subjetivas, es muy posible que esa habilidad comunicativa del reseñador provenga de leer muchos libros buenos. Busca buenos blogs de reseñas, busca cuentas de Twitter que no estén llenas de emoticonos. Puedes incluso bucear en Goodreads hasta que encuentres algún comentarista con esa habilidad: mira qué libros le han gustado.

mejores librosOs presento a mi cabra Radar, agente de coherencia y cazadora excelsa de erratas y absurdez. Os doy permiso para usar este su sello de calidad cuando encontréis reseñas realmente buenas.

Divertirse leyendo es crucial. Lee libros malos, libros cursis, libros facilones. ¡Disfruta! Pero ten cuidado: que no se te pegue nada, a ver si te vas a pasar la vida chasqueando la lengua, encogiéndote de hombros y frunciendo el ceño, cada tres párrafos, como si fueras un muñeco bamboleante de feria.

6. Y sí, claro, lee también libros para escritores

No voy a hacer una lista de libros recomendables para autores, que para eso ya hay varias por ahí, como esta de Ana González Duque o esta de MJ Moreno. Pero sí voy a apuntar algunos un poquito más avanzados, para que metáis la punta del pie en las aguas turbulentas de la teoría literaria y la narratología. Aprender a planificar o a escribir diálogos está muy bien, pero es un poco como empezar una casa por el tejado; con estas obras tendréis un fundamento fuerte para entender cómo funciona el hecho literario, su contexto y comunicación:

  • El instinto del lenguaje, de Stephen Pinker. Viene muy bien para obtener conocimientos básicos sobre la comunicación, la estructura de la lengua y otros aspectos formales de la interacción escrita y hablada. Aunque es un libro de lingüística, está escrito de forma amena y sencilla.
  • Breve introducción a la teoría literaria, de Jonathan Culler. Esta es una presentación a las diferentes teorías literarias más relevantes que se han ido dando a lo largo de la historia. Estas nociones básicas son fundamentales para entender otras obras específicas de narratología. Además, es un libro cortito que se lee en nada, también muy bien explicado. Para ampliar todo este tema es muy recomendable el manual que coordinó Darío Villanueva, Curso de teoría de la literatura, pero por desgracia ya no sé si puede encontrarse. Si algún estudiante en la sala puede recomendar alguna edición nueva o similar, que me deje un comentario, porfaplis.
  • Teoría de la novela, coord. por Enric Sullá. Puede encontrarse en la web de la editorial, y es una obra fantástica, una antología de los mejores ensayos que se han ido escribiendo sobre narratología, por parte de los grandes: Todorov, Genette, Lotman, Henry James, etc. No todo es fácil de entender (por eso es tan importante leerse el libro de Culler, como mínimo, antes), pero ahí están contenidas muchas de las grandes ideas que afectan a la literatura narrativa.
  • Sobre literatura, de Umberto Eco. Aparte de un análisis avanzado de algunas obras específicas, este compendio incluye ensayos brillantes sobre el arte de escribir que han llenado medio blog de servidora. Si queréis una versión más sencillita de algunas de sus mejores ideas, leed artículos como este, este o este.

Podría decir mil títulos más, pero ahí tenemos para rato.

7. Fíate de mí

Si todo esto os da muchísima pereza, traigo una solución.

Porque a partir de ahora, lo voy a dar todo mascadito. Sobre todo si os gusta el género fantástico.

Me he arrejuntado juntado con José Antonio Cotrina, escritor reconocidísimo del género y coitor coautor mío, para preparar unos contenidos chulísimos.

mejores libros

¿Queréis recibir cada dos viernes una lista rápida de las novedades más interesantes, los mejores libros que hemos leído, los ilustradores más geniales, los artículos más informativos? ¡Pues apuntaos a nuestra lista de correo personal: Lo extraño y lo maravilloso! Hablamos de fantasía, ci-fi, terror y todo lo intermedio (¡y regalaremos libros!). Y solo por apuntaros os lleváis un cuento gratis, un clásico: La niña muerta, del ya mencionado señor Cotrina.

Ojo, esto no tiene nada que ver con mi ya habitual lista de correo de Gabriella Literaria. Reservaré los contenidos para escritores para esa lista y todos los de fantástico se irán a Lo extraño y maravilloso. Así que si ya estás apuntado a una, no te preocupes, puedes estar en las dos, ya que son cosas muy diferentes.

Ya no tenéis excusa para no leer libros geniales, que os lo damos todo hecho. El primer envío salió el viernes 29 de junio y desde entonces no hemos parado de traer lo mejor del género.

Dejad ya ese café frío y salid a que os dé el solecito. Salid a debatir de libros, a charlar de fútbol, a quejaros de política o lo que más os apetezca.

Hoy es, después de todo, un día de celebración. Como todos los días en los que escribís.

Porque hoy habéis escrito, ¿verdad?


*Sí, estoy intentando rescatar esa palabra, ¿qué pasa?

**A uno de cada diez lectores de este artículo se le ha enfriado el café leyendo esto.


Notas:

la noche del espectro


Créditos: